jueves, 11 de diciembre de 2014

¿Estamos tontos o qué?

Hacía tiempo que quería reflexionar sobre un asunto en concreto. Algo importante. Un tema que es muy indicativo de cómo se encuentra la Fiesta de los Toros en la actualidad. Hablo de Madrid. Y es que Las Ventas ya no es lo que era. No porque no se sigan produciendo los éxitos y los fracasos sobre su ruedo. Más bien es por la poca repercusión que tienen los primeros y la mucha que tienen los segundos. Yo, afortunadamente, soy todavía joven. Pero ello no me ha impedido poder ver con mis propios ojos cómo un torero que daba una vuelta al ruedo en Madrid automáticamente tenía veinte o treinta contratos encima de la mesa. Si se cortaba una oreja entonces el matador en cuestión se pegaba dos temporadas dando la vuelta a España contratado en todas las ferias. Y si en vez de una eran dos orejas, ese torero salía lanzado de Madrid casi en figura y no eran dos, sino tres o cuatro vueltas las que se daba toreando por todas las plazas del país. Cierto es que luego es muy difícil mantener ese ritmo y muchos novilleros y matadores han terminado disolviéndose en el olvido. Se me vienen a la memoria los casos de Manolo Carrión y sus tres orejas en el san Isidro de 1993 o Rafael de Julia en el del 2001. Claro que todos no pueden ser César Rincón, Joselito, Ponce o José Tomás. Quizá a Manolo y a Rafael les pudiera la presión. Quizá no tuvieran la suerte necesaria que se requiere en este difícil mundo. Quizá no supieron o no pudieron resolver la papeleta en otros sitios clave para poder mantener su estatus de triunfadores en Madrid y por ello llegó la ruina a sus carreras. Pero al menos gozaron durante un tiempo del privilegio de verse anunciados en los mejores carteles. Hoy, para que un triunfo en Madrid valga, tiene que ser muy rotundo y saber mantenerlo durante varias temporadas. Actualmente dar una vuelta al ruedo o cortar una oreja en Las Ventas no vale para nada. Y esto está ocurriendo desde hace unos seis o siete años. Estoy de acuerdo en que la reducción considerable de festejos debido a la crisis económica y taurina ha influido mucho. Pero ni tanto ni tan calvo. Se le está dando tan poca importancia a estar bien en una plaza importante que esto se ha tornado peligroso. Creo que en los últimos años se ha instaurado entre el taurineo reinante una deshumanización taurina sin precedentes. Ya casi nada importa. Ante esto yo me pregunto: ¿Estamos tontos o qué? ¿Tan poca importancia tiene el estar bien en una plaza de máxima relevancia? Por favor... Ahí están los casos de Pepe Moral, Serafín Marín, Paco Ureña, Eugenio de Mora, Leandro, Juan del Álamo, Ángel Teruel, Luis Miguel Encabo, Pérez Mota, Miguel Tendero, López Simón o Diego Urdiales. Toreros que han tenido actuaciones sensacionales en los últimos meses en Madrid y que están toreando nada más que cuatro o cinco corridas de toros al año, cobrando poco y mal y aguantando las ratonerías de ciertos empresarios taurinos. A decir verdad, algunas de esas orejas de algunos de esos matadores han sido algo discutidas por un sector de la afición venteña. Aun así han sido orejas de Madrid. Pero si los triunfos no cuentan, los fracasos lo hacen de más. Un torero que hoy esté mal en Madrid, automáticamente se le entierra en el más absoluto de los olvidos, sin tener en cuenta que es humano y que como humano tiene derecho a estar mal y a equivocarse. Pero no sólo el torero. También el abogado, el médico, el albañil o el mecánico. Todos sin distinción. Creo que hay que ser más comprensivo algunas veces y que cuando en una plaza de toros hay una bronca hacia un matador -las broncas siempre han sido también muy toreras y, cada vez hay menos-, hay que saber esperar a la siguiente vez que se ponga el traje de luces. Reflexiona un poco amigo: si Madrid no tiene repercusión, ¿qué nos queda?, ¿a qué nos agarramos? Con todos mis respetos hacia las demás plazas de toros del mundo, ¿qué coso es más importante en cuanto a triunfos que la plaza de toros de Las Ventas? Exacto. La respuesta es ninguno, y creo que no es el momento ni el lugar para explicar porqué Madrid es tan importante, aunque algún día prometo escribir sobre ello y explicarlo a mi manera. Aun así, doy por hecho que todos lo sabéis. Estamos tontos. Los empresarios están tontos, mejor dicho. Es para pensárselo y darle vueltas. Aunque si se le da muchas, al final se llega a la conclusión de que sí, de que nos hemos vuelto todos tontos de remate...

lunes, 1 de diciembre de 2014

La guerra de las perras...

Esa creo yo que es la raíz del problema en el egocéntrico mundo del toro: las perras. Voy a intentar no ser destructor. Tampoco seductor. Los empresarios dicen que la Fiesta está en quiebra y que esto se acaba si no se abaratan costes y las figuras cobran menos. Los toreros dicen que están dispuestos a rebajar sus honorarios pero siempre y cuando esa rebaja no sirva para enriquecer al empresario. Los subalternos ya se rebajaron y no piensan hacerlo más. Los ganaderos hace tiempo que no ven un duro por sus toros, y los cuatro o cinco que sí lo ven tampoco están ricos de esto. Total que la tarta es muy pequeña y hay tortas por el mayor trozo. Verás como acabará en el suelo y no se la comerá nadie al final. No le quito la razón a los empresarios en sus argumentos porque básicamente la tienen. Que sí, que tenemos que remar todos hacia el mismo lado. Que hay que defender la Fiesta y no ofrecer signos de debilidad. Que no tenemos que tirarnos piedras en nuestro propio tejado. Que si tal, que si Pascual...Todo eso está muy bien. Y yo lo apoyo. Pero también hay que denunciar cómo está esto y advertir sobre el futuro incierto que nos espera en lo tocante a la Tauromaquia. Más que esos supuestos toreros que cobran mucho y, según Anoet, no se enteran de la película, el llamamiento debe ir dirigido a los políticos. A esos personajillos que, entre corruptelas varias, están mirando hacia otro lado y están estrujando a la Tauromaquia con sus abusivos impuestos. Por que no nos confundamos. El torero, la figura del Toreo, tiene todo el derecho del mundo a exigir el dinero que quiera. Para eso es el que pasa miedo y el que se juega la vida. No yo, ni tú, ni el empresario. Y este, o su colectivo en general, tiene el derecho también y la libertad de satisfacer sus pretensiones económicas o no. Ellos son los que montan el espectáculo. Los que se arriesgan. Los que pueden ganar o perder. Y en el mundo empresarial no hay nada escrito. Por lo tanto, veo bien que se ataque a la Administración para que tomen consciencia de que hay que rebajar el coste de este espectáculo. Lo que no veo tan bien es que se ataque gratuitamente a los toreros. Más si cabe cuando muchos de ellos -por no decir la mayoría-, cobran poco o nada en sus actuaciones. ¿Que las figuras no llenan? Cierto. ¿Que deberían cobrar según la taquilla que generasen? Pues sería lo ideal. ¿Que debería haber un reparto equitativo entre toreros y ganadero en cada corrida en base a los dineros que se recaudaran? Perfecto. Pero no nos engañemos. Eso va a ser imposible. Por lo tanto, es absurdo intentar convencer a los toreros de estas cosas. Como digo, tienen el derecho a pedir lo que quieran. La última decisión la tiene el empresario. Él puede saltar a la piscina o no. Y si ve que el espectáculo no es rentable pues se cierra el chiringuito. Dime: ¿qué ocurre cuando una empresa de cualquier otro sector no funciona? ¿Cierra no? Pues aquí igual. Por mucho que nos duela. Y si algún día cualquier plaza importante tiene que cerrar sus puertas porque no es viable económicamente -no por absurdas imposiciones políticas- , pues se cierra y punto. Qué le vamos a hacer. Por tanto, la raíz del problema está en el alto coste de un espectáculo taurino. Si valiera la mitad montarlo, a lo mejor los empresarios también rebajaban el precio de las entradas y en consecuencia iría más gente. Todo es una cadena. Los toreros que pidan lo que quieran. Otra cosa es que se lo den. Lo que está claro es que esto es una guerra de perras. Perras que faltan. Perras de más. Me pides muchas perras. Yo quiero más perras que tú. Con mis perras no te enriqueces. Ni tú tampoco. En fin. Lo de siempre. Poderoso caballero...

domingo, 16 de noviembre de 2014

Hasta siempre Maestro...

Poco más puedo añadir a todo lo que se ha dicho durante estos días sobre el Maestro Manzanares. Todo el toreo ha hablado. Y muy bien además. Los adjetivos se han desbordado y en ocasiones se han quedado cortos para describir lo que ha sido y lo que ha significado para la Fiesta el Maestro de Alicante. Pero de todo lo que se ha dicho, quizás yo me quedaría con lo que dijo sobre Josemari el también Maestro con mayúsculas don Paco Camino: “a Manzanares le sobró lo que a otros les faltó: torería”. Ahí queda eso. La elegancia, el empaque, el magisterio, la chulería torera, el saber estar, la seducción, el temple, la técnica...Todo eso lo tuvo a raudales, pero lo que más tuvo fue torería. Mucha torería. Dentro y fuera de la plaza. Yo, evidentemente, no voy a repetir aquí todo lo que ya se ha dicho. Simplemente y desde mi experiencia como aficionado, voy a homenajear al Maestro a mi manera, relatando dos hechos puntuales de mi vida en los que la presencia y la entrega de Josemari me impactaron sobremanera. Al lío pues. Hace muchos años ya -yo tenía como siete u ocho años tan sólo-, mi padre me llevó al hotel Los Llanos de Albacete a ver a su amigo Julio Robles. Ambos mantenían una muy buena relación desde que a mediados de los setenta habían hecho el Servicio Militar juntos en la Brigada Paracaidista. Aquella tarde toreaba Julio en Albacete y en el cartel estaba anunciado también José María Manzanares. Recuerdo perfectamente que cuando estábamos en el hall del hotel hablando con Julio llegó Josemari. Aquel hombre me impresionó. Si ya de por sí estaba impactado por la presencia de Julio Robles -otro pedazo de torero con una planta impresionante-, lo de Manzanares fue simplemente de caérseme la baba. Llegó, se paró unos segundos a saludar a Julio, este le presentó a mi padre y a mí y a continuación me hizo una carantoña cogiéndome cariñosamente de la nariz. Recuerdo perfectamente aquel pelo repeinado hacia atrás, aquel perfume caro, aquella figura firme, arrogante, derecha como una vela, elegante a más no poder. Aquellos andares al marcharse cargados de torería y elegancia. En ese mismo momento percibí que desprendía un áura que sólo desprenden unos pocos elegidos. Los privilegiados. Los tocados con la varita mágica de Dios. Los héroes de verdad. En aquel momento era ya Roblesista confeso, pero desde ese mismo instante me hice Manzanarista eterno. Aquel hombre me había seducido por completo. Unos años después, concretamente el 1 de mayo de 1992 en Sevilla, volvió a dejar una huella indeleble en aquella alma sensible y cristalina que era la mía. Aquella tarde de la Feria de Abril de Sevilla toreaban en La Maestranza el mismo José Maria Manzanares, Pedro Gutierrez Moya “El Niño de la Capea” y José Ortega Cano con toros de don Atanasio Fernández. El primer toro de aquella aciaga tarde, “Cabatisto” de nombre, con el número 27 y de 598 kg de peso, corneó mortalmente en el primer par de banderillas al peón de confianza de Manzanares, el gran banderillero valenciano Manolo Montoliú, que a pesar de ello y antes de ser cogido clavó un soberbio par de banderillas en toda la cara y en todo lo alto. Tras ser este llevado a la enfermería entre la confusión y la consternación de los allí presentes y haberse cambiado el tercio, Josemari cogió espada y muleta y se fue hacia el toro. Manzanares no sabía que su peón de confianza había entrado cadáver en la enfermería, pero el terrible pitón izquierdo del animal, ensangrentado hasta la cepa, le hizo temer lo peor. Y a pesar de ello, el Maestro se echó la muleta a la mano izquierda y le arrancó a aquel toro asesino tres naturales de ensueño. El público, atenazado y asustado en sus localidades por la tragedia que acababa de contemplar, estalló en varios olés cargados de emoción. El vestido azul pavo y oro que llevaba aquella tarde Josemari se fundió con el azul del cielo de Sevilla en su más ferviente primavera. El alma del malogrado Montoliú estaba subiendo en ese preciso momento hacia ese radiante cielo azul de Sevilla. Con aquel “Cabatisto”, Manzanares derrochó arte y mucho valor. Sobre todo valor. Don Filiberto Mira, célebre cronista de la época para la revista Aplausos, describió así la faena del torero de Alicante: “Manzanares -sabiendo el estado gravísimo, pero ignorando la defunción de su peón de confianza-, hizo una faena muy importante de torero valiente. Sí, en el toro que mató a Montoliú destacó aún más el valor que el arte de Manzanares. Estoqueó de pinchazo y corta.” Breves pero intensas las palabras de don Filiberto. Aquella tarde me marcó para toda la vida. No sólo por la muerte de Montoliú, sino también por el valor y los arrestos de un torero de época que se pasó por la barriga en varios naturales antológicos el pitón asesino de aquel marrajo manso y descastado. Y es que aquello fue una metáfora real de lo que ha sido Manzanares durante toda su carrera: valor, arte, arrojo, amor propio, personalidad, Maestro de Maestros... Cómo habrá sido que sin haber abierto nunca la Puerta del Príncipe de la Maestranza, Sevilla le tenía como suyo. Como su hijo más amado. Como uno de los toreros de su predilección a pesar de haber nacido a orillas del Mediterráneo. Cómo habrá sido que el día de su despedida de la afición de Sevilla en 2006, y sin haber cortado ni una oreja, los toreros que estaban presenciando la corrida se tiraron al ruedo y, enardecidos y en comunión con el público presente aquella tarde, le sacaron por La Puerta del Príncipe, aquella que nunca pudo conseguir en su dilatada carrera de torero. Aquella tarde el Maestro Manzanares no abrió aquella puerta. La reventó. La tiraron a patadas todos sus compañeros con él a hombros. Y como en los cuentos con final feliz, a la caída de aquella tarde agradable de mayo, en aquella Sevilla primaveral de olor a azahar, Manzanares contempló el Guadalquivir y Triana en el ocaso anaranjado de un día inolvidable. Aquella tarde el Maestro subió a los cielos en vida. Jamás otro torero había conseguido tal gesta antes. La profanación de aquella puerta estaba justificada por tanto y tan buen toreo a lo largo de los años. Toreo de grandeza a miuras, guardiolas, cebadas, cuadris, torrestrellas, murteiras, baltasares, samueles, santacolomas, victorinos... Porque hasta en eso Josemari fue grande. No se escondió nunca, como sí hacen ahora las figuras, de las ganaderías más encastadas. Vaya desde aquí el humilde homenaje de alguien al que enamoró siendo un niño y al que no dejó nunca de cautivar con su toreo y su portentosa personalidad. Por siempre y para siempre, eterno Manzanares. Vivan los toreros buenos...

