viernes, 25 de mayo de 2012

Madrid. San Isidro 2012. 15ª de abono. Vamos mejorando...


Madrid, 24 de mayo de 2012. Cuatro toros de Núñez del Cuvillo, uno (2º bis) de Carmen Segovia, y otro (6º bis) de Toros de Salvador Domecq, desiguales de presentación y de poco juego salvo el 4º, importante, encastado y enrazado. 1º y 5º fueron nobles y manejables. SEBASTIÁN CASTELLA: Silencio y fuerte ovación tras dos avisos; DANIEL LUQUE: Silencio en ambos; y DIEGO SILVETI, que confirma alternativa: Palmas y silencio. Entrada: Más de tres cuartos. Silveti confirmó alternativa con "Tarifeño", castaño bragado, número 45, guarismo 08, de 521 kilos.

Ayer pudimos ver algo. Poco pero algo. De los "Cuvillos" lidiados hubo uno extraordinario por su casta, su raza y su movilidad. Ese cuarto toro arreaba mucho y repitió las embestidas una y otra vez. En favor de Castella hay que decir que el toro no era tan fácil y tenía sus teclas, que supo tocar acertadamente el torero de Beziers. Castella comenzó la faena pronto y en la mano, como gusta en Madrid. Sin dudar ni un sólo momento. El trasteo a ese cuarto toro tuvo intensidad, verdad y emoción, pero hubo algún que otro enganchón a destiempo que restó importancia a la faena. Bajo mi punto de vista, si Castella mata bien a ese toro, la faena habría sido de oreja, no de dos como casi todo el mundo cantó. No vi la rotundidad que hace falta en Madrid para cortar dos orejas, sobre todo por los enganchones y la lidia demasiado acelerada que instrumentó el torero francés. Creo que se atacó por momentos. Por lo demás, Luque y Silveti no tuvieron opciones. A Luque incluso le ví desangelado y muy vulgar a pesar de que tuvo un segundo toro noble y manejable que aunque no se comía a nadie se podía andar con él. Diego Silveti confirmaba la alternativa el mismo día que lo hizo su padre, David Silveti, veinticinco años después. Curiosamente lo hizo alternando también con un torero francés (Nimeño) y otro sevillano de Gerena (Tomás Campuzano). Diego se puso ayer un blanco y oro como el que llevó su padre en su confirmación en Madrid y utilizó el mismo capote de paseo que el padre sacó en aquella ocasión. Tantas coincidencias y buenos augurios no hicieron que el joven Diego Silveti tuviera suerte, pues le tocaron dos toros de escaso lucimiento con los que sólo pudo estar digno.

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