viernes, 28 de febrero de 2014

Los valores de la Fiesta...

La Fiesta no es un espectáculo de nuestros días. Sí amigo. Eso he dicho. Pensarás que estoy loco. Lo estoy. Pensarás que soy un antitaurino escondido tras las matas de una supuesta afición a la Tauromaquia. De momento aún no lo soy. Y digo bien: de momento. Tras lo dicho, creo que te debo una explicación. La Fiesta no es un espectáculo de nuestros días. Me he vuelto a repetir. Perdón. Me voy a explicar mejor. La sociedad ha cambiado. Eso es más que evidente. Y si bien es cierto que en muchos aspectos ese cambio ha sido para mejor, en el caso de nuestra Fiesta ha sido para peor. Y esto que digo es opinión personal. Evidentemente no debe ser la tuya. La Fiesta de los Toros siempre ha llevado cosidos a sus faldas una serie de valores que hoy ya casi no existen. Sacrificio, lucha, dignidad, valor, sufrimiento, entrega, verdad...La Fiesta siempre ha sido una representación de la vida real. La vida y la Tauromaquia es lo mismo: un enfrentamiento con la realidad. Con la lucha por superarse día a día. Con la muerte. Hoy en día todo eso se ha perdido. La sociedad evita la realidad a toda costa. La sociedad no quiere saber nada de la muerte, algo que en cambio está presente día tras día en la vida y en una plaza de toros. Los aficionados nos quejamos que de que los jóvenes no van a los toros. Y es cierto. No van. ¿Por qué? Sencillamente porque no se identifican con los valores de la Fiesta, que son los de la vida misma. Como te he dicho antes, la sociedad ha cambiado. Demasiado. Sin embargo, aquellos que podrían mantener esos valores, están ayudando con sus estrategias y comportamientos a que no sea así. Los taurinos en general y los toreros en particular (algunos, no todos) están intentando "modernizar" este espectáculo como si la Tauromaquia pudiera compararse con cualquier otro, que ni por asomo es el caso. La Tauromaquia no tiene nada que ver con cualquier cosa conocida. La Tauromaquia es sagrada. Es un milagro de la vida. No obstante, algunos quieren meternos en la cabeza que esto se puede modernizar, equiparando por ejemplo la temporada de un torero con la gira musical de un grupo de rock. Jamás se ha visto que antes de comenzar la temporada, un torero haya dicho dónde va a torear sus equis tardes. Como digo amigo, eso es cosa de otros espectáculos. Esta última generación de toreros está haciendo poco por mantener los valores de la Fiesta. Y algunos lo demuestran con creces. Los toreros ya no se visten de corto en los tentaderos. Van de calle. Los toreros ya no juegan al frontón. Ahora juegan al golf. Todo por darle un toque de "modernidad" a la Fiesta. Todo por adaptarla a nuestros días e intentar enganchar a ella a los más jóvenes, cuando a estos lo que realmente no les gusta es la sangre. Cuántos chavales me habrán dicho que no van a los toros porque es un espectáculo asqueroso donde hay mucha sangre, se maltrata y se mata vilmente a un animal. Evidentemente, en su interior no existen los valores tan importantes de la Fiesta ni los de sociedades pasadas. Es inútil que algunos toreros estén intentando adaptar la Tauromaquia a la sociedad tecnológica del momento. No lo van a conseguir por esos caminos. Un día, un adolescente me dijo, muy serio él, que a lo mejor la única forma de modernizar esto y conseguir que fueran jóvenes a la plaza sería quitando la sangre y la muerte de este espectáculo y que muy posiblemente el muchacho o muchacha de quince, dieciséis, diecisiete o dieciocho años iría a una corrida de toros si los cuernos de este fueran modificados y no supusieran peligro alguno para el que se pone delante. Tras esas palabras lo comprendí todo. Las generaciones venideras carecen de los valores fundamentales de la Fiesta. Triste pero real. Es por ello que no me parece bien que se esté intentando equiparar este espectáculo a la sociedad actual porque nada tiene que ver con ella. Aquí se muere de verdad. Aquí hay unos valores auténticos, los que no hay en la juventud del presente. Por ello, dejen de intentar lo imposible. La Tauromaquia es una religión, no un deporte ni un concierto de rock. El problema es que, como dice el refrán, un tonto hace cientos y en esto del toro se cumple al cien por cien. Dicho esto, el que quiera ir a los toros que vaya. El que se identifique con los valores de la Tauromaquia mejor para él. Si esta Fiesta tiene que morir que sea porque ya no hay personas que reconozcan los valores de este espectáculo, no porque nosotros (toreros, taurinos, prensa y aficionados) la matemos con nuestras tonterías y paripés. Quién sabe. A lo mejor un día la sociedad cambia y se vuelve más pura y auténtica. Lo dudo mucho, pero como dice el refrán, de ilusión también se vive.

sábado, 15 de febrero de 2014

Y Valdemorillo colmó el vaso...