sábado, 1 de noviembre de 2014

Seguir o no seguir, esa es la cuestión...

Ahora que termina la temporada, a varias empresas taurinas y/o empresarios del sector, le está asaltando la duda de si continuar o no al frente de sus respectivas plazas. Dicho gremio está haciendo cuentas para ver si les merece la pena seguir apostando por la Fiesta en, como digo, los respectivos cosos que regentan. Lo veo muy bien. El empresario o grupo de empresarios -ahora que están tan de moda las UTEs (Unión Temporal de Empresas)-, son libres de decidir sus futuros, y más si hay muchas perras de por medio. Hasta ahí de acuerdo. Lo que ya no es tan normal es que la práctica totalidad de las empresas que se encuentran ahora mismo en periodo de reflexión estén pidiendo todas por sistema una rebaja sustancial en el precio del canon de tal o cual plaza. Es cierto que los pisos de plaza están por las nubes, que el IVA y la Seguridad Social en los espectáculos taurinos son abusivos, que los cánones que piden las Diputaciones son estratosféricos en algunos casos (no en todos)... En definitiva, que se paga más que nunca por organizar un festejo... Y más con la que está cayendo. Todo eso es una verdad como un templo. Pero, como digo, es curioso que todas las empresas ataquen principalmente a los cánones como la causa de todos sus males. Algunas Diputaciones ya han reaccionado, como el caso de Valencia, donde se ha pasado de 400.000 euros a 200.000 para el siguiente pliego a fin de ponérselo más fácil a la futura empresa adjudicataria -que dicho sea de paso volverá a ser casi con toda seguridad el "productor" Simón Casas y su equipo. A lo que voy: me parece muy bien que se baje todo lo bajable con el fin de abaratar el coste de producción de un espectáculo taurino. Pero si eso se hace, en cualquiera de las muchas pagamentas que tienen que afrontar las empresas, el aficionado también tiene que exigir que eso luego se refleje en un aumento de la cantidad y calidad de los festejos organizados. No creo que con esta actitud le estemos pidiendo peras al olmo. Lo que no me parece bien es que dichas empresas que han realizado una buena labor en tal o cual plaza quieran rebajar costes para enriquecerse ellos y dejar al aficionado con lo justo. Eso no. Tampoco veo bien esa especie de chantaje a los Ayuntamientos y/o Diputaciones, diciendo ahora "me lo tengo que pensar, porque como el canon es tan caro no sé si voy a poder afrontarlo", más si cabe cuando esa empresa ha ganado dinero en sus tres o cuatro años de regencia de tal o cual plaza. Seamos sensatos. No vale eso de "las cuentas no salen" cuando hay plazas en las que no hay que ser muy listo para darse cuenta de que sí salen. Si se quiere ganar más, arriésguese y vaya sólo a por una plaza. Cualquier empresario de cualquier sector se arriesga cuando emprende una tarea. Si van tres, cuatro o cinco empresarios, lamentablemente los dineros serán menores. De lógica. Es bueno que las Administraciones se lo piensen y lo pongan más fácil de lo que está. Pero también es bueno que no se chantajee, que se vaya con la verdad, que no se quiera el enriquecimiento fácil y rápido. Porque no es la primera vez que se dan facilidades y nos dan el mismo hueso que antes. Si las plazas valen menos, que se vea por algún lado. Sobre todo en buenas ferias, con cantidades generosas de espectáculos de primer nivel, no en flamantes cochazos último modelo aparcados en los parkings -de acceso restringido eso sí- de las plazas de toros.

jueves, 16 de octubre de 2014

Don Diego

Todavía hoy, diez días ya después del “suceso”, sigo teniendo los pelos de punta. ¡Joder qué subidón! (Con perdón). Me refiero, como no podía ser de otra manera, a la actuación de Diego Urdiales -para mí desde hace mucho tiempo don Diego-, el pasado día 5 de octubre en Las Ventas. Ya lo hizo en San Isidro y más recientemente en Zaragoza lo volvió a hacer para aquellos que aún tuvieran dudas. Lo de Diego estos últimos días ha sido de reventón. Por todo. Por pureza, por torería, por valor, por verdad, por emoción... En fin..., por el Toreo. Y es que muy pocas veces se ha visto un torero tan puro. Diego, que ya pinta canas en esto puesto que lleva 15 años de matador de toros, lleva toda su vida taurina con el mismo concepto del toreo. Ese que tan poco se ve hoy en día y que no está de moda. Ese que repudian algunas de las principales figuras del toreo actual. Su carrera ha estado llena de altibajos, con momentos de ostracismo y otros, como el actual, de triunfo y plena vigencia. ¡Qué necesitados estamos de toreros puros! No lo sabe nadie. Y, como digo, hoy más que nunca. Sólo hay que observar a la mayoría de los chavales que empiezan. Casi todos, en su afán por imitar el toreo de los principales matadores del escalafón, muestran un rosario de ventajas que no se ajustan a lo que debe ser el toreo de verdad. Suertes descargadas, piernas retrasadas, cites fuera de cacho, distancias abismales entre toro y torero...Pocos aspirantes a torero hay que tomen como ejemplo, por ejemplo, a Diego Urdiales. Un torero que no esconde nada y que pone su menudo cuerpo al servicio del toreo caro. Lo de Diego en Madrid y recientemente en Zaragoza ha sido toda una eclosión. Un acontecimiento. Pero, ¿por qué? Pues sinceramente porque nos ha dado jamón de pata negra para quitarnos el puñetero choped que nos dan día tras día. El aficionado está muy harto de ver un toreo ventajista y de mando a distancia, un toreo monótono y repetitivo. El diestro de Arnedo ha mostrado un camino muy distinto del habitual. Un camino poco explorado que ha impactado a los aficionados, como digo, cansados de ver siempre lo mismo. Y a ese clavo se han agarrado para darle sentido a esto. Y es que Diego torea muy puro, con las yemas de los dedos. Carga la suerte, ofrece los muslos. Se cruza con “Isleros”, como diría Sabina. Tiene torería, es artista y pinturero. En definitiva, lleva quince años siendo un torero distinto a casi todos. Y eso, a veces, revienta en alguna plaza de importancia y pone a todo el mundo de acuerdo. Diego es el hijo pródigo del toreo que todo padre está deseando volver a ver. Quizá exagere un poco, pero es la consecuencia de no poder apartar de mi cabeza cuatro naturales perfectos, de muleta muerta en el hocico, de toque sutil con la bamba de la franela, de tirar del toro con las zapatillas atornilladas en la arena, de alargar la embestida hasta el infinito enroscándose al toro y quedarse colocado para volver a torear puro, de verdad, sin ventajas. Como digo, es posible que exagere. ¡Bendita exageración! Estos días ha habido unanimidad con Diego: toreros, ganaderos, apoderados, empresarios, aficionados... Todos han cantado la extraordinaria temporada del torero riojano. Más corta eso sí de lo que posiblemente le hubiera gustado. Pero el año que viene todo debe de cambiar. Este torero tiene que estar en todas las ferias. En todas. Y no me vale eso de “qué buen torero es, qué bien y qué puro torea”, pero luego no le pongo en mis plazas. Seamos consecuentes. Toreros de este corte no hay muchos y aunque los auténticos aficionados no seamos mayoría actualmente, también tenemos derecho a paladear aquello que nos gusta y que soñamos día tras día. El choped cansa. El jamón de pata negra no; nunca...

viernes, 3 de octubre de 2014

Pedrito el ambiguo...

Hace unos días, el Secretario General del PSOE, don Pedro Sánchez, irrumpía en el programa más detestable de la televisión (voy a omitir intencionadamente su nombre), para conceder una, digamos entrevista, al no menos vulgar presentador de dicho programa basura (cuyo nombre también voy a omitir intencionadamente). Entre la colección de tonterías de las que hablaron ambos personajes, saltó, como no podía ser menos, el tema de la Tauromaquia. Antitaurino confeso -aunque antíguamente asiduo de los burladeros de los callejones- el presentador quiso saber la opinión del señor Sánchez a cerca de la Fiesta de los Toros. Y ni corto ni perezoso, este le dijo que a él nunca le verían en una plaza de toros. Así. Directo. Sin titubeos. También añadió que si él algún día llegara a ser Presidente del Gobierno, crearía una ley que regulara el maltrato animal, deduciéndose de ello que pondría muchas trabas a la celebración de las corridas de toros. Y yo me pregunto: ¿quién es usted para proponer todo eso? ¿Quién es usted para saltarse a la torera la declaración de la Tauromaquia por parte del Senado como Patrimonio Histórico Cultural de la Nación? ¿Quién es usted para pasarse por la entrepierna a comunidades como Murcia, Castilla-La Mancha o Madrid en donde desde hace tiempo la Fiesta es considerada legalmente Bien de Interés Cultural? ¿O el caso de Castilla-León y Pamplona, donde los toros son BIC de carácter inmaterial? Pues eso: nadie. Al menos de momento. Y en vez de posicionarse en un punto neutral, ya que a muchos de los votantes del Psoe les gustan los toros, coge y llama al peor programa de la historia de la televisión, se pone a la altura de tan siniestro y esperpéntico presentador y dice lo que dice. Demagogia pura y dura. Peloteo barato. Y digo esto porque a los pocos días de tan infortunada intervención, el señor Sánchez fue entrevistado de nuevo, esta vez en la cadena Cope, y dijo que él no tenía intención de prohibir las corridas de toros. Como todo buen político, este también se va al árbol que da más sombra. Además, en esa entrevista fue muy ambiguo, no dejando clara su postura hacia la Tauromaquia. Eso sí, se atrevió a decir que él no iba a dejar a ningún aficionado sin la posibilidad de poder ver a José Tomás. El colmo amigo. El colmo de la falsedad y la hipocresía. Por un lado dice que le va a poner todas las zancadillas que pueda a la Fiesta y por otro lado dice poco menos que la va a apoyar. Como digo, la dualidad hipócrita de los políticos. Y es que su discurso, como digo, es muy ambiguo. Da la sensación de que quiere agradar a todos y eso es imposible. Como dicen en mi pueblo, quiere estar en el plato y en las tajás. Y a todo esto, el mundo del toro ha dado la callada por respuesta. Tan sólo la Unión de Criadores de Toros de Lidia, con su Presidente don Carlos Núñez a la cabeza, ha mandado una carta al tal Pedro Sánchez para pedirle un poco de respeto y mesura para con la Fiesta de los Toros. Pero, ¿y los toreros y subalternos?, ¿y los empresarios? Nada. Repito. Nada. Ni la Unpbe ni la Anoet han movido un sólo dedo contra la cantidad de disparates proferidos por el Secretario del Psoe. Para pedir dinero, promover huelgas y exigir sus derechos (algo completamente lícito) sí están listos, pero para defender la Fiesta no. Total, pensarán que se defiende sola. Así nos va. La afición preferida del taurineo casposo -y aquí incluyo a ciertos toreros y empresarios-, es la de mirarse el ombligo y figurar. Una afición que supera con creces su hipotético amor por la Tauromaquia. Como ves, no sólo critico las palabras del político de turno. ¿Que son graves sus declaraciones? Por supuesto. Pero mucho más grave es el inmovilismo de los que viven de esto y que no hacen nada por defender, si hace falta con uñas y dientes, algo que es tan nuestro y que amamos profundamente. Estoy convencido de que si la Tauromaquia muere algún día lo hará de inanición, fruto del pasotismo de los taurinos. Porque el único que realmente defiende esto es el aficionado que pasa por taquilla y paga su entrada. Y aun así no se le hace ni puñetero caso. Los demás, excepción hecha de los ganaderos, nada. A vueltas con el señor Sánchez, he de confesar que la imagen de político limpio y moderado que me había inspirado al principio de darse a conocer ante los medios se ha desvanecido. Creo firmemente que ha errado y mucho en este tema. Se le ha visto el plumero. Le ha faltado personalidad y rigor con un tema tan delicado. Y si su actitud con la Tauromaquia ha sido la que ha sido -demagógico y entre dos aguas-, no me quiero ni imaginar cuando aborde temas mucho más delicados para la sociedad española. Aznar, Zapatero y Rajoy nunca han ido a los toros mientras que han sido Presidentes del Gobierno. Pero no por ello han dicho eso de que nunca irían. No han ido y punto. Nunca han menospreciado al que sí ha ido. Hay gente a la que no le gusta la pesca y no dicen “a mi nunca me verán en un río pescando”. Ante todo ha de estar el respeto hacia quien le gusta una determinada cosa. Si no nos respetamos nada tiene sentido. Si no nos respetamos, la convivencia es imposible. Señor Sánchez: tápese en este tema. Intente hablar poco y no sacar mucho los pies del tiesto. No meta la pata. Sobre todo porque la Tauromaquia es mucho más importante de lo que usted se cree, tanto económica como culturalmente hablando. ¿Usted sabe lo que es una tradición? ¿Sabe cuáles son los valores de la Fiesta? Sinceramente lo dudo mucho. Porque si fuera consciente de ello no hablaría como ha hablado. Hágame caso: váyase una tarde a ver una corrida de toros – la Feria de Otoño le pilla cerca en espacio y tiempo-. Vea el ambiente, la liturgia. Respire el miedo de los que se ponen delante del toro. Sienta la emoción del que está en el tendido. Déjese llevar por el colorido, por la pasión. Hable con la gente que sabe de esto. Pregunte lo que no entienda. Quizá cuando salga dos horas después de la plaza su visión sobre la Tauromaquia haya cambiado. Eso sí, contando con que usted tenga la sensibilidad suficiente para poder sentir todo lo que le he dicho. Luego si eso, en vez de llamar un programa basura llame a uno taurino, que los hay muy buenos tanto en radio como en televisión. Quizá ahí le den una conversación más culta y aprovechable. Quizá ahí le entiendan más y mejor. Y si no es así, al menos siempre le quedará el consuelo de no haber quedado a la altura del betún.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Torería

