sábado, 26 de diciembre de 2015

Envidias...

Últimamente me ha llamado mucho la atención un hecho dentro del mundillo taurino: la tremenda admiración que siente el maestro Curro Romero por Diego Urdiales. Respetable. Muy respetable. Nadie duda de que Diego Urdiales es un gran torero. Eso está claro. Un torero de corte artista muy del estilo, salvando las distancias, del que en su día tuvo el “Faraón de Camas”. Hasta ahí todo correcto y, como digo, muy respetable. Cada cual es libre de elegir sus amistades y a quién quiere admirar. Correcto. A mi Diego Urdiales es un torero que siempre me ha gustado mucho. Que quede claro. Es muy puro y tiene un gran concepto artístico del toreo. También es irregular y de vez en cuando no lo ve claro y no resuelve, no sé si por falta de decisión o simplemente de valor. Pero repito: es un torero de mi agrado. El tema es que con tanto elogio de Curro Romero hacia Urdiales y con tanta presencia en sus corridas, he intentado ir más allá y me he hecho varias preguntas: Si el maestro de Camas admira tanto a Urdiales, ¿no debería admirar aún más a Morante de la Puebla? Debería admirarlo más y con más motivo: Morante es sevillano como él, es figura del toreo como lo fue él, es un artista consumado como lo fue él, de vez en cuando pega petardos como los pegaba él y con sólo una verónica levanta al público de sus asientos como lo hacía él. Rafael de Paula, por ejemplo, otro torero artista hasta la médula, sí que ha mostrado en más de una ocasión su admiración por el torero de La Puebla del Río. Incluso llegó a ser su apoderado durante unos meses. Entonces, ¿qué le pasa a Curro Romero con Morante? ¿Por qué no le alaba como a Urdiales? ¿Por qué no le sigue de plaza en plaza como a Urdiales? Alomejor lo que digo es una barbaridad, pero yo lo tengo claro: el torero que realmente le gusta a Curro no es Diego Urdiales, sino Morante, el problema es que siente enormes celos hacia él. Sí, eso pienso. Los celos, la envidia, el reconocer que Morante es mejor torero de lo que fue él....Eso es lo que le impide al “Faraón” admirar públicamente y hablar maravillas de Morante. Y es que casi nunca le he oído hablar bien del torero de la Puebla del Río. Es más, siempre se ha contenido mucho cuando le han preguntado por él y siempre le ha juzgado muy cicateramente. El toreo está lleno de envidias y, si encima eres del mismo sitio geográfico y eres rico y figura mucho más. Curro dice que le gusta Urdiales, un gran torero pero que no es sevillano ni es figura del toreo. Un torero modesto, vamos. ¡Ay si Urdiales fuera de Sevilla y mandara en la Fiesta! Quizás el Faraón no se desharía en elogios hacia él. Vamos, estoy seguro de que no. Algo parecido pasa con otros toreros que han sido figuras y que no reconocen la supremacía del que realmente les superó. Por ejemplo: cuando a “El Viti” y Paco Camino les preguntan por cuál es el mejor torero que han visto, siempre nombran al mismo. Es más, casi todos los toreros nombran al mismo: Antonio Ordóñez. Ni “El Viti” nombra a Camino ni Camino nombra a “El Viti”. Tampoco nombran a otros. Dicen Ordóñez porque no le han envidiado nunca, pero tampoco le han admirado realmente. Ambos saben de sobra que han sido mucho mejores toreros que Ordóñez y con una trayectoria muy superior a la del torero de Ronda. Y es que el torero al que realmente han envidiado ambos es a “Antoñete”. Mucho más puro y clásico que ellos, y con un final de carrera brillantísimo, mientras que ellos se fueron de mala manera. Pero de “Antoñete” no dicen absolutamente nada. Como saben que ha sido mejor, ni pío de él. Como tampoco hablan de Ángel Teruel, otro gran torero del que nadie dice nada porque no quiso hacerle la pelota ni a compañeros ni a periodistas. Teruel también superó a muchos y la envidia de esos muchos hace que no hablen de lo gran torero que fue. Según muchos, Teruel ha sido el toreo más importante de los años 70. Sin embargo, para todos el mejor fue Ordóñez, un torero con clase que se arrimaba poco. No quitaba el protagonismo a nadie. No competía. No molestaba. De “El Cordobés” casi nadie habla, mitad envidia económica mitad envidia de fama social, pero cuando les aprietan todos le alaban porque fue un buen torero con una buena mano izquierda del que estaban por encima en cuanto a pureza. Pero el “Benítez” jugaba en otra liga. De Diego Puerta, por ejemplo, sin embargo hablan maravillas tanto “El Viti” como Camino. Saben de sobra que estaba por debajo de ellos. Camino por ejemplo elogia hasta la saciedad a José Tomás y escarba cuando le preguntan por Enrique Ponce. ¿Por qué? Pues porque sabe de sobra que con los toros malos Ponce ha sido infinítamente mejor que él. Y eso molesta mucho. El toreo no dista mucho de la vida en sí. Es más, es un fiel reflejo de esta. Para bien y para mal. Con sus virtudes y sus bajos fondos. La envidia siempre ha existido entre las personas. Y los toreros, aunque siempre se hayan considerado héroes, nunca han dejado de ser personas. Con mucho más valor que el resto de los mortales, pero personas al fin y al cabo.