Estalló la guerra amigo. Te prometo que esta semana te iba a hablar de otro tema pero no he podido evitar mirar hacia otro lado. El vaso se ha ido llenando desde hace mucho tiempo hasta que el pasado viernes por la noche el agua se salió e inundó toda la mesa. Es más: al cogerlo nos explotó en las manos. Llamarme aguafiestas: lo soy. Te prometo que algún día te contaré algo agradable. Te explico. El fin de semana pasado se celebró la mini Feria taurina de Valdemorillo. El ciclo comenzó el viernes con una novillada de Prieto de la Cal. Dicha novillada, para ser sincero, fue un fiasco en líneas generales, exceptuando el cuarto novillo que a mi particularmente me gustó. Y el lío no se hizo esperar. Una rápida mirada al Twitter y el teléfono móvil me ardió en las manos. Se acababa de iniciar una guerra feroz entre toristas y toreristas. Y todo por una frase de Miguel Angel Perera en la que venía a decir que con este tipo de novillo de encaste minoritario no se podía triunfar. Según él los chavales se habían estrellado contra lo que a todas luces sobraba en la cabaña brava. Imagínate. Que si Perera es un tal, que si Perera es un Pascual, que si odia los encastes minoritarios, que si sólo le gusta Domecq, etc. Vamos, que se armó la mundial. Todo el mundo sabe -al menos quien se toma la molestia de leerme-, que me considero un aficionado torista. Defiendo al toro por encima de todo. Defiendo la diversidad de encastes. Ojo, no odio a los toreros, como hay gente que piensa. Les alabo y les critico sea el que sea cuando tengo que hacerlo. Los valoro y mucho porque contrariamente a lo que muchos piensan se juegan la vida. Perera no es una excepción en mi reconocimiento a los que cada tarde se ponen el chispeante. Pero eso no quita que no me pareciera bien que sin venir a cuento prendiera la mecha de una bomba que terminó por dejarnos sordos a todos. Está claro que todo el mundo tiene y puede dar una opinión sobre lo que sea, y en su caso y si se trata de toros él puede que esté más legitimado que nadie para darla. Su carrera taurina le avala. Lo que no me pareció bien, y menos a través de las redes sociales, es que usase ese estatus para atacar -y es una opinión personal-, a una ganadería como Prieto de la Cal. Sabemos que esta ganadería no pasa por un buen momento. Sabemos que su ganadero no tiene ninguna fuerza en los despachos. Me pregunto si hubiera pasado lo mismo con otra ganadería. Jamás le he leído ni oído a Perera ni a ningún compañero suyo, preferentemente "figura", poner a parir una novillada o corrida de toros del encaste Domecq. Y creerme que todos los días hay petardos de estas ganaderías tan gordos o más que los de las ganaderías de encastes minoritarios. Pero claro, despotricar contra Prieto de la Cal es fácil. Como digo, su fuerza en los despachos y en las ferias es nulo. Desgraciadamente don Tomás y su excelente madre la Marquesa de Seoane no tienen el poder necesario para quitar o poner toreros a su gusto, como hacen otros ganaderos "de postín". ¡Cualquiera se mete con Juan Pedro, Jandilla o Garcigrande!, por poner un ejemplo. Como dice una frase muy nuestra, ¡no hay huevos! Como podéis imaginar, minutos después de las palabras del diestro extremeño en Twitter, se desató una batalla campal dialéctica a favor y en contra de las mismas. Hubo incluso quien rebasó el límite del respeto y pidió encarecidamente que este tipo de ganaderías minoritarias desaparezcan. Discusiones aparte, respeto la opinión de Perera aunque no la comparta y como le dije a través de las redes sociales, lo que se le ha reprochado es que atacara de esa manera al toro, ese animal que le ha dado todo lo que tiene, independientemente de la ganadería que sea. ¿Dónde está el respeto de los toreros por la historia del toro? En algunas ocasiones como la del otro día, en ningún lado. Por si fuera poco, la noche anterior, tras el programa "68 pasos" que dirige Marco Rocha junto con El Fundi, y cuyo invitado fue Jesulín de Ubrique, El Juli contestó con otro tweet a las críticas del torero gaditano sobre el G5 y su ausencia de Sevilla. Jesulín dijo que no entendía esa postura tan radical que habían tomado las cinco figuras y El Juli soltó un "no me extraña que no lo entienda". Vamos que poco más o menos le llamó tonto. Puedes estar de acuerdo o no con lo que dijo Jesulín, pero lo que quedó muy claro es que para el líder del grupo quien no piensa como él o están equivocados o son tontos. ¡Viva la libertad de expresión!. Follones aparte, creo que los toreros no deben entrar en estas polémicas y menos en las redes sociales. ¿Dónde está la famosa elegancia de los toreros? ¿Dónde están las buenas formas y la discreción de los que se visten de luces y se juegan la vida? ¿Dónde está la espiritualidad del toreo? Por mucho que lo intento no me imagino a Curro Romero, Antoñete, Julio Robles, Manzanares padre, César Rincón, Enrique Ponce o José Tomás rebajándose a esos niveles en sus épocas de esplendor. Juli y Perera se han equivocado. Es más, creo que se les está yendo de las manos eso de "modernizar la Fiesta" que tanto les preocupa y por lo que tanto están luchando. Si modernizar la Fiesta es soltar frases polémicas en Twitter o hacer "giras" taurinas de treinta tardes al modo de un grupo de rock, me van a disculpar pero yo me quedaré siempre en la edad de piedra del toreo. A veces creo que me he equivocado de época y mi mente busca desesperadamente otros momentos de mayor esplendor de la Fiesta. Quién sabe: a lo mejor un día inventan la manera de viajar en el tiempo y con sólo apretar un botón puedo volver donde a mi me plazca. Ojalá que cuando quiera volver a nuestros días se rompa la máquina y ya no pueda regresar. Total, pa' lo que hay que ver...