Hace unos días, un joven me hizo una pregunta y me mató. Directamente. ¿Por qué? Pues porque no supe qué contestarle. Así de bote pronto me pilló en canzoncillos. La pregunta fue muy simple. Llana. Contundente: “¿qué es la torería?” “¿Perdona?” -le contesté. “Sí sí, que qué es eso que algunos llaman “torería”. Admito que me costó reaccionar. Me tomé mi tiempo incluso. Y cuando el joven ya casi había desistido en la esperanza de que pudiera contestarle, algo insólito se me vino a la cabeza: “torería es aquello que ya no existe”. “¿Cómo?” -me dijo mientras su cara delataba incredulidad no, lo siguiente. “Lo que has oído chaval. Torería es aquello que ya no existe. Y la poca que queda la poseen menos toreros que dedos tienes tú en una mano”. El muchacho, triste, cariacontecido, se dio media vuelta y se fue. No se quién se quedó más triste, si él o yo. O los dos al unísono. No miento amigo. Lo que digo es totalmente cierto. La torería está en peligro de extinción, y el caso particular del chaval que acabo de contaros me ha empujado a reflexionar en voz alta sobre ello. Dime tú cómo podría haberle explicado yo al adolescente qué es eso de la torería si ya no la podrá ver en un ruedo. Si, lamentablemente, sólo la podrá observar bajo la fría mirada del vídeo. Porque sí amigo: la torería pasó a mejor vida. La torería pasó de moda. Desde hace unos años, la mayoría de los toreros carecen de ella. Ahora, la práctica totalidad de los matadores no andan en torero, no tienen esa “chulería” torera de siempre, desprecian la naturalidad, la elegancia, el arte en sus gestos. Ahora, los toreros entran y salen de la cara del toro como el que entra y sale de un bar. O como el futbolista que sale del campo sustituído por otro compañero. De un tiempo a esta parte, la torería se ha convertido en vulgaridad, en feas formas, en andares de deportista. ¿Eso es un torero? Rotundamente no. Si por algo se caracteriza un torero es porque es precisamente eso: un torero. Y este es un ser especial. Debe de ser un ser especial. Aquellos tiempos en los que se veía venir a un torero a kilómetros desaparecieron. Cuentan los más viejos del lugar, que la gente decía “ahí viene un torero” cuando los Joselito, Belmonte, Manolete o Antonio Bienvenida (por poner algún ejemplo) se vislumbraban vestidos de paisano al final de una calle. Y luego, con el toro, con el traje de oro, el asunto ya era escandaloso: la torería les rebosaba por todos lados. Dicen que hoy se torea mejor que nunca. Estoy de acuerdo aunque depende de quién toree también. Pero también es cierto que hoy hay menos torería que nunca. Hoy hay más vulgaridad que nunca. ¿De qué sirve torear bien si no se tiene torería? Los innumerables enganchones del toreo de antaño se tapaban por la torería. Los medio muletazos de antaño se tapaban por la torería. El toreo perfilero se tapaba con la torería. Y si no me crees, ahí están los vídeos de Ordoñez, Bienvenida, Camino, Viti, Antoñete, Curro, Paula, Manzanares padre, Joselito... ¿Y hoy? Pues muy pocos, como le dije a aquel muchacho preguntón... Quizás Ponce, Finito, José Tomás, Morante, Urdiales..., y muy pocos más. Así está esto. Desafortunadamente, los que copan los primeros puestos del escalafón carecen de ese atributo tan importante en un torero. El toreo debe de ser puro, verdadero. Eso es indiscutible. Pero ha de tener grandes dosis de torería. Un torero no es un futbolista. Un torero es un héroe, un ser especial y, como tal, debe de comportarse dentro y fuera del ruedo. Su imagen, sus movimientos, su carácter... Qué difícil, ¿verdad? Pues eso mismo pensé yo cuando aquel chaval inocente buscó una respuesta imposible en mí. ¿Cómo explicarlo con palabras? Prueba tú amigo. Yo te lo pregunto: ¿qué es torería?

viernes, 5 de septiembre de 2014

Los arrimones modernos...

La verdad es que hace tiempo que quería hablar de esto. Desde el respeto, claro. No me canso de decirlo: respeto absolutamente todo lo que hace un hombre delante de un toro. O si no todo, casi todo, a pesar de que algunos piensen lo contrario. Siempre he dicho y mantengo que los toreros son los únicos héroes que existen en este mundo confuso, hostil y falto de valores auténticos en el que vivimos. Pero claro, el respetar profundamente a los toreros no significa no criticar ciertos aspectos de su profesión ni observar al detalle cada uno de sus movimientos y actuaciones. Lo digo más que nada para aquellos que confunden la crítica a tal o cual torero con ser un talibán torista sin escrúpulos. Por cierto, para aquellos que tienen dudas sobre mis preferencias taurinas: no soy ni torista ni torerista. Me considero toreorista. O sea, uno más uno dos. Toro más torero. Torero más toro. Aclarado está y dicho queda. En ese sentido, me gustaría hablar sobre un aspecto particular de la lidia que se ha puesto muy de moda en los últimos tiempos: el toreo encimista. Tarde tras tarde, vemos que muchos toreros, cuando ya han agotado las posibilidades de sus toros en la muleta, acortan las distancias y se meten entre los pitones del burel. Algo que por añadidura estaba casi olvidado desde los tiempos de Dámaso González y Paco Ojeda (máximos exponentes del llamado “parón”) y que en los tiempos recientes han recuperado varios toreros punteros del escalafón. Pues bien, dentro del evidente riesgo que conlleva meterse entre los pitones de un toro y sacarle muletazos por uno y otro lado, hay que saber diferenciar ese mismo aspecto particular del toreo de muleta entre dos épocas. La de Dámaso y Ojeda y la actual. Actualmente, cuando el torero de turno invade el terreno del toro y le torea en tan corta distancia, el público se suele echar las manos a la cabeza y emocionado grita desgarradores olés. Bien. No me parece mal, salvo por el detalle concreto de que ese mismo aficionado no se percata de que ese tipo de toreo se está haciendo al final de faena, con un tipo de toro de un determinado encaste (casi siempre Domecq), casi sin fuerza, agotadísimo y con treinta centímetros de lengua fuera. Evidentemente, en esas circunstancias el mérito es menor e incluso el riesgo también, a pesar de que todo lo que se hace delante de la cara de un toro tiene riesgo. Te preguntarás porqué he llegado a esta conclusión y más todavía porqué la expongo. Muy fácil: los arrimones de verdad son los que hacían en su época Dámaso y Ojeda. Ese era otro cantar. ¿Por qué? Por que los hacían casi siempre nada más comenzar las faenas, con apenas dos tandas de muletazos en redondo, con el toro de distintos encastes, con su fuerza e ímpetu casi intactos y con la boca cerrada. Eso sí que era emocionante. Casi místico. Los parones iniciales de aquel desaliñado Dámaso, con la corbata en la nuca, a aquellos toros mastodónticos de Samuel Flores o Miura eran casi orgásmicos. Llámenme exagerado, pero así lo sentí yo cada vez que tuve la suerte de verlo. Y con Ojeda tres cuartos de lo mismo. Lo que se hace hoy no son arrimones de verdad. En muy contadas ocasiones, un “parón” de algún torero actual me ha emocionado. Y eso es porque en vez de ver sólo el supuesto valor y destreza del torero, veo primero las condiciones en las que se encuentra el toro. Y sobre esa base juzgo lo que está haciendo el matador. Simple pero efectivo. Al menos para mí. Con esto no estoy quitando mérito a los toreros que hoy en día gustan de hacer este tipo de toreo de cercanías. Solo estoy diciendo que el mérito y el riesgo es menor que en la época dorada de Dámaso y Ojeda. Nada más. A ser posible no se me enfaden. Más que nada porque al fin y al cabo es una opinión. Mi opinión. Eso sí, contrastada con la de grandes aficionados que me doblan o triplican la edad y han visto de todo en su vida. Hasta tonterías, como hace unos días me decía un ex-aficionado de 98 años en respuesta a mi pregunta de porqué ya no le gustaban los toros. Supongo que esa misma respuesta la daré yo a quien me pregunte dentro de unos años cuando mi afición se haya ido por el desagüe de la decepción. Espero que no, pero en esto como en la vida misma, nunca se sabe...

viernes, 22 de agosto de 2014

Talavantemente equivocado...

