viernes, 29 de mayo de 2015

Recompensas y disgustos...

Cada vez me sorprendo más de lo poco que valen los triunfos de los toreros hoy en día. Y triunfos no en cualquier parte -que en casi todos los lados antes también valían gracias al boca a boca-, sino en la mismísima plaza de toros de Las ventas de Madrid. ¿Por qué? Hay varios factores... Está claro que la crisis económica general y del sector taurino en particular ha provocado una bajada considerable del número de espectáculos taurinos. Cierto es que hay demasiados novilleros y matadores de toros en el escalafón y que todos no pueden torear cincuenta tardes al año. Admito también que las siete u ocho primeras figuras del toreo actual tienden a anunciarse casi siempre juntos y cerrar de esa manera los carteles a ciertos jóvenes que están triunfando y que vienen con la escoba. Por otra parte, es también claro y notorio que los empresarios de ciertas plazas de primera y segunda categoría con pocos festejos en su abono intentan asegurarse el éxito y los llenos contratando sólo a esos ocho o diez toreros que mandan en el escalafón. Que conste que no tengo nada en contra de esas ocho o diez figuras del toreo. Siempre he pensado que, salvo muy contadas excepciones, están ahí por méritos propios. Vamos, que están ahí por algo. Algo que quizás otros muchos no han podido conseguir por más oportunidades que les hayan dado. El problema es que sí existe una baraja de toreros que han triunfado ni más ni menos que en la primera plaza del mundo y que no están viendo resultados a corto plazo en forma de contratos. Si excluimos Pamplona, cuyos organizadores de su feria son los únicos que cuentan año tras año con los triunfadores reales de la Feria de Abril de Sevilla y de San Isidro en Madrid, muy pocas plazas, por no decir ninguna más, le siguen los pasos. Y es que lo que subyace en todo este problema es una falta clara y evidente de valores. Actualmente nos encontramos en una sociedad sin valores, donde el triunfo real y a carta cabal se menosprecia, donde se subestima el éxito de cualquier persona en cualquier campo laboral. El mundo se ha convertido en una competición constante entre avariciosos y envidiosos, y eso nos está haciendo mucho daño. ¿Que cómo? Pues impidiendo el desarrollo hacia la excelencia de cualquier sector de la sociedad, incluido el taurino. Sólo así se explica que toreros que en otra época ya se habrían puesto en figuras del toreo no lo hayan hecho. Sólo así se explica que toreros con recientes triunfos en Madrid no tengan ya firmadas cincuenta corridas de toros y a su gusto, como ocurría no hace tanto tiempo. Pero no, ahora lo que se dice es que el triunfo de tal torero no vale porque las dos orejas no las cortó en la Feria, sino en la preferia, o que salir por la puerta grande de Las Ventas con una oreja de cada toro no vale, que tiene que ser con dos del mismo toro. Por favor..., ¿de qué estamos hablando? Cierto es que últimamente se están concediendo algunas orejas muy baratas en Madrid, pero otras son muy justas y a ley. Sepamos pues darle a cada cual lo que merece. Alberto López Simón abrió el pasado domingo por segunda vez en menos de un mes la puerta grande de Las Ventas. Esta última vez de forma exagerada al obtener una oreja del sexto toro que no debió cortar por pinchar en el primer intento al entrar a matar. Pero eso no debería privarle para salir lanzado de Madrid a todas las plazas por el poder y la disposición que ha demostrado, como debería suceder también con Eugenio de Mora o Morenito de Aranda, por nombrar algunos triunfadores recientes en la plaza de toros de la capital de España. Pero en vez de eso le buscamos los cinco pies al gato y les ponemos zancadillas. ¿Qué pensará el chaval que quiere ser torero? ¿Creerá que merece la pena meterse en este mundo tan injusto? ¿No están yendo los propios taurinos en contra de la Fiesta creando una imagen pobre y poco atractiva para las generaciones de toreros venideros? ¿Tanto nos jode el triunfo ajeno? La falta de valores no es el único problema. Si éramos pocos encima parió la abuela. A todo esto se suma ahora el nuevo rumbo político que ha tomado España tras las últimas elecciones. Nuestras autonomías se van a configurar en torno a pactos entre fuerzas políticas que no tienen precisamente un gusto especial por la Tauromaquia y cuyo objetivo en la mayoría de los casos es abolirla. Lo dicho, parió la abuela. Así que dejémonos de envidias malsanas y démosle a cada uno lo que se merece. Organicémonos, no sea que vayamos a acabar peor que el del consabido chiste de la famosa orgía. Y blindemos definitivamente nuestra Fiesta, no sea que al final nos vaya a pillar el toro, nunca mejor dicho...

lunes, 18 de mayo de 2015

Sí o sí...