domingo, 2 de febrero de 2014

Erre que erre...

Soy un pesado. Lo sé. Lo admito. Reconozco mi defecto. Me declaro pesado aquí y ahora. No tengo remedio. Sólo por este motivo y porque día a día se van conociendo más detalles del culebrón taurino del invierno, vuelvo a hablar de Sevilla y sus dolores. Del G5 y sus diatribas. De los cinco “mandamases” y sus comunicados. Sí amigo, esos que se han puesto de moda en la última semana. Esos que nos alegran la vida y dan sentido a nuestros días de aburrimiento taurino. Esos que junto con otros rumores están haciendo de Sevilla la capital mundial del Toreo. Al menos por ahora. Y es que poco a poco y a cuentagotas se están sabiendo cada vez más cosas a cerca de la estrategia de los cinco toreros que han puesto en jaque la Feria del coso del Baratillo. Escaldado por el fracaso del G10 hace dos años, se afirma en los corrillos indiscretos que el cabecilla del grupo, que todo el mundo conoce de sobra, ha atado y bien atado a los otros cuatro toreros mediante un presunto documento notarial que les obliga a permanecer lejos de la empresa Pagés. Dicen que en ese documento hay una presunta cláusula de elevado valor: todo aquel que abandone el grupo y se contrate con la citada empresa a corto, medio o largo plazo deberá pagar una multa por un valor de un millón de euros. ¿Qué te parece? ¿A que está bien pensado eh? Lo que no tengo claro es dónde iría a parar esa calderilla en caso de producirse la inesperada espantada de alguno de los cinco toreros. Imagino que a repartir entre los restantes miembros. Son las cosas de ser un poco corto de entendederas. Hablo de mí, evidentemente. No obstante, lo que sí tengo claro es que uno de esos cinco ya se está arrepintiendo de su decisión de no ir a Sevilla. Sí amigo, acertaste: don José María Manzanares. Hace ya bastantes días, un buen amigo de Sevilla me dijo que dos de los cinco se estaban empezando a arrepentir de secundar sin rechistar las decisiones del jefe de la tribu. Uno ya lo he dicho y el otro es de Sevilla. Ambos han sido los dos toreros más consentidos en los últimos años por la empresa Pagés. Blanco y en botella querido lector. No hace falta ir a Salamanca, como decía un “maestro escuela” que yo tuve en mi niñez. El reciente comunicado por el que Manzanares expone los motivos de su ausencia de Sevilla es irrisorio. Puedo entender y entiendo el de Perera -en caso de ser cierto todo lo que dice-. Incluso el reciente de El Juli, que lo respeto aunque no lo comparto. Ambos podrían justificar su ausencia de Sevilla por las supuestas “putadas” que les ha hecho en los últimos años la empresa de los cuñados Eduardo Canorea y Ramón Valencia. Ellos quizá. Manzanares no. Resulta que según el alicantino, a él la empresa siempre le ha tratado de lujo pero como a sus compañeros les han puteado él se solidariza con ellos y no va a Sevilla. Toma ya. Y lo mismo los demás. Por esa regla de tres tampoco deberían torear en Castellón después del maltrato público al que ha sido sometido Javier Castaño. Claro que Castaño no es “figura”. Claro que Castaño no es “amigo”. ¿Quién es Castaño? No quiero hacer aquí de abogado del diablo, ni de defensor