Me vais a llamar pesado. No me sorprende. Desde hace tiempo que sé que lo soy. Y con temas como este todavía más. Sí amigo. Voy a volver a hablar de Talavante. ¿Por qué? Porque me duele Talavante y todo lo que salga de su mente y sus muñecas. Unas veces para bien y otras para mal. Como todos sabéis, hace unos días se desahogó en la red social Twitter con una serie de mensajes en los que cargaba contra todo lo habido y por haber taurinamente hablando, claro. Expuso sin tapujos sus ideas y sus iras contra todo aquel que según su pensamiento le está haciendo la cama, como vulgarmente se dice. Tres fueron el objetivo de sus dardos envenenados: empresarios, prensa especializada y compañeros del G5 a excepción de Miguel Ángel Perera. Según el torero extremeño, estos tres sectores están confabulados en su contra, viendo en ello una falta de interés hacia su figura como torero. Esos mensajes venían a decir más o menos que alguien se estaba empeñando en marginarle taurinamente (los empresarios) y que esa acción estaba siendo apoyada por la prensa y algunos de sus compañeros del G5. Evidentemente, no comparto la opinión del torero. Es más: yo lo veo más como una manía persecutoria que como un hecho real. Y me explico. Si examinamos detalladamente la temporada de Alejandro, vemos que se ha quedado y se está quedando fuera de muchas ferias de importancia. Y sobretodo de aquellas que regentan los grandes y poderosos empresarios españoles, aquellos que por otra parte han sido el objetivo de sus quejas. Así por ejemplo, se quedó fuera de Valencia en Fallas y julio, de Sevilla en la Feria de Abril, de Santander y Bilbao..., por poner algunos ejemplos. He amado taurinamente a Talavante. He pasado de él. Le he llegado incluso a odiar por olvidarse de su esencia primigenia, aquella que me enganchó a él en una novillada sin caballos en mi pueblo allá por el verano de 2003. Este año me ha vuelto a conquistar porque he vuelto a ver en él aquel toreo suyo que me fascinó hace once años. A día de hoy defiendo casi todo lo que dice y hace Talavante. Pero esto no. En esto no lleva razón. Y me duele decirlo. El otro día se le fue la hoya con los mensajes en Twitter. Y lo argumento. Esa temporada bélica a la que hacía referencia no lo es tanto si analizamos sus ausencias de las principales plazas de este país. A Valencia no fue en Fallas porque quería dos corridas y no una como le ofrecía la empresa. (Sin embargo sí que ha lidiado una novillada como ganadero en la Feria de Julio). A Castella y Perera le ofrecieron una como a él y sí que fueron. Talavante no se conformó con tan poco. Como no llegaron a acuerdo, mejor ninguna que una, pensó no sabemos si su apoderado o él. O los dos. Error. Grave error. De acuerdo que el año anterior salió por la puerta grande de Las Ventas y eso quizás le legitimizaba para exigir dos tardes, pero también es cierto que pegó un petardo en su encerrona con los victorinos en la misma plaza unos días antes. Así que en ese aspecto fifty fifty. A Sevilla no fue por lo que todos sabemos. Según los toreros del G5, se les faltó al respeto y decidieron no torear en La Maestranza. Los cinco se aliaron como hermanos desvalidos en un proyecto que les llevaría a apoyarse en todo por los siglos de los siglos. El tiempo ha demostrado que esto no ha sido así y ahora ya va cada uno por su lado. Algunos incluso poniéndole trabas a otros. Luego Alejandro no fue a Sevilla porque no quiso. A Madrid sí que fue y muy bien colocado, gracias a su ex apoderado José Antonio Martinez Erice, el cual se ha portado con él extraordinariamente aún sin merecerlo. Recordemos que mucho antes de dejar la relación de apodreramiento con el empresario vasco, estuvo coqueteando con su actual apoderado Curro Vázquez a sus espaldas. Vamos que en términos sentimentales le puso los cuernos, algo que le sentó fatal a Martinez Erice. Aun así, este no se lo ha tenido en cuenta y le ha puesto en sus plazas. Por esa parte pues, quejas cero. Al contrario: agradecido. Con los Chopera (Óscar y Pablo), la cosa ha sido igualmente simple: Talavante no ha sido contratado en Santander o Bilbao, por ejemplo, porque según los empresarios, sus pretensiones eran inaceptables. Tanto en fechas, dineros, ganaderías y compañeros. Te preguntarás a dónde quiero llegar con todo esto. Muy sencillo: creo que Talavante se ha columpiado con esos mensajes. Le ha entrado la paranoia y ha visto enemigos en todos los sitios, incluso donde nunca los ha habido. A lo mejor sería bueno que se replanteara su situación y analizará el porqué real de esas ausencias en sitios de tanta relevancia. Muy posiblemente, en el fondo de ese laberinto se encuentre la mano de Curro Vázquez. Recordemos la época en la que dicho apoderado llevó a Cayetano y a Morante de la Puebla: casi todos los días había líos de carteles y corrales, cuando no de ausencias y partes facultativos. No estoy responsabilizando a Curro de la situación actual de Talavante porque no estoy dentro de esa relación, pero apuesto a que las ideas del ex matador de toros linarense han influido en la exigencia y delicadeza con que Talavante quiere caminar este año. En su favor también hay que decir que Vázquez ha sido el precursor de que el toreo de Alejandro haya vuelto a su esencia más pura, aquella que nos deslumbró a todos. Aquella donde todo era suavidad y magia. Donde no había retorcimientos ni figuras forzadas, sólo brisa y sofisticación. En ese aspecto, un diez para Curro. En el otro un cero. Y es que se pongan como se pongan y digan lo que digan, algunos apoderados no saben llevar la carrera de una figura del toreo. Curro Vázquez siempre será luz para unas cosas y oscuridad para otras, y en esto del apoderamiento no lo acaba de ver claro. Me apena no ver a Talavante en algunas ferias ni en los mejores carteles. Es posible que lleve parte de razón en eso de que algunos compañeros del G5 no están sacando la cara por él, pero es que en esto del toreo cada uno siempre ha ido a la suya. Y eso es algo que él debió preveer en su momento. La competencia aquí es atroz y si alguien te puede pisar la cabeza te la pisa sin contemplaciones. Y si no que se lo pregunten a Fandiño, por ejemplo. Esperemos que Talavante piense, recapacite y sea de una vez por todas independiente. Su personalidad única, la seda de sus muñecas, su capote, muleta y espada son sus mejores aliados. Y contra eso pocos pueden luchar...

sábado, 9 de agosto de 2014

El brillo del oro...

He intentado morderme la lengua. He contado hasta diez. Hasta cien. Hasta mil. Pero no he podido. He tenido que vomitarlo todo. Sentarme frente al ordenador y escribir lo que pienso sobre este tema. Sobre un asunto del que su principal protagonista ha hablado hasta la saciedad en mil y un medios de comunicación. Y en todos lo ha hecho con el mismo discurso. Calcado. Repitiéndose hasta la saciedad. Para qué negarlo: Fernando Domecq nunca ha sido santo de mi devoción. Y eso que a mí particularmente no me ha hecho nada. Pero a mi afición por el toro sí. Y mucho. Imagino que ya sabrás de sobra que Fernando ha vendido la ganadería de Zalduendo, su insigne y querida ganadería, al multimillonario mejicano Alberto Bailleres. Este señor, que al parecer tiene el dinero por castigo, aparte de ser un reconocido y afamado empresario en su país de origen, lleva varias plazas de toros mejicanas (Aguascalientes, Guadalajara, León, Tijuana, etc), es ganadero y además es el apoderado de Morante de la Puebla (a través de su empresa “Espectáculos Taurinos de Méjico”). Por si fuera poco, dicen las malas lenguas que está también detrás de El Juli a través de Mariano del Olmo, hombre que hace unos meses pasó a formar parte del equipo del torero madrileño y que finalmente ha desbancado de su puesto a su actual apoderado Roberto Domínguez. Pero este no es el tema en cuestión. El tema es Zalduendo y Fernando Domecq. Fernando Domecq y Zalduendo. Tanto monta monta tanto. Quizás te preguntes porqué hablo de esto. La respuesta es sencilla: estoy harto de tantas mamarrachadas y demagogias baratas que va pregonando este señor cada vez que le preguntan porqué ha vendido su ganadería. El señor Domecq, ante esta cuestión, hace alusión a todos los males de la Fiesta menos a la verdadera causa. ¿Que cuál es? La pasta gansa que le han soltado. Eso sí: se ha cuidado muy y mucho de no dar las cifras exactas de la operación. Cierto es que sólo ha vendido el hierro y los animales. La finca no. (Los toros de Zalduendo pastarán en la finca “Los Guateles” que recientemente le ha adquirido también Bailleres a “El Litri” por once millones de euros). El caso es que el señor Fernando Domecq, desde que la noticia de la venta de la ganadería saltó a la palestra, no para de quejarse de la situación actual de la Fiesta, dando a entender que esta ha sido la detonante de su decisión. Y lo explica a su manera. Que sí. Que en muchas cosas lleva razón. Pero otras no vienen a cuento. Acierta cuando dice que el ganadero hoy en día es el último mono en el entramado de la Tauromaquia. Tiene parte de razón cuando dice que en las plazas de toros no hay un burladero que ponga “Ganaderos” para poder estar cómodamente en el callejón. (Otros como Fernando Cuadri o Antonio Miura, por ejemplo, se sientan en el tendido a presenciar sus corridas y no dicen ni mú). Domecq no. A él le gusta estar en el callejón. Está en todo su derecho. Tampoco acierta cuando dice que la opinión del ganadero en los sorteos no la tiene en cuenta nadie. Yo he visto a unos cuantos mandar mucho en los corrales por la mañana. Se equivoca cuando arremete vilmente contra el toro de Madrid, Pamplona y Bilbao porque según él está fuera de tipo. Para él ese toro no cabe en la muleta, es destartalado e imposibilita hacer el toreo moderno. Y yo digo: si a la afición de Madrid, Pamplona o Bilbao le gusta ese toro, lo mínimo que hay que hacer es respetarlo. Y si el empresario de turno compra ese tipo de toro lo mínimo que hay que hacer es respetarlo. Y si hay un sólo torero que quiere ponerse delante de ese toro lo mínimo que hay que hacer es respetarlo. Si al señor Domecq no le gusta ese animal lo tiene fácil: que no vaya a tales corridas. Que pase de ellas y se dedique a ver sólo las que a su criterio merecen la pena. Claro, él no lidia en esas plazas de primera categoría ni en otras porque su ideal de toro, ese que instauró allá por el año 1975 cuando se hizo cargo de las ganaderías familiares de Juan Pedro Domecq y posteriormente Jandilla hasta que compró Zalduendo en 1987, no es precisamente el de Madrid, Pamplona o Bilbao. Su ideal de animal perfecto es el chico y terciado, cornicorto y estrecho de sienes, noble y tontorrón hasta decir basta. Ese que no plantea problemas a los toreros. Ese que si en el caso de no colaborar con la figura de turno al menos no sale malo ni se quiere comer al torero. Ese que si en el remotísimo caso de salir malo, tan sólo se para y echa la persiana, no ocurriéndosele nunca ir al pecho del matador ni mucho menos mandarle a la enfermería. Ese es el toro que siempre ha perseguido el señor Fernando Domecq. Y lo peor de todo no es que lo haya conseguido, que lo ha hecho. Lo peor de todo es que muchísimas de esas ganaderías de hoy en día cuyos toros aburren a un muerto con su comportamiento soso y descastado, tomaron su ejemplo y lo pusieron en práctica. No voy a dar nombres porque todos sabemos cuáles son. Sí. Precisamente esas que son las predilectas de las figuras del toreo del momento. El señor Domecq se equivoca cuando dice que con el toro debería hacerse como con los caballos de carreras. Bajo su punto de vista debería haber un comité de expertos que, al igual que ocurre con dichos caballos, velaran por crear y mantener un tipo de toro modélico en hechuras y acorde con sus gustos y el que considera es el de la mayoría de los aficionados. ¡Ojo al parche! ¡Qué tendrá que ver el toro de lidia con el caballo de carreras!. La mente del señor Domecq es bohemia y no tiene límites. Y mucho menos al hablar de “su” ideal de toro bravo. En fin... Tampoco creo que tenga nada que ver en la venta de su ganadería el plantel de excelentes novilleros que hay actualmente. Nadie relaciona una cosa con otra excepto él. Quizás ahora le haya dado por apoderar chavales, porque según afirma, una consecuencia directa de la venta de sus toros es la ilusión por ver nuevos futuros toreros. Sí. Todo muy kafkiano. Como el hecho ese que también repite una vez sí y otra también de que la altura de las tablas del callejón es la más grande de la historia. Parece ser que en su decisión de deshacerse de la ganadería también tiene que ver esta circunstancia. "Las altura de las tablas deben facilitar el salto del torero al callejón y no al revés, como se están empeñando en hacer", repite sin parar. Algo que a todas luces es muy relativo. Como digo, mentes bohemias. Aun así, todos los medios han partido lanzas en su favor. Yo, irremediablemente mantendré la mía intacta y la partiré por aquellos ganaderos que sin ganar un duro de sus toros, sin vivir de ellos como sí ha hecho durante mucho tiempo el señor Domecq, los mantienen como su tesoro más preciado. Pero claro: poderoso caballero es don dinero. Fernando también se queja de falta de respeto a su persona. Particularmente pienso que esa falta de respeto por parte de aficionados y estamentos taurinos a la que alude el ganadero sobre su figura es cuanto menos estudiable. Nunca hay que faltarle el respeto a nadie. Eso está claro. Es norma básica de educación en la vida. Lo que quizás no sepa don Fernando Domecq es que el respeto hay que ganárselo con el ejemplo día tras día. Convendría que se lo hiciese mirar. Convendría que pensara porqué principalmente gran parte de la afición no le tiene ningún respeto. A lo mejor es porque se lo ha ganado a pulso con su especulación constante del toro bravo durante todos estos años. En cualquier caso, que los amantes de esta ganadería y de este ganadero en particular estén tranquilos. Fernando no se va del todo. No. Va a seguir al frente de la vacada pero en calidad de consejero del señor Bailleres al menos durante un tiempo. Por si acaso a este se le ocurre la genial idea de ponerle algo de picante a la ganadería, no vaya a ser que ahora de repente se vuelva encastada. Faltaría más. Por suerte o por desgracia seguiremos viendo al señor Fernando Domecq por los callejones de las plazas cuando se lidien sus ex-zalduendos, acompañando a los toreros de su predilección y pidiendo a los Presidentes los indultos que hagan falta. Zalduendo ya es historia para él. Con un poco de suerte, debería serlo para todos dentro de no mucho. Como bien dice el dicho, seguirá siendo el mismo perro pero con distinto collar. Y lo peor de todo es que el aficionado, al menos de momento, tendrá que seguir sufriendo el despropósito de una ganadería que maltrata la afición de las personas cabales que se sientan cada tarde en los tendidos de una plaza de toros. Y si encima es al sol y con moscas el tema ya se torna heroico...