martes, 22 de diciembre de 2015

Presentado el libro "El crimen de los novilleros. Historia de una injusticia".

El pasado sábado 19 de diciembre se presentó en la sede de la Peña Taurina de Casasimarro mi libro "El crimen de los novilleros. Historia de una injusticia". Desde aquí quiero agradecer de nuevo a la Peña y a su junta directiva por el detalle de haber contado conmigo en esta edición de su tradicional día del socio. Gracias también a todos mis paisanos, que me mostraron su cariño y afecto en tan importante acto para mí. Siempre os estaré eternamente agradecido.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Quiero pensar...

Vaya por delante mi admiración al maestro Paco Camino. La entrevista que hace unos días emitió Tendido Cero con él en dos partes ha levantado mucho polvo entre la afición taurina. Los ha habido que se han posicionado a favor del maestro y los que han sido críticos con sus palabras. Ni una cosa ni la otra. A mí sinceramente no me sorprendió su discurso porque sencillamente es el mismo que sigue manteniendo prácticamente desde que se retiró de los ruedos. Me explico. Para Camino todo está mal en el toreo desde que él no está en los ruedos. No digo que no lleve razón en parte de sus argumentos, pero en otros puntos se equivoca bajo mi punto de vista. Es cierto eso que dice de que ahora hay más compadreo entre los toreros. De que se dan besos en los patios de caballos y que no hay tanta competencia como antes. En eso estoy de acuerdo. Por lo que he visto, leído y escuchado de los viejos aficionados, el toreo antes era una guerra y los toreros salían al ruedo a destrozar a sus compañeros. Si alguno triunfaba fuerte en una plaza de importancia a los compañeros les fastidiaba. No podían ver que otra figura les diera en los morros. Mataban por quedar por encima de los demás. Y encima lo decían con sus caras de cabreo y sus palabras sinceras. Sobre todo en petit comité. Hoy esa competencia no existe. Hoy los toreros se dan demasiado jabón entre ellos y hasta se alegran del triunfo de los demás. Según Camino, hoy en día las figuras del toreo son amigos y antes eran enemigos. Hasta ahí de acuerdo con su pensamiento. Como también le doy la razón cuando dice que antes la Fiesta se promocionaba más que ahora, que era más culta de lo que lo es actualmente. También es cierto que los tiempos han cambiado y la mentalidad y valores de la gente no son los mismos que hace cincuenta años. Ahora la sociedad está más lejos de la cultura taurina que nunca y los propios taurinos no hacen nada para defenderla. Posiblemente lleva razón cuando dice que antes se luchaba por la Tauromaquia más que ahora. Como también acierta cuando dice que hoy se torea mejor que en su época. El toreo avanza como todo en esta vida. En lo que no estoy tan de acuerdo con el maestro es en otros aspectos que siempre cita cuando se le pone un micrófono delante: el toro y la emoción. Camino siempre dice que el toro de antes era más bravo que el de ahora, que tenía más peligro, que era más fiero. No sé porqué pero siempre se le olvida que en su época mataban animales que hoy en día no pasarían el reconocimiento ni en una novillada. Auténticos erales en muchos casos. ¿Que hoy afeitan a los toros? Sí. Pero en su época igual o más. Dice el maestro que en su época el toro se movía más. Claro, pesaba cien o ciento cincuenta kilos menos. Razonamiento lógico. Hoy sólo queremos ver el toro grande. Muy grande. Una moda que empezó