jueves, 11 de diciembre de 2014

¿Estamos tontos o qué?

Hacía tiempo que quería reflexionar sobre un asunto en concreto. Algo importante. Un tema que es muy indicativo de cómo se encuentra la Fiesta de los Toros en la actualidad. Hablo de Madrid. Y es que Las Ventas ya no es lo que era. No porque no se sigan produciendo los éxitos y los fracasos sobre su ruedo. Más bien es por la poca repercusión que tienen los primeros y la mucha que tienen los segundos. Yo, afortunadamente, soy todavía joven. Pero ello no me ha impedido poder ver con mis propios ojos cómo un torero que daba una vuelta al ruedo en Madrid automáticamente tenía veinte o treinta contratos encima de la mesa. Si se cortaba una oreja entonces el matador en cuestión se pegaba dos temporadas dando la vuelta a España contratado en todas las ferias. Y si en vez de una eran dos orejas, ese torero salía lanzado de Madrid casi en figura y no eran dos, sino tres o cuatro vueltas las que se daba toreando por todas las plazas del país. Cierto es que luego es muy difícil mantener ese ritmo y muchos novilleros y matadores han terminado disolviéndose en el olvido. Se me vienen a la memoria los casos de Manolo Carrión y sus tres orejas en el san Isidro de 1993 o Rafael de Julia en el del 2001. Claro que todos no pueden ser César Rincón, Joselito, Ponce o José Tomás. Quizá a Manolo y a Rafael les pudiera la presión. Quizá no tuvieran la suerte necesaria que se requiere en este difícil mundo. Quizá no supieron o no pudieron resolver la papeleta en otros sitios clave para poder mantener su estatus de triunfadores en Madrid y por ello llegó la ruina a sus carreras. Pero al menos gozaron durante un tiempo del privilegio de verse anunciados en los mejores carteles. Hoy, para que un triunfo en Madrid valga, tiene que ser muy rotundo y saber mantenerlo durante varias temporadas. Actualmente dar una vuelta al ruedo o cortar una oreja en Las Ventas no vale para nada. Y esto está ocurriendo desde hace unos seis o siete años. Estoy de acuerdo en que la reducción considerable de festejos debido a la crisis económica y taurina ha influido mucho. Pero ni tanto ni tan calvo. Se le está dando tan poca importancia a estar bien en una plaza importante que esto se ha tornado peligroso. Creo que en los últimos años se ha instaurado entre el taurineo reinante una deshumanización taurina sin precedentes. Ya casi nada importa. Ante esto yo me pregunto: ¿Estamos tontos o qué? ¿Tan poca importancia tiene el estar bien en una plaza de máxima relevancia? Por favor... Ahí están los casos de Pepe Moral, Serafín Marín, Paco Ureña, Eugenio de Mora, Leandro, Juan del Álamo, Ángel Teruel, Luis Miguel Encabo, Pérez Mota, Miguel Tendero, López Simón o Diego Urdiales. Toreros que han tenido actuaciones sensacionales en los últimos meses en Madrid y que están toreando nada más que cuatro o cinco corridas de toros al año, cobrando poco y mal y aguantando las ratonerías de ciertos empresarios taurinos. A decir verdad, algunas de esas orejas de algunos de esos matadores han sido algo discutidas por un sector de la afición venteña. Aun así han sido orejas de Madrid. Pero si los triunfos no cuentan, los fracasos lo hacen de más. Un torero que hoy esté mal en Madrid, automáticamente se le entierra en el más absoluto de los olvidos, sin tener en cuenta que es humano y que como humano tiene derecho a estar mal y a equivocarse. Pero no sólo el torero. También el abogado, el médico, el albañil o el mecánico. Todos sin distinción. Creo que hay que ser más comprensivo algunas veces y que cuando en una plaza de toros hay una bronca hacia un matador -las broncas siempre han sido también muy toreras y, cada vez hay menos-, hay que saber esperar a la siguiente vez que se ponga el traje de luces. Reflexiona un poco amigo: si Madrid no tiene repercusión, ¿qué nos queda?, ¿a qué nos agarramos? Con todos mis respetos hacia las demás plazas de toros del mundo, ¿qué coso es más importante en cuanto a triunfos que la plaza de toros de Las Ventas? Exacto. La respuesta es ninguno, y creo que no es el momento ni el lugar para explicar porqué Madrid es tan importante, aunque algún día prometo escribir sobre ello y explicarlo a mi manera. Aun así, doy por hecho que todos lo sabéis. Estamos tontos. Los empresarios están tontos, mejor dicho. Es para pensárselo y darle vueltas. Aunque si se le da muchas, al final se llega a la conclusión de que sí, de que nos hemos vuelto todos tontos de remate...

lunes, 1 de diciembre de 2014

La guerra de las perras...