de Canorea y Valencia. Las formas que utilizó el primero en la rueda de prensa en la cual según los toreros ofendió su dignidad no fueron las correctas. De acuerdo. Pero aún así yo creo que no se metió con nadie. Si acaso con José Tomás que fue al que mandó al Senegal. Con los otros cinco no considero que se pasara de la raya. Tan sólo dijo las verdades que un gran sector de la afición queríamos oír. Pero claro, las verdades duelen. ¡Ojo!, que Canorea tampoco es un santo. Para hacer honor a la verdad, es justo decir en su contra que todos los años tiene líos con algún torero en cuanto a la contratación. Mismamente el año pasado fue con Fandiño, que no fue a la Feria por desavenencias insalvables entre apoderado y empresarios. José Tomás lleva un montón de años sin ir a Sevilla. Ponce, supuestamente por motivos personales, tampoco. Pablo Hermoso de Mendoza dice que no va nunca porque en esa época del año está todavía haciendo temporada americana. Y muy cierto que es. Hasta Curro Romero las tuvo tiesas con la empresa Pagés poco antes de retirarse del toreo llegando a decir que a él no le trataban como a una caja de pescado. ¿Justificados todos los casos? Podría ser. Pero cuanto menos curiosa tanta ausencia de primeras figuras. Curiosamente, este año además coincide la feria mejicana de Aguascalientes -donde se suponen van a refugiarse los cinco magníficos- con la de Sevilla. (Por si faltaba poco). Y ahí es donde están planeando juntarse todos y desviar la atención del aficionado en pro de ellos y en contra de la Feria de la capital hispalense. (Juli, Morante y Talavante ya están contratados. Faltan Perera y Manzanares). Pero no todo van a ser críticas a la empresa de Canorea y Valencia. A favor hay que decir también que es la única que no paga con pagarés de los de nunca cobrar, como la mayoría de empresas taurinas que tras un cierto tiempo sin dar señales de vida le dicen a los toreros "si te he visto no me acuerdo". Claro que eso no es un dato importante para las cinco mal llamadas “figuras del toreo”. Concluyo amigos. Ya lo dije en otra ocasión pero lo repito con otras palabras: particularmente pienso que se han pasado con el órdago a los Maestrantes forzándoles a que prescindan por la fuerza de la empresa Pagés con la amenaza de no volver a pisar el albero sevillano. Entiendo que haya desacuerdos entre toreros a nivel particular y empresarios. Lo que no entiendo es que se junten cinco toreros “amigos”, unidos por el compadreo y se rían de una afición. Y menos en los momentos tan delicados por los que atraviesa la Fiesta. Si a uno lo han tratado mal en años anteriores que no vaya, pero que no se nieguen a ir otros a los que sí han tratado bien. Ningún torero o grupo de toreros está legitimado para poner en jaque a una empresa o a una afición. Y menos de forma conjunta. Eso es de cobardes. Eso es como ir cinco tíos a pegarle a uno solo. Vayan de uno en uno si es que tienen motivos y valor suficiente. Nadie tiene derecho a jugar con el pan de una familia. Y lo que es más grave aún: nadie tiene derecho a jugar con el pan de varias familias. Y es que cada uno debe de mandar en su hambre, no en la de los demás.