viernes, 25 de julio de 2014

Aroma a Romero

Vaya por delante mi profundo respeto al Faraón de Camas a pesar de que nunca haya sido currista. Lo siento de antemano. Así. De entrada. Jamás he logrado entender del todo el fanatismo de algunos aficionados por el mítico torero sevillano. ¿Que era un artista consumado? Por supuesto que sí. Eso es indiscutible. ¿Que se tapaba y tomaba excesivas precauciones cuando le venía en gana? También. Pero dejemos a Curro y centrémonos en su sobrino-nieto José Ruiz Muñoz, motivo central de mi artículo. Ayer, en la novillada retransmitida por Canal Plus desde Santander, fue la segunda vez que le vi actuar. La primera fue en su debut con picadores en la Maestranza de Sevilla el pasado 27 de abril. Cuidado. No nos aceleremos. Tanto en la primera como en la segunda actuación que le he visto, he podido atisbar ciertas cualidades importantes. Tiene una muy marcada personalidad. Y según muchos, desborda naturalidad. Cuidado. No nos aceleremos. ¿Que por qué digo esto? Pues por la sencilla razón de que ya hay quien le está comparando con su tío-abuelo. Y no sólo eso. Los hay que ya están magnificando al detalle todo lo que hace el chaval. Tanto para bien como para mal. Por ejemplo: ayer en Santander dio unas cuantas verónicas y medias con sabor. Buenas. Muy buenas quizá. Pero con las carencias de quien lleva un cuarto de hora en esto. Aun así, los vítores tanto en comentaristas como en redes sociales fueron abrumadores. José Garrido, por ejemplo, lo bordó con el capote en el quinto y apenas se le cantó. Por desgracia, Garrido -en mi opinión el mejor novillero del escalafón-, no tiene un familiar tan importante en el mundo taurino como Curro. Garrido, por suerte o por desgracia, tiene su capote, su espada y su muleta. Nada más. Con esto no quiero quitarle mérito a la buena actuación de José Ruiz Muñoz ayer. A mí me gustó y así lo reflejé en las redes sociales. Pero sólo eso: me gustó. Estuvo a la altura de sus dos novillos, los cuales por cierto fueron muy nobles y muy acordes a su toreo artista. Lo que no vi fue la quinta esencia del arte sobre el ruedo cántabro. Es más, estoy deseando verle con el novillo bravo de verdad. Con el exigente. Incluso con el malo. En el toreo hay una verdad indiscutible: el toro bravo y exigente descubre a los malos toreros. Y yo añadiría: y el malo y complicado también. Y es que el buen torero, el bueno de verdad, el de verdad de la buena, es aquel que se adapta a todo tipo de toro, puede a todo tipo de toro y está siempre por encima de todo tipo de toro. Así de simple. Llamarme aguafiestas. Es posible que lo sea. Pero yo a este chaval todavía no lo he visto ni con el bravo ni con el malo. Cuidado. No nos aceleremos. Demos al César lo que es del César. El sobrino-nieto de Curro Romero tiene buenas maneras. En ciertos momentos y salvando las distancias recuerda al Faraón. Tiene gusto y quiere hacer las cosas bien. Parece que tiene valor suficiente -por lo menos ante el novillo-. En lo que discrepo con muchos aficionados es en lo referente a la naturalidad. Yo, de momento, no le veo tan natural y sí algo forzado en sus posturas. Como intentando imitar el arte inimitable de Curro. Algo normal teniendo en cuenta lo verde que está y siendo quien es. Así las cosas, pongamos los pies en la tierra con este chaval. No lo sobrevaloremos por el simple hecho de ser familia del Faraón de Camas. No le metamos demasiados pájaros en la cabeza. Por favor: no hagamos de él un futuro muñeco roto. Que sea él mismo. Con su personalidad propia -sea cual sea- y no impostada. Imagino que ya tendrá él bastante presión y exigencia precisamente por ser quien es. No le impongamos nosotros más. Ojalá esas buenas maneras que se le adivinan cuajen y se convierta en figura del toreo algún día. Pero poco a poco y con paso firme. Pido desde estas líneas que los que están a su alrededor sean cautos. Y esa petición la hago extensible también a la prensa y a los aficionados: sean objetivos con el chaval. Denle jabón cuando se lo merezca y leña cuando esté mal. Sólo desde esos cimientos se construyen los grandes toreros...

miércoles, 16 de julio de 2014

Pamplona. San Fermín 2014...

Tras haber disfrutado por segundo año consecutivo a pié de calle de esa algarabía de fiesta, miedo y toros que es San Fermín, y con la sensación indescriptible y melancólica de seguir estando allí, me dispongo a hacer un resumen corto y emocional de las corridas de la feria. Este va a ser un catálogo de sensaciones. Las que han quedado en mí tarde tras tarde. Cortito y al pié. Pronto y en la mano, como diría el inolvidable Antoñete... Día 5: Novillada de El Parralejo: Extraordinaria. Gran dimensión de Borja Jiménez y Francisco José Espada. Pena lo de la mano de Posada de Maravillas. Día 6: Corrida de rejones: No la ví. No entiendo de caballos. Dicen que Pablo Hermoso de Mendoza lo bordó. Me lo creo porque lo han dicho los que saben de esto. Día 7: Corrida de toros de Torrestrella: Vacía de contenido. Decepcionó. Me encantó Miguel Abellán con el 5º. Día 8: Corrida de toros de Dolores Aguirre: Desazón. Mansedumbre. Decepción. Dos preciosas verónicas y una media de Paulita. Día 9: Corrida de toros de Victoriano del Río: Brava e importante. Gran toro el 5º de nombre "Español". Vuelta al ruedo. Rotundo Iván Fandiño. En figura. Muy capaz Juan del Álamo. Día 10: Corrida de toros de Garcigrande-Domingo Hernández: Decepción. Chispazos de Finito en el 4º. Poder y facilidad de "El Juli". Algunos naturales de Talavante. Día 11: Corrida de toros de Jandilla: El 2º encastado y con emoción. Poder absoluto (y pierna atrás) de Perera. Día 12: Corrida de toros de Fuente Ymbro: Floja y mansita. Baño de masas de Padilla. Solvencia de Pepe Moral con el 5º. Valor y riesgo de Fortes. Mucho. Sin medida. Día 13: Corrida de toros de Adolfo Martín: Petardo absoluto. El 1º encastado. Nada más que decir. Día 14: Corrida de toros de Miura: "Olivito" (6º): de la fiereza en el encierro a la nobleza absoluta en la corrida. Gran tarde de Luis Bolívar. Seguro y decidido. Tiró la moneda. Volveré el año que viene. Sin duda...

lunes, 14 de julio de 2014

Reflexiones de una Feria: Albacete 2014.

El pasado viernes se hicieron oficiales los carteles de la Feria de Albacete 2014. La UTE Taurino Manchega presentaba las combinaciones de ganaderías y toreros que coparán el protagonismo durante buena parte del próximo mes de septiembre en La Chata. Y como no podía ser menos, dicha presentación ha suscitado comentarios y opiniones de todo tipo. Positivos y negativos. Buenos y malos. Críticos y benévolos. Vamos, lo de siempre: nunca llueve a gusto de todos. Particularmente y sobre el papel, en mi opinión los carteles son de aprobado más bien justo. Me explico: sobran y faltan nombres. La continuidad del modelo que la UTE Taurino Manchega está llevando a cabo es positiva en muchos aspectos, pero cojea en otros tantos. Me vuelvo a explicar: a ellos, en su interior, también les siguen sobrando y faltando nombres. Pero como yo desgraciadamente no habito en las mentes de Luisma y Pablo Lozano ni mucho menos en la de los Manolos, me voy a ceñir -por mi bien y el de todos- a dar mi opinión estrictamente personal. Sin ofender. Con respeto, como dicen los buenos toreros. Con lo positivo y lo negativo. Con lo que entiendo y lo que no. Comenzaré por el protagonista del cotarro: el Toro. No entiendo la presencia de la ganadería de Buenavista en la novillada del día 9, y menos si cabe después de lo bravísima y encastada que resultó la de Pedrés el año pasado. Queramos o no, nos guste más o menos, eso la condenó. Tal torrente de fiereza cabó su propia tumba y la borró del mapa para este año. No voy a entrar en que tenían que haber traído tal o cual novillada. No. Sólo digo que Pedrés tenía que haber vuelto este año. Sí o sí. Continúo. Me chirría ver a Jandilla o Núñez del Cuvillo y no a El Puerto de San Lorenzo o Victoriano del Río. Sí, lo sé. La de Victoriano en Albacete el año pasado no dio el juego esperado. Pero tampoco lo dio la de Jandilla -que a excepción del buen 3º fue noblota sin más-, ni la de Alcurrucén y repiten este año. Misterios sin resolver. Por contra, creo que ha sido un acierto total la inclusión de la corrida de Victorino Martín tras dieciocho años de ausencia de la plaza de Albacete. Eso sí que es una corrida de tinte auténticamente torista y no otras como la de Samuel Flores que, con todos mis respetos hacia la divisa que pasta en tierras de Povedilla, nos intentó vender la empresa como tal el año pasado. Don Samuel hace mucho tiempo que camina por otros lares. Si el año pasado les critiqué por ello, este año no tengo por menos que felicitar a la empresa y darles la enhorabuena por su sensibilidad torista. En cuanto a la corrida de Juan Pedro y Parladé, me hubiera gustado ver anunciada dicha corrida íntegra con este último hierro. En contra de lo que piensa mucha gente, creo que todavía ambas ganaderías no son lo mismo. Dentro de unos años quizás sí. A día de hoy no. Todavía se pueden ver claramente los distintos criterios de selección de padre e hijo, aunque haga ya más de tres años que el primero no esté entre nosotros. Y a las pruebas me remito. El resto de presencias ganaderas que conforman la cartelería de la Feria me parecen justificadas con matices, habida cuenta de que Alcurrucén y El Cortijillo son de la empresa y tenían que estar sí o sí. Esto es así. Daniel Ruiz va una tarde. Estaba casi convencido de que este año iría a dos después de la apoteosis, el delirio y el manantial de bravura y toreabilidad del año pasado. Ea, nos conformaremos pues con una...Hasta ahí el toro. Cambio de tercio. En cuanto a los matadores, la historia es distinta y algo más enrevesada e incomprensible en algunos aspectos. En este sentido, la balanza se decanta hacia el lado negativo. Por ejemplo: no entiendo la presencia de Román en el cartel del día 8. La única razón que le encuentro al asunto es que haya sido un cambio de cromos entre Santiago López y la empresa. No tiene otra explicación. Y es que estas cosas suceden entre apoderados que a su vez son empresarios. Por donde no paso es por la explicación que ha dado la empresa sobre la presencia de Román: es novedad y revelación de la temporada. A lo cual yo digo: no es cierto. Y es injusto y malintencionado que nos lo quieran vender como tal. Al menos de momento. Puedo entender esa explicación ante la presencia de Pepe Moral tras su reciente triunfo en Sevilla. Pero lo de Román no hay por dónde cogerlo. Y más si pensamos en los toreros que se han quedado fuera y que a mí personalmente me hubiera gustado ver. ¿Ejemplos? Iván Fandiño, Jiménez Fortes, Paco Ureña, Diego Urdiales, Alberto Aguilar o Sergio Serrano. Con este último creo que se ha cometido una injusticia. Es peligroso para la Fiesta y para la feria de Albacete en particular no poner a uno de los toreros locales que más en forma está en estos momentos. ¡A cuántos toreros locales con proyección de muchos sitios se han cargado las empresas con esta actitud!. Esperemos que Sergio no se desanime ni le afecte tal contrariedad. Sobre la ausencia de Fandiño, Luisma Lozano dijo en la rueda de prensa de presentación de los carteles que había sido por limitación de fechas, ya que el 12 de septiembre mata seis toros en Guadalajara y el torero no quería ningún compromiso cercano a esa fecha. (Perera por ejemplo mata seis toros en Nimes el día 20 de septiembre y sin embargo va dos tardes a Albacete. La última el día 17). Hay quien dice que la verdad es que el torero no ha querido ir después del trato que recibió el año pasado por parte de la afición de Albacete. Otros dicen que la empresa ni le ha llamado ya que en la feria pasada no anduvo muy fino. Yo sólo puedo decir que hablé en el mes de octubre con su apoderado y me dijo que ya se le había pasado el enfado con la afición albaceteña y que seguro iba a volver a la Feria de Albacete en 2014. Otro misterio que sólo los implicados conocen a ciencia cierta. Lo que es irrefutable es que Iván Fandiño ha sido uno de los triunfadores de San Isidro y que debía haber estado en la Feria sí o sí. Por tanto, tremendo error. Tanto si ha sido decisión suya como si ha sido de la empresa. Otro aspecto a destacar de la Feria son los dobletes. Ahí lo tengo claro: el único que está justificado es el de Perera por méritos propios. Los de Talavante y Castella no hay por dónde cogerlos. Sin causa aparente, la empresa se ha ventilado de un plumazo dos puestos que podrían haber ocupado otros toreros con igual o mayor interés que estos. Claro que volvemos a lo mismo: Castella es el torero de la empresa y tenía que estar dos tardes. Tampoco me parece bien que ya se haya tomado como norma general el incluir una corrida mixta. Creo sinceramente que a poca gente le gusta este formato, puesto que el público de rejones suele ser uno y el del toreo a pié otro. Luego a mi parecer, rejoneadores por un lado y toreros por otro. Sobre las ausencias de Manzanares y Morante hay poco que decir. El primero lleva dos años sin querer venir y se tapa exigiendo unas condiciones -económicas y de carteles-, que se salen de lo normal. Yo en particular no le echaré de menos. Lo de Morante es otra cosa. Según la empresa no ha querido ni oír hablar de Albacete. Decisión respetable. Hay quien le echará de menos y quien no. A mí particularmente me hubiera gustado verle una tarde en la Feria. Morante is diferent, tanto para bien como para mal. El resto de matadores y novilleros presentes en el serial tienen, bajo mi punto de vista, justificación. Unos porque se lo han ganado. Otros con el matiz de que son mediáticos y supuestamente llenan (Padilla y El Fandi), cosa con lo que no estoy muy de acuerdo. Lo de Finito, como en el caso de Morante, es caso aparte. A unos les encantará que esté. A otros no le hubiera importado que no estuviera. Toreros especiales que a nadie dejan indiferente. Resumiendo y aclarando: me sobran Buenavista, Núñez del Cuvillo y Jandilla. Me faltan Pedrés, El Puerto de San Lorenzo y Victoriano del Río. Me sobran Román y los dobletes de Castella y Talavante. Me faltan Diego Urdiales, Paco Ureña, Jiménez Fortes, Alberto Aguilar y Sergio Serrano. Hasta aquí mi análisis particular de los carteles de la próxima Feria de Albacete. Esperemos que resulte exitosa tanto en el terreno ganadero como en el de los que se enfundarán cada tarde el chispeante. Y espero también que el público de Albacete sea serio y cabal -como un día muy lejano lo fue- y no se deje llevar por el triunfalismo barato que reinó el pasado año tarde tras tarde. Qué le voy a hacer. Es mi gran defecto: me encanta pedirle peras al olmo. Y no me cansaré nunca de pedirlas porque a día de hoy sigo convencido de que en esto, como en la vida misma, no todo vale.