Esa creo yo que es la raíz del problema en el egocéntrico mundo del toro: las perras. Voy a intentar no ser destructor. Tampoco seductor. Los empresarios dicen que la Fiesta está en quiebra y que esto se acaba si no se abaratan costes y las figuras cobran menos. Los toreros dicen que están dispuestos a rebajar sus honorarios pero siempre y cuando esa rebaja no sirva para enriquecer al empresario. Los subalternos ya se rebajaron y no piensan hacerlo más. Los ganaderos hace tiempo que no ven un duro por sus toros, y los cuatro o cinco que sí lo ven tampoco están ricos de esto. Total que la tarta es muy pequeña y hay tortas por el mayor trozo. Verás como acabará en el suelo y no se la comerá nadie al final. No le quito la razón a los empresarios en sus argumentos porque básicamente la tienen. Que sí, que tenemos que remar todos hacia el mismo lado. Que hay que defender la Fiesta y no ofrecer signos de debilidad. Que no tenemos que tirarnos piedras en nuestro propio tejado. Que si tal, que si Pascual...Todo eso está muy bien. Y yo lo apoyo. Pero también hay que denunciar cómo está esto y advertir sobre el futuro incierto que nos espera en lo tocante a la Tauromaquia. Más que esos supuestos toreros que cobran mucho y, según Anoet, no se enteran de la película, el llamamiento debe ir dirigido a los políticos. A esos personajillos que, entre corruptelas varias, están mirando hacia otro lado y están estrujando a la Tauromaquia con sus abusivos impuestos. Por que no nos confundamos. El torero, la figura del Toreo, tiene todo el derecho del mundo a exigir el dinero que quiera. Para eso es el que pasa miedo y el que se juega la vida. No yo, ni tú, ni el empresario. Y este, o su colectivo en general, tiene el derecho también y la libertad de satisfacer sus pretensiones económicas o no. Ellos son los que montan el espectáculo. Los que se arriesgan. Los que pueden ganar o perder. Y en el mundo empresarial no hay nada escrito. Por lo tanto, veo bien que se ataque a la Administración para que tomen consciencia de que hay que rebajar el coste de este espectáculo. Lo que no veo tan bien es que se ataque gratuitamente a los toreros. Más si cabe cuando muchos de ellos -por no decir la mayoría-, cobran poco o nada en sus actuaciones. ¿Que las figuras no llenan? Cierto. ¿Que deberían cobrar según la taquilla que generasen? Pues sería lo ideal. ¿Que debería haber un reparto equitativo entre toreros y ganadero en cada corrida en base a los dineros que se recaudaran? Perfecto. Pero no nos engañemos. Eso va a ser imposible. Por lo tanto, es absurdo intentar convencer a los toreros de estas cosas. Como digo, tienen el derecho a pedir lo que quieran. La última decisión la tiene el empresario. Él puede saltar a la piscina o no. Y si ve que el espectáculo no es rentable pues se cierra el chiringuito. Dime: ¿qué ocurre cuando una empresa de cualquier otro sector no funciona? ¿Cierra no? Pues aquí igual. Por mucho que nos duela. Y si algún día cualquier plaza importante tiene que cerrar sus puertas porque no es viable económicamente -no por absurdas imposiciones políticas- , pues se cierra y punto. Qué le vamos a hacer. Por tanto, la raíz del problema está en el alto coste de un espectáculo taurino. Si valiera la mitad montarlo, a lo mejor los empresarios también rebajaban el precio de las entradas y en consecuencia iría más gente. Todo es una cadena. Los toreros que pidan lo que quieran. Otra cosa es que se lo den. Lo que está claro es que esto es una guerra de perras. Perras que faltan. Perras de más. Me pides muchas perras. Yo quiero más perras que tú. Con mis perras no te enriqueces. Ni tú tampoco. En fin. Lo de siempre. Poderoso caballero...