Estoy cansado de escuchar que a los chavales que recién toman la alternativa hay que ponerlos sí o sí en los carteles con las figuras. Y yo me pregunto: ¿por qué? ¿Con qué motivo? ¿Así porque sí? A ver, pensemos un poco. Sí, sé que esos chavales son el futuro de la Fiesta, que sin ellos esto puede morir de abandono... En todo eso estamos de acuerdo. Lo que yo no comparto es la opinión de toda esa gente, entre los que se encuentran muchos periodistas y aficionados, de que hay que poner a cualquier precio a los jóvenes que acaban de tomar la alternativa con las figuras. Que quede claro que yo soy el primero que está en contra de que precisamente las figuras del toreo cierren sus carteles a los nuevos valores y se anuncien ellos juntos e inseparables en todas las plazas. Yo también quiero que se abran esos carteles, pero que se abran justificadamente y con cabeza. Por ejemplo: en las últimas semanas hay un empeño tremendo de mucha parte de la prensa y de la afición con que José Garrido entre en los carteles con las figuras. Y evidentemente no voy a ser yo quien se lo niegue. Es más, se está usando al chaval como bandera de una cruzada contra las figuras del toreo que no tiene ni pies ni cabeza. Resulta que a Garrido hay que ponerlo ya de matador de toros en los carteles con dichas figuras porque ha echado una buena temporada de novillero -cortó una oreja en Madrid, salió por la Puerta del Príncipe en Sevilla, se encerró triunfalmente con seis novillos en Bilbao...-. Sinceramente no lo creo. No creo que tenga que ser así. No creo que a un recién alternativado haya que ponerlo en los mejores carteles de las ferias sólo porque ha tenido una carrera exitosa como novillero. Seguro que estarás pensando que, claro, con mi forma de verlo nunca va a llegar un chaval a ser figura del toreo. ¿Y por qué no? ¿Acaso no ha habido casos de figuras del toreo consagradas cuyos primeros años de alternativa torearon más bien poco y en carteles modestos aun habiendo hecho grandes temporadas como novilleros? Claro que los hay. Y muchos. Yo soy el primero que piensa que las figuras deben de abrir sus carteles y permitir que otros toreros actúen con ellos. Pero toreros con una cierta solvencia y una experiencia más contrastada. Y doy nombres: Antonio Ferrera, Diego Urdiales, Eugenio de Mora, Morenito de Aranda, Paco Ureña, Curro Díaz, Iván fandiño, Jiménez Fortes, Alberto Aguilar, Juan del Álamo, Pepe Moral, Alberto Lamelas..., y muchos más como ellos en una situación parecida. Toreros que no desentonarían en un cartel de figuras y que podrían perfectamente resolver la papeleta, como de hecho ya han demostrado en más de una ocasión. Lo que no se puede es ilusionarnos con un novillero, darle la alternativa y querer meterlo ya en los mejores carteles. No amigo, primero hay que ganárselo, como todo y todos en esta vida. Siguiendo con el caso de Garrido en particular, hay quien se pregunta que a quién molesta este torero. ¿Sinceramente pensáis que Garrido le molesta a alguien? Yo particularmente creo que no, que los que están ahí arriba están por algo y que estos matadores de reciente alternativa no les durarían ni un asalto. El mismo Garrido sin ir más lejos se vio desbordado y por debajo del segundo toro de su lote la tarde de su alternativa en Sevilla, un animal de Juan Pedro Domecq bravo, complicado y fiero que le pidió los papeles. No nos engañemos: hoy en día pocos toreros pueden competir de tú a tú con esos ocho o diez que están en lo más alto. Y los que podrían son esos toreros de esa segunda fila que he citado antes, a los cuales no acaban de ponerlos con las figuras, no los recién doctorados, los cuales necesitan tiempo y contratos para madurar como toreros. Garrido, como otros de su generación -dígase Lama de Góngora, Ginés Marín, Álvaro Lorenzo, Varea, Gonzalo Caballero...-, tienen un futuro muy prometedor, pero un futuro que han de labrarse pacientemente. Muy pocos toreros han dado el salto de novilleros a figuras del toreo -sólo se me ocurre el caso de "El Juli" o el de Talavante más recientemente pero de distinta forma-. No queramos encumbrar tan pronto y convertir con nuestras malas decisiones a un chaval con futuro en un muñeco roto. Y lo más importante: no enarbolemos banderas sin sentido por el mero hecho de molestar por molestar. Y menos con chavales a los que podemos confundir llenándoles la cabeza de pájaros para luego estrellarlos con estrépito. Cuidado. Mucho cuidado.