Recuerdo
que en aquel artículo le pedía a Fortes que dejara el toreo. Por él. Por su
familia. Por sus amigos y por la gente que le quiere. Dos cornadas gravísimas
en el cuello en 2015 en tan sólo cuatro meses habían sido la gota que había
colmado mi paciencia. Sí: mi paciencia. No la de los suyos. Qué osado por mi
parte. Días después de la cornada de Vitigudino escribí aquel artículo
demoledor. No entendía lo que estaba sucediendo. Veía en Fortes a un torero de
enorme valor pero de una torpeza infinita. Veía a Fortes siempre cogido por su
evidente lentitud de movimientos. Me daban miedo las piernas perezosas del
torero delante del toro. Y no era normal que un torero tan joven llevara ya
tantas cornadas en su cuerpo. Aquello había que pararlo. Qué osado y qué
valiente por mi parte.
Recuerdo
que días después de aquel artículo tan valiente por mi parte recibí una
llamada. Una llamada que me puso en mi sitio. Aquella llamada fue como el buen
toreo: suave, sin violencia, sin estridencias. Templada. Muy templada. Una voz
femenina al otro lado del hijo telefónico me explicó cómo eran las cosas en el
mundo de Fortes. Cuáles eran sus valores. Cuál era su lucha diaria. Los porqués
de esa supuesta torpeza que yo veía en el buen torero malagueño. Aquella voz
unida en sangre al torero me dijo aquel día que no tenía ninguna duda de que
Saúl lo iba a conseguir y que ni siquiera ellos que eran los que más sufrían
cada tarde por él le podían decir que abandonara su sueño, cuánto ni menos un
perfecto desconocido como yo. Con aquella mano dura pero templada y suave me
hicieron humillar y meter la cabeza por donde no quería. Como esos toros mansos
con genio pero con fondo noble en manos de un buen torero.
Hoy
Fortes no es figura del toreo. Todavía no lo ha conseguido, y yo sinceramente
tengo mis dudas de que algún día lo pueda llegar a conseguir. Y es que en este
mundo del toro, la suerte y otros factores volátiles cuentan más de lo que nos
imaginamos. Aun así y visto lo que ha llegado a superar todos estos años, lo
que ha llegado a conseguir, el momento en el que ahora está, yo me pregunto: ¿Y
qué más da? ¿Hace falta que un torero así se ponga en figura para ser
reconocido por el buen aficionado? Para mí al menos no. Fortes es figura en
muchos sentidos, aunque todavía no lo sea en el toreo, cosa que quizás sea lo
menos importante para él en este momento. Ahora cada tarde que actúa es una
lección para todo el mundo. Y no sólo de toreo, que también.
El ejemplo de Fortes está ahí. Su humildad y su lucha
están ahí. Su espíritu de superación está ahí. Lo demás llegará o no llegará.
El dinero, las fincas. Llegarán o no llegarán. Será el tiempo el que lo diga.
Este es su momento. Su mejor momento. La culminación de una lucha sin cuartel
durante todos estos años. Tiene el reconocimiento del aficionado. Tiene el
reconocimiento del profesional. Tiene todo lo que un buen torero tiene que
tener. Y todo porque sí. ¿Qué más da lo demás?