viernes, 27 de junio de 2014

El mensaje de los dioses...

En 1975, el escritor e investigador suizo Erich von Däniken publicó un libro titulado "El mensaje de los dioses". Polémico como pocos, el autor hacía una recopilación de los casos más importantes tratados en sus tres libros precedentes, añadiendo además nuevos datos que respaldaban sus hipótesis. ¿Y quién es este hombre y por qué me hablas de él?, preguntarás. Bien. Te entiendo. Para el que no lo conozca, Erich von Däniken se ha pasado la vida entera defendiendo una teoría: los extraterrestres nos visitaron hace miles de años y fueron ellos los que sentaron las bases de nuestra cultura y nuestra civilización. Y para reafirmarlo, se basa en cientos de vestigios arqueológicos antiguos que parecen retratar su presencia entre nosotros. Vestigios que intentan transmitir un mensaje: la presencia indudable de esos dioses con trajes metálicos y escafandras que un día convivieron entre nosotros. Pero como todo en esta vida, aquello acabó demasiado pronto. Los extraterrestres abandonaron un día nuestro planeta y desde entonces nos visitan de forma esporádica. Aunque no nos demos cuenta, siguen teniendo interés en la Tierra y nos siguen vigilando desde las alturas. Al fin y al cabo, continúan pensando que somos una creación suya, y como criaturas con un dueño, no nos abandonan. Hasta ahí las hipótesis de Däniken. No te canso más. Si he hecho referencia a la obra de este escritor suizo es porque me viene al pelo con lo ocurrido estos días en el planeta de los toros. Como todos bien sabéis, han reaparecido dos de los mejores toreros que ha dado la Tauromaquia en toda su historia. Uno, por desgracia, por una tarde únicamente (Joselito). Otro, por no más de cinco o seis (José Tomás). Pues bien: ambos, con sus recientes actuaciones, han puesto esto patas arriba. Han regresado con su mensaje. Con el mensaje de los dioses del toreo. Con el mensaje que pone en evidencia a la práctica totalidad del escalafón. Con la reivindicación de una Tauromaquia pura y auténtica que desde hace varios años está siendo atacada impunemente por aquellos toreros que se dicen mandones del cotarro. Una Tauromaquia defenestrada primeramente por el señor Julián López "El Juli", al cual no le ha costado demasiado encontrar cómplices que apoyen su causa. Los más activos, sin duda, Miguel Ángel Perera y José María Manzanares. Otros, desertando ya por suerte como Talavante, lo fueron en su día. Como digo, han tenido que volver Joselito y José Tomás para poner esto en orden. Para dictar de nuevo las leyes del toreo eterno. Del toreo puro. Ese que salvo casos muy excepcionales de muy pocos toreros hoy en día, ya no se hace. Para demostrar que se pueden ligar los muletazos adelantando la pierna de salida -o como mínimo colocándola en paralelo a la otra- y cargando la suerte. Para demostrar que lo de esconder la pierna no tiene razón de ser si no que es pura comodidad, ventajismo y falta de riesgo. Para que se vea de una forma clara y notoria que los demás mienten. Para exponer los hechos al aficionado y que este deduzca quienes son los que han cometido el delito. Imagino que las llamadas figuras del toreo del momento deben de estar temblando con lo que han visto estos días. Nadie me quita de la cabeza la idea de que cuantas más tardes torearan José Tomás y Joselito, más en ridículo iban a poner a los creadores de esa Tauromaquia moderna y falsa de la suerte descargada por norma y la patita atrás por obligación. Intuyo la protesta del aficionado más exigente: "¡es que ni Joselito ni José Tomás se han enfrentado al toro de verdad!" Tienes razón en parte amigo. Pero a igualdad de condiciones ganaderamente hablando -ya que las figuras de hoy matan algo muy similar a lo que han matado estos días Joselito y José Tomás-, estos ganan por goleada en pureza y verdad a aquellos. Qué más quisiera yo que estos dos dioses se midieran con el toro de verdad, de distintos encastes, con las figuras de hoy y en plazas de relevancia...Pero no nos engañemos amigo. Eso es imposible. Joselito y José Tomás no tienen necesidad de medirse ni competir con nadie porque ya en su momento se enfrentaron a todos los que estaban y ganaron. Limpiamente además. Por goleada. No voy a justificar la falta de trapío de la corrida de Garcigrande en la que reapareció Joselito en Istres porque efectivamente fue una gatada. Aun así, como he dicho anteriormente, a igualdad de condiciones ganaderas con los que están, los barrió a todos. No puedo sin embargo opinar del mismo modo de la corrida de José Tomás en Granada. Para mí estuvo correctamente presentada si tomamos como referencia la categoría de dicha plaza. Pero como digo, todo es opinable y acepto que muchos no compartáis mi parecer en este sentido. Aún así, creo que en la reaparición de Joselito y José Tomás hay que mirar más allá. Con independencia de compañeros, ganado y categoría de la plaza, estos dos han provocado una catarsis. Los cimientos que tanto tiempo llevan intentando construir los Juli, Perera y compañía, se han visto sacudidos. La Tauromaquia impura y falsa, retorcida y ventajista, monótona y perversa que están intentado instaurar amparándose en esa idea malévola e interesada de que el toreo ha evolucionado y que hay que adaptarlo a la edad moderna en la que vivimos, se ha visto en entredicho. Y la gente ha comenzado a dudar. La pena es que Joselito sólo va a torear una corrida en todo el año y José Tomás cinco o seis. Con quince cada uno acababan con el cuadro y destapaban las vergüenzas -aún más si cabe- de los que torearán más del doble. Llámame demagogo. Dime que digo lo que los aficionados más inconformistas -amargados entre los que me incluyo para otros-, quieren escuchar. Ojalá algún día me tenga que tragar estas palabras. Eso será sinónimo de que la pureza habrá reinado por fin entre las figuras del toreo, en un mundo sin suertes descargadas ni piernas retrasadas. Pensarás que todo esto son pajas mentales mías. Puede ser. De lo que estoy seguro es de que estos dos dioses un día estuvieron entre nosotros. Sentaron las bases de una civilización taurina pura. Pero un mal día se fueron y nos dejaron huérfanos de la verdad. Los que se quedaron cambiaron impunemente las leyes de la Tauromaquia. Por suerte, aquellos proscritos del taurineo "moderno" han vuelto. Quizá por dinero. Quizá por gloria. Quizá asqueados por lo que están viendo día tras día. Por lo que creen es una adulteración de los cánones del toreo clásico a manos de unos cuantos impostores sin escrúpulos. Quizá por recordarnos el mensaje que un día nos legaron y del que casi nadie se acuerda ya: el mensaje de los dioses. P.D. Siempre lo digo. Valoro muchísimo (lo que se merecen) a todos los que se ponen delante de un toro, sea como sea este. Se juegan la vida. Pero en el toreo, como en la vida misma, la pureza y la verdad siempre han de ir por delante. Para mentir ya hay demasiadas personas y oficios y, por desgracia, ninguno es tan auténtico como el de ser torero.

viernes, 13 de junio de 2014

Miedo y asco en Las Ventas...

Voy a olvidarme de mis notas. No voy a hacer caso de los casi tres folios de datos, trofeos y sucesos reseñables tanto positivos como negativos. Voy a dejarme llevar por las sensaciones. Por las emociones. Por los recuerdos. Si en este momento me pongo a pensar en la recién terminada Feria de San Isidro 2014, no puedo evitar que en mi mente aparezcan dos palabras: miedo y asco. Miedo porque lo he sentido muchas tardes. Miedo del malo. Ese que te atenaza y te hace preguntarte porqué amas tanto esta Fiesta. Ese que pasado un rato de confusión te recuerda que sin él esto no tendría sentido. Ese que pasado un mes todavía te hace sudar. Lo sentí en la Goyesca del 2 de mayo con varios toros de El Cortijillo y dos tíos como Urdiales y Ferrera jugándose la vida. Lo sentí con la encastada y brava corrida de Parladé el día 13 de mayo. Me abofeteó la cara de mala manera el día 20 con el cornalón a David Mora, la lesión de Antonio Nazaré y las heridas del siempre desasosegante Jiménez Fortes. Miedo que también trajo Alberto Lamelas en su coche de cuadrillas a Las Ventas el día 25. Ese mismo miedo me recordó que a veces le gusta vestir de blanco y plata y llamarse Miguel Abellán. Lo vi también en la melancólica cara de Paco Ureña, cuyo muslo izquierdo fue traspasado esa misma fatídica tarde del día 30 de mayo. Miedo con José Carlos Venegas y el fiero "Macetero" de Cuadri que hizo sexto y que cogió de mala manera al joven torero jienense. Y miedo, lo que se dice miedo, el día de la de Victorino por el conjunto de la tarde. Me preguntareis a qué viene lo del asco. Muy fácil. Madrid ha perdido el rumbo. Madrid ya no tiene criterio. Ese que era exclusivo de la primera plaza del mundo y que se tomaba como referencia en el orbe taurino. Y es que el público de Las Ventas, o al menos un sector muy grande, se ha equivocado gravemente este San Isidro. Me explico: se han pedido orejas que no se deberían haber pedido, como algunas que le han sobrado a Perera, Juli y Daniel Luque. Y lo peor no es eso. Lo perverso es que se han concedido. Se han aplaudido toros en el arrastre que no se lo merecieron, como a algunos de Victorino el pasado 6 de junio. Se ha pitado a toreros que lo mínimo que merecían era silencio y respeto, como Ferrera y Aguilar el día de la de Victorino. Han volado almohadillas cuando nunca debieron hacerlo. Y se han ignorado faenas cuyo premio era una fuerte ovación, como la de Diego Urdiales al 5º la tarde de los toros de Adolfo. Sinceramente no sé dónde está ese público de Madrid tan supuestamente sabio. Ese público de Madrid sensible y entendido del que todos hemos aprendido algo alguna vez. Probablemente se haya perdido para siempre. O en el mejor de los casos se haya diluido merced a las nuevas y modernas influencias del actual taurineo recalcitrante y de los neo aficionados cuya mente se ofusca cada tarde con el olor del clavel. Ni lo sé ni lo entiendo. Tampoco seré yo el que busque la solución a los males de la afición de Madrid. Con su pan se lo coman. En lo artístico y, empezando por el Rey de esta Fiesta, he de decir que me han gustado varios toros sueltos y pocas corridas completas. Tan sólo la de Parladé ha destacado enteramente por ser en su conjunto brava y encastada. Ni que decir tiene que a mí me encantó. De hecho, ha sido declarada la mejor corrida en conjunto de la Feria. Y en cuanto a animales sueltos, rescato al 2º bis de El Vellosino el día 10, el 1º y 6º de la corrida de Victoriano del Río del día 15, el extraordinario novillo de El Montecillo de nombre "Ilustrado" lidiado en 4º lugar el día 19 por Francisco José Espada (para mí el mejor animal de la Feria), el 2º de la corrida de Juan Pedro Domecq, el 2º y 3º de la segunda corrida de Victoriano del Río el día 23, el 1º y 3º de Fuente Ymbro el día 27, el 1º y sobretodo el encastado 2º de nombre "Tomillero" de Baltasar Ibán, el 5º toro de la corrida de Montealto, el fiero "Macetero" de Cuadri (6º), el 1º y sobretodo el 6º de Adolfo Martín de nombre "Revoltoso", el 5º de Alcurrucén en la corrida de Beneficencia, el 2º, el importantísimo 3º de nombre "Cartuchero" (premio al toro más bravo) y el 6º de la corrida de El Puerto de San Lorenzo, el 3º de Victorino de nombre "Vengativo" y el 5º por fieros y encastados pero imposibles para hacer el toreo y 2º, 3º (de nombre "Zahonero") y 4º de la reciente corrida de Miura. De todos los que he citado me quedo sin duda con el novillo "Ilustrado" de El Montecillo, con "Cartuchero" de El Puerto y con "Zahonero" de Miura, el cual ha sido el único toro al que se le ha pedido la vuelta al ruedo. En el apartado de los toreros, he de decir que me quedo con las actuaciones de Juan del Álamo el día 10 por una faena que para mí fue de dos orejas pero que el público no lo supo ver y sólo le pidió una, los novilleros Francisco José Espada, Gonzalo Caballero y Román ( este en su primera novillada), Iván Fandiño el día de su puerta grande con la corrida de Parladé (el día de la Beneficencia le cortó una oreja al 5º de Alcurrucén que a mi parecer era toro de dos orejas), Ponce con su segundo toro el día 15, Talavante con su primero el día 22, Eugenio de Mora y Alberto Lamelas el día 25, Uceda Leal con su primer toro el día 27, Miguel Abellán y Paco Ureña en la accidentada corrida del día 30, Alberto Aguilar en sus dos tardes, José Carlos Venegas el día de la de Cuadri, Diego Urdiales el día de la de Adolfo, Daniel Luque el día de la de El Puerto de San Lorenzo y Antonio Ferrera el día de Victorino. Te preguntarás que pienso de lo de Miguel Ángel Perera. A decir verdad no me disgustó del todo. Estuvo valiente, poderoso y muy templado las dos tardes. No lo niego. Lo que me resisto a reconocer es su falta de pureza, esa que le sobró por ejemplo a Diego Urdiales el día de la de Adolfo, casualmente compartiendo cartel con el torero extremeño. A Perera no le perdono que un torero tan valiente y capaz como él se empeñe en hacer un toreo de pierna retrasada y escondida. Y se lo recrimino porque él es capaz de no hacerlo y lo hace sin parar, convirtiendo una costumbre en una perversión. Además, el día de la corrida de Victoriano del Río debió salir con una oreja y no con tres. La segunda oreja del 3º fue excesiva y la del 6º no se le debió conceder puesto que no fue faena para ello. Al menos en Madrid. Y en la de Adolfo debió cortarle una sólo al 6º y no dos, premio excesivo a su labor ante ese toro de nombre "Revoltoso". Aún así, no soy necio y reconozco que ha sido uno de los toreros más importantes de la Feria, en mi opinión, junto a Juan del Álamo, Fandiño, Miguel Abellán y Diego Urdiales. La pureza en los naturales de este último el día de la de Adofo aún me sigue despertando por las noches. Y es que sin lugar a dudas es lo mejor que he visto en este raro San Isidro que acaba de terminar. Eso y las agallas de Abellán, que vino a tapar bocas y las tapó. Poco o casi nada más he de decir ya. Bueno sí, que la Feria ha sido un éxito de asistencia de público. Afortunada o desgraciadamente todo se ha consumado. En mi mente sólo queda un deseo: que la afición de Las Ventas recupere la cordura. Que vuelva a ser justa y exigente. Que no se deje engañar. Aquí no valen los trucos de trileros. Esto es de verdad y como tal se debe valorar. Ojalá que se solucione pronto, porque si no, podremos decir con todas sus interpretaciones posibles, las literales y las figuradas, aquel dicho tan famoso y consabido de "adiós Madrid"...

viernes, 23 de mayo de 2014

El descalabro...

Como bien sabes, hace unos días acabó la Feria de Abril de Sevilla 2014. Una feria que, por otra parte, se ha celebrado casi en su totalidad en el mes de mayo, más por decisión política que por otros motivos sin fundamento que nos han querido vender como los reales de tal hecho. En el plano artístico, ha habido pocas cosas que resaltar. Sin embargo, fuera de lo estrictamente taurino sí que ha habido demasiados aspectos reseñables. Y es que aquellas desafortunadas declaraciones de Eduardo Canorea en las que arremetía contra Morante, El Juli, Manzanares, Perera y Talavante el pasado mes de diciembre, han traído demasiadas consecuencias. Y todas negativas. Lo he dicho muchas veces. Siempre he estado de acuerdo con el fondo de lo que dijo Canorea contra estos toreros, pero no así con las formas. Aun así, el descalabro de la Feria de Abril de Sevilla no ha sido sólo culpa suya. Esos cinco toreros que he nombrado anteriormente también tienen su parte de responsabilidad en lo sucedido. Ahora más que nunca es cuando hace falta que todos rememos al mismo tiempo y en la misma dirección y ellos no lo han hecho. La consecuencia de todo ello la hemos podido ver en los tendidos de la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla tarde tras tarde. Tan sólo tres días han rozado el lleno, quedándose en un tres cuartos largos. Me refiero evidentemente al Domingo de Resurrección con la corrida de Miura y Manuel Escribano y Daniel Luque en el cartel, la tarde de la reaparición de Enrique Ponce en la alternativa de Javier Jiménez y la del penúltimo día de feria con los mediáticos Padilla, El Cordobés y El Fandi en el cartel. El resto de días, media entrada o como mucho algo más de media. Evidentemente, en el descalabro de la asistencia de público a la plaza, la culpa no sólo la tienen las cinco figuras que no han ido a Sevilla, que la tienen en parte. La otra proporción de culpa, si cabe más grande, la tiene la empresa Pagés al no haber rebajado el precio de las entradas. Es cierto que han bajado los precios en los abonos, pero no así en las entradas sueltas, las cuales han mantenido sus altísimos precios de años precedentes. De lógica es que si das un espectáculo cuya producción es mucho más barata que si lo hicieras con toreros más caros, debes de reducir los precios en las localidades. Tan simple y justo como eso. Pues bien. Eso no se ha hecho. Yo que soy un aficionado empedernido a esto podría ir y pagar un pastón por ver un cartel cualquiera en Sevilla, pero el público de a pié, ese que le da lo mismo ir a los toros que al fútbol o al teatro no. Y eso se ha notado en los tendidos. Como se ha notado también el calor. Dicen que este mes de mayo ha hecho en Sevilla el calor de agosto. Como comprenderás, con treintaicinco grados al sol es difícil sentarse en una piedra durante dos horas y media. Y eso ha pasado también. Seamos justos y digámoslo. Lo que no se ha dicho por parte de algunos periodistas interesados ha sido la verdad en cuanto a la asistencia de público a los festejos de Sevilla. Y es que se ha manipulado la verdad en cuanto a las entradas tarde tras tarde. Ciertos periodistas han dicho y escrito en sus crónicas que en las tardes de tres cuartos ha habido media plaza o en las de media un cuarto. Profesionales de la información que previamente han recibido el consabido sobre de las altas esferas del toreo con el propósito de reventar la feria. Días antes había pasado lo mismo en Málaga pero al revés: en una entrada de tres cuartos el Domingo de Resurrección con Morante y Juli se puso el "no hay billetes". Y lo puso la empresa por beneficio propio y algunos periodistas lo dijeron por el suyo también. Pero la Feria no sólo la han reventado Canorea, el G5, el alto precio de las entradas, el calor de agosto en mayo o los periodistas del sobre. La Feria se la han cargado también algunos ganaderos que todos conocemos, adalides de las figuras, que han mandado a Sevilla otros toros muy distintos a los que en un principio iban a ir a la capital hispalense antes de que estallara la guerra entre Canorea y el G5. ¿El motivo? No se sabe. Hay quien dice que la misma empresa, tras confirmarse la ausencia de las cinco figuras y en su afán de abaratar costes, pidió a esos ganaderos ya apalabrados animales de peores reseñas y por tanto más baratos. Por contra hay también quien dice que ese cambio de ganado ha venido provocado por un cónclave entre las figuras y sus ganaderos predilectos con el fin de desprestigiar y/o reventar la Feria. Sea como fuere, nunca lo vamos a saber con certeza, a pesar de que al menos un ganadero de los que han fracasado estrepitosamente en el ciclo abrileño le haya reconocido en petit comité al periodista Pedro Javier Cáceres que al no ir las figuras la corrida que había mandado había sido otra. ¿Por qué? Sólo él lo sabe. Demasiados aspectos que han hecho que la Feria haya sido un fiasco en todos los sentidos. Comentan en Sevilla que los más cabreados de todos son los hosteleros, que no han hecho ni la mitad de ingresos que en años precedentes. Y eso amigo, sí que es serio para una ciudad que en cierto modo vive del turismo. En el tema estrictamente taurino hay que decir que, a mi gusto, han destacado sobre todos los demás Antonio Ferrera, Juan del Álamo, Enrique Ponce, Javier Jiménez, Diego Ventura y Gonzalo Caballero en el plano de los matadores. Sobre todo Ferrera, el cual hizo la mejor faena de la Feria ante un gran toro de Victorino Martín el último día de Feria. Pocos toreros hay ahora mismo al nivel de Antonio. En cuanto a las ganaderías, la mejor en conjunto ha sido la de Montalvo, que echó una extraordinaria corrida de toros, la cual no fue del todo aprovechada por los espadas. Aparte, hay que destacar un sobrero de Parladé que hizo sexto el sábado 3 de mayo al que Javier Jiménez le cortó una oreja, el toro "Niñito" de El Pilar, declarado como mejor toro de la Feria y que en otras manos distintas a las de David Mora podría haber sido hasta de indulto, y los extraordinarios cuarto y quinto toros de la corrida de Victorino el último día. Como ves, poco o casi nada. De los petardos vergonzosos de Daniel Ruiz, Garcigrande, Juan Pedro y Jandilla no voy a hablar, siquiera porque me los esperaba. Después de los conciliábulos y tejemanejes ya dichos lo he visto hasta normal. Algo que por otra parte ya no me sorprende en absoluto. Tanta paz lleven como descanso dejen...

viernes, 9 de mayo de 2014

La puerta de atrás...

Creo que ya lo he dicho en más de una ocasión. Siempre me he considerado tomasista, oséase, seguidor y admirador del tan cada vez más raro de ver, José Tomás. Fui uno de esos muchos aficionados a los que su personalidad y toreo atrapó allá por el año 1995, cuando apenas era un niño. Tanto yo como él. Una admiración que me mantuvo atento a sus movimientos hasta su primera retirada en 2002 y desde su reaparición en 2007 hasta la actualidad. Eso sí, de él me ha gustado ese toreo puro y verdadero que le caracterizó en su primera etapa y en ocasiones contadas en la segunda. No el suicida. No el temerario. No el loco. El sábado pasado reapareció en la ciudad mejicana de Juriquilla tras 19 largos meses sin torear. Fue en la despedida de su amigo Fernando Ochoa, con el que alternó en un mano a mano con reses de Fernando de la Mora y Los Encinos. Como bien sabes, el pasado año no hizo temporada por una lesión ósea que sufrió en el pie derecho cuando se entrenaba en la finca de Fermín Bohórquez. Y el anterior solamente se vistió de luces en tres ocasiones. Y es que en su hambre siempre ha mandado él. La reaparición de Juriquilla por tanto se esperaba con gran expectación. Todos los medios se volcaron en el evento. La plaza registró un llenazo sin precedentes. Todo genial. Fantástico. Inigualable. Hasta que salió el toro. Bueno, el medio toro. El churri toro. Le cortó dos orejas a su primero y en los dos restantes obtuvo ovación y vuelta al ruedo respectivamente. Tras la corrida halagos. Muchos halagos. Miles de halagos. Cientos de palmaditas en la espalda. Los portales taurinos rebosaban entusiasmo. "Volvió por la puerta grande" decía uno. "Recital de toreo y pasión" decía otro. Ni tanto ni tan calvo amigo. Y en el otro bando palos. Críticas. Improperios. He visto el vídeo de su actuación como diez veces. Toreo bueno hubo. Personalidad también. Toro no. Riesgo y emoción tampoco. José Tomás le hace falta a la Fiesta. Mucha Falta. Cada tarde que torea, este espectáculo está en el centro de todas las miradas. Las taurinas y las no tan taurinas. Por eso mismo, el toro no debe faltar. No faltó en Nimes aquella tarde del 16 de septiembre de 2012, última en la que se había vestido de luces. En cambio, sí faltó el sábado pasado en Juriquilla. Hay que ser sinceros y decir la verdad. Lo sé: José Tomás está ya de vuelta de todo. José Tomás no necesita ir a las grandes ferias a demostrar nada. Él juega en una liga aparte. Por eso creo que tenemos que valorarlo también independientemente de los demás toreros del escalafón. Todo lo que quieras, sí, pero pantomimas no por favor. Esperpentos no. Jabón a destajo no. Lo siento profundamente. No puedo hacer caso a esos teatros que perjudican más que benefician. Quiero verle con un toro serio. Quiero verle compartiendo cartel con los primeros toreros del escalafón. Quiero verle competir. Y por pedir, quiero verle en Madrid. En Bilbao. En Pamplona. Incluso en Sevilla. Mientras tanto miraré a otro lado por más que lo sienta. Puedo criticar más o menos a ciertas "figuras del toreo". Pero al menos estos están en Madrid. Hasta Ponce está, que quizá es al que menos le hace falta. Bajemos un poco del pedestal a José Tomás. Exijámosle en su justa medida. Si no está plenamente es mejor mirar hacia otro lado, por mucho bien que le haga a la Fiesta según algunos cada vez que torea. Esto es un espectáculo de emoción y verdad, no de titiriteros ni bufones. Para eso está el circo o la corte de Carlos V. Seamos sensatos de una vez y si no podemos sacar a un torero por la puerta grande cada vez que torea, saquémosle por la de atrás. Por la falsa. Por la de la decepción. Se llame como se llame el que lleve el chispeante. Ni Juan y José que volvieran...

domingo, 27 de abril de 2014

Talavantes y Butragueños...

Casasimarro. 24 de agosto de 2003. Calor. Mucho calor. Moscas. Tradicional novillada sin picadores en honor a las fiestas de San Bartolomé. Y en el cartel un nombre que no pega ni con cola. Un apellido casi impronunciable que suena a cualquier cosa menos a torero. Alejandro Talavante. ¿Cómo?, decían algunos. Talavante. ¿Cómo?, repetían otros. Ta-la-van-te. Como suena. ¿No será Caravante? ¿O Fernández? ¿O Hernández? Que no hombre, que es Talavante... Como todos los años, ahí estaba yo. Sentado en el tendido esperando ver algo. O nada, puesto que pocas veces había visto algo de interés entre tanto novillero desconocido. Tan sólo un tal Manolo Carrión muchos años atrás, cuando casi todaví yo iba en pañales. Pero la afición es la afición y no hay remedio: en esto siempre vuelves donde la última vez casi te matan de aburrimiento. El alcalde sacó el pañuelo blanco y comenzó el pasodoble. Dos chavales muy jóvenes, atropelladamente liados, salen a hacer el paseíllo. Sorpresivamente, uno de ellos me llama poderosamente la atención. Está muy delgado, anda con delicadeza y parece un torero, a pesar de no ser muy agraciado físicamente. Tiene la cara muy alargada y un poco rara. Como su apellido. Pero algo me hace no quitarle la vista de encima. Me recuerda a José Tomás, el cual hace pocos meses se ha retirado del toreo. En sus andares, en su expresión, en su sutileza, en su tranquilidad al mover el capote al viento tras romperse el paseíllo. El primer novillero no me gusta nada. Hasta tal punto que unas horas después ni recordaré su nombre. Sólo me acuerdo de un apellido raro: Talavante. Ese que al principio era impronunciable y del que ahora todo el mundo habla. 15 años tenía. Aquella tarde Alejandro nos encandiló. Sobretodo a los aficionados. Vi detalles en él que llevaba años sin ver en ningún otro novillero. Valor, seguridad, reposo, torería, tranquilidad, rectitud... Tenía magia. Y lo más importante: una mano izquierda de ensueño. Recuerdo especialmente un cambio de mano en el que el novillo se le vino encima y ni se inmutó. En el último segundo se lo sacó con un golpe de muñeca. Me quedé de piedra. En ese momento no dudé de que aquel chaval sería algún día figura del toreo. Y así lo aseguramos mi amigo Antonio el Viti y yo en la puerta de salida de la plaza cuando acabó la novillada. Tras aquella tarde, de vez en cuando seguía acordándome de aquel muchacho del apellido raro. Pero no se oía nada de él. Un día escuché que Antonio Corbacho se había hecho cargo de su carrera. Y aquello me llamó la atención. Un hombre como Corbacho no cogía a un cualquiera. Entonces lo comprendí todo. Antonio había visto en él a un José Tomás en potencia, el mismo al que años antes había moldeado con sus manos de alfarero y su espíritu de samurai. Como era de esperar, poco tiempo después saltó la noticia: Talavante habia puesto Las Ventas patas arriba. Ocurrió en una novillada el 24 de mayo de 2006. Había estado sensacional con dos novillos de "El Ventorrillo" y a pesar de no haber cortado ni una oreja por su fallo repetido con la espada, había puesto a todo el mundo de acuerdo. Allí había un torero importante. A aquella tremenda actuación en Madrid le siguió la inmediata alternativa tan sólo una semana después, el 9 de junio en Cehegín, Murcia, programada con anterioridad a su triunfo en Madrid y que fue recibida con mucha expectación. Su última temporada de novillero y las dos primeras de matador fueron un bombazo. En su segundo año de alternativa abrió las puertas grandes de Valencia y Madrid y la del Príncipe de Sevilla. Todo un acontecimiento. Todo el mundo taurino hablaba de él. Pero la dicha duró poco. A partir del segundo año de matador de toros se fue diluyendo. Ya no era el mismo. Las malas lenguas decían que le gustaba mucho la noche y las juergas con sus nuevos amigos famosos. Que se escapaba de madrugada de la finca de Corbacho para volver a las mil. Habladurías. Empezó a cambiar su toreo, ese que a muchos nos había enamorado desde un principio. Dejó de torear erguido y comenzó a retorcerse y a imitar a otros toreros menos estéticos y solemnes con los cuales había trenzado una buena amistad. Y lo más llamativo de todo: se había cansado de Corbacho y lo había abandonado. Su fichaje con Choperita no se hizo esperar. Se iba con un apoderado y empresario poderoso poco o nada independiente. Cuando ya estaba casi perdido y fuera de las ferias importantes volvió a triunfar en Madrid. Regresó a los carteles de relumbrón, a codearse con las primeras figuras del momento. Volvió a ganar dinero, fama, reconocimiento. Pero seguía retorciéndose. Seguía sin ser el torero que un día vi en Casasimarro. Aquel que me había impactado. Aquel que tan sólo cuatro años después abrió como matador las principales puertas grandes de las principales plazas de toros españolas. Dejó de gustarme. No me interesaba. Ya no le veía la magia. Creía que estaba adulterando su verdadero toreo por el afán de imitar a sus amiguetes figuras. Hasta este año. Esta temporada ha vuelto a ser el de Casasimarro. El de la novillada en Las Ventas en 2006 y el de su primera y segunda temporada de matador. No sé si ha sido la influencia de su nuevo apoderado, Curro Vázquez. O tal vez el espíritu de Corbacho que seguro le ronda y acompaña. O qué al fin se ha cansado de divagar por múltiples tauromaquias de imitación y ha encontrado la suya. La que realmente siente y lleva dentro. La que emana de su personalidad y sus muñecas. Creo que ha recuperado la magia. Ha vuelto a torear erguido. A no retorcerse. A ser auténtico. No puedo negarlo: durante mucho tiempo Talavante no me gustaba ni cuando estaba bien. Este año he comenzado a verlo con los ojos sorprendidos de aquella novillada de Casasimarro. Aquel apellido raro me ha vuelto a sonar bien. Aquel Talavante regresó. Esperemos que se quede por mucho tiempo y que no sucumba a tentaciones raras. Talavante no era nombre de torero. Butragueño tampoco lo era de futbolista. ¿Butra qué?, decían. Recuerdan los más veteranos que al principio tampoco sonaba bien, que no era nombre para un jugador del Madrid. Cosas de la vida. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse...

viernes, 11 de abril de 2014

Los cánones modernos...

De un tiempo a esta parte, se ha puesto de moda una nueva forma de hacer el toreo. Unos cánones que nunca habían existido y que hoy son referencia y base para la mayoría de los toreros. Ni que decir tiene que los responsables de esta nueva corriente han sido las principales figuras del momento. Concretamente una diría yo: El Juli, aunque también otros toreros como Perera, Manzanares y Talavante le han copiado la patente en mayor o menor medida. Esa nueva forma de entender el toreo a la que me refiero la he llamado "Tauromaquia del retorcimiento y la patita atrás". Imagino que ya lo habrás entendido. Es curioso. Como sucede en todos los aspectos de la vida, cuando una cosa la hace alguien importante, inmediatamente se toma como referencia y se tiende a imitar. Es lo que está pasando. Prácticamente la totalidad de los chavales que están empezando, y que tienen como referencia a las principales figuras del toreo, están haciendo o intentando hacer el mismo toreo que ven en estos. Un toreo de suerte descargada, con la pierna de salida retrasada y escondida detrás del cuerpo. Y este, el cuerpo, retorcido, forzado, antiestético. Dicen los que creen saber que la pierna hay que ponerla ahí para poder ligar mejor. Lo que no saben o no les han dicho es que ligar se liga con la muleta gracias a las muñecas y no con el cuerpo. Pero no. Hoy hay que ser como una peonza, quedarse en el cuello del toro y girar sin parar para poder ligar, sin importarnos eso que se ha hecho siempre de vaciar los muletazos y comenzarlos de nuevo. Hoy se torea sin solución de continuidad, sin enganchar ni soltar. Hay que ligar aunque sea mal y conseguir que aquello no pare para que el personal se emocione. Y puede que así el público estalle en vítores, aunque no el aficionado de verdad. Hoy hay que retorcerse y forzar la figura para dar largura a los muletazos. Error. Grave error. ¿Dónde está la estética del toreo? ¿Es estético ver a un torero agachado por muy lejos que lleve la embestida? Dicen que si no no se puede someter al toro. Mentira. Yo he visto a muchos toreros de antes y algunos de ahora doblegar y poder a los animales sin retorcer la figura, sin ponerse feos. Y es que como dijo el maestro Paco Camino hace poco en un coloquio informal, "no se puede torear acostao". Por desgracia no he podido ver en vivo a figurones del toreo como el mismo Camino, El Viti, Ordóñez o Bienvenida, por poner un ejemplo. Eso sí, he visto todos los vídeos del mundo. Nunca estos toreros se han retorcido tanto. Nunca estos toreros han jugado a esconder la pierna. Pocas veces han descargado la suerte. Siempre han toreado derecho. Y es que hay que torear derecho. Talavante, al que antes he citado como uno de los impulsores de esta nueva corriente de toreo ventajista, lo está corrigiendo. Como él mismo dijo hace poco, se ha cansado de torear retorcido y ha vuelto a beber de la tauromaquia vertical y verdadera de sus inicios. Bien por él. Esperemos que no desista en el intento. Dicen que hoy se torea mejor que nunca. No estoy de acuerdo. Hoy se torea bien, pero depende también de quién. Algunos siguen sin enterarse de lo que es torear puro y bien. Desde mi humilde opinión, recomendaría a algunas de las principales figuras que se repasaran los vídeos de los grandes maestros de los años sesenta, setenta y ochenta. Quizá así recapacitarían, aunque lo dudo. El toreo es verdad y pureza. No es el juego del escondite. El toreo es sometimiento y estética. El toreo es un arte y el arte tiene que ser bello para emocionar. Si no nos emocionamos no pintamos nada ni en este espectáculo ni en el mundo como tal. Sé que no es fácil estar delante de un toro y hacerlo con estética y verdad. Te repito: lo sé y no hace falta que me lo recuerdes. Aun así no hagamos que esto sea más difícil todavía. Las figuras tienen el poder de cambiarlo porque sólo a ellos les harán caso las generaciones venideras. Todos ganaremos. La Fiesta la primera. Entonces podremos decir con todo convencimiento y merecimiento que hoy se torea mejor que nunca. Sin peros ni matices que valgan...