en la plaza de toros de Las Ventas a finales de los años setenta y que se ha extendido sin remedio. Creo que el toro de antes no era más bravo que el de ahora. Al contrario: era más manso. Tenía más genio, no más casta. Conceptos distintos. El toro de antes se iba mucho antes a las tablas que el de ahora. También pasaba más rápido por los engaños, cosa que muchos piensan que da más miedo. Se equivocan. Cualquiera que se haya puesto delante de una becerra puede confirmar que se pasa mucho más miedo cuando esta pasa muy despacito. Y si ya es un toro ni te digo. Eso lo sabe muy bien el maestro Paco Camino y cualquier torero. Por eso me extraña que siempre repita el mismo discurso. ¿Cuándo se pasa más miedo si te tumbas en la vía del tren, cuando este viene muy rápido o cuando viene muy lento? Piensen. ¿Que el toro miraba más al torero antes que ahora? No lo creo. El toro sigue mirando a los toreros tanto como antes. Ahí están las cornadas que año tras año están sufriendo todos aquellos que se ponen delante. ¿Y la emoción? Está claro que cuando el toro de aquella época pasaba tan rápido por allí creaba mucha emoción. Pero hoy también la hay con toros de ganaderías denominadas “duras” y no tan duras que pasan despacito, lamiendo las zapatillas de los toreros en cada muletazo. En su época, ese toro famélico y escurrido tropezaba mucho más los engaños que ahora, y una faena se consideraba buena cuando el diestro le daba solamente tres o cuatro muletazos limpios. Y si no ahí están los vídeos. No se equivoque maestro. En su época también salía el toro noblote y soso. Acuérdese de las trifulcas que tenían las figuras de su época por matar los “Guirlaches”, como cariñosamente les llamaban a los toros de Galache por su comportamiento excesivamente dulce y sin peligro. No digo que hoy no salga ese toro dulce. Sale y mucho. Pero el que sale bravo es más bravo que el de su época maestro. Porque bravura es la capacidad de lucha del toro hasta la muerte. Y créame: hoy salen bastantes toros en casi todas las ganaderías con esa capacidad de lucha que antes no se veía tan asiduamente. Hablo de ahora, no de los años noventa donde la mayoría de los toros se caían ya en el capote. ¿Que antes se le pegaban tres puyazos a los toros y ahora uno o ninguno? Cierto. Como también lo es que la puya de ahora hace más daño que la de antes y que en su época los toros no sangraban ni la mitad de lo que sangran actualmente. Si se hubiera picado al toro chico de aquellos años con la puya actual otro gallo habría cantado y posiblemente usted y sus coetáneos no habrían llegado a las cotas de triunfo a las que llegaron. Por tanto, ni la época de ahora es tan mala ni la de antes tan buena y viceversa. En todas se han cocido habas maestro. Quiero pensar que su crítica al momento actual de la Fiesta es ley de vida torera, como duras fueron las críticas que toreros retirados de la talla de Domingo Ortega y Marcial Lalanda hacían cuando usted y sus compañeros estaban en activo. Supongo que cuando pasen veinticinco años escucharemos a El Juli, Morante y demás figuras poner a parir el toreo de ese momento si es que todavía sigue existiendo la Fiesta. Maestro, quiero pensar que es amor propio, envidia (sana o insana) de que ya no se está en el candelero y sobre todo orgullo torero por lo que hizo en su momento de máximo espelandor. Quiero pensar que le cuesta reconocer los méritos de los toreros actuales. Y quiero pensar eso porque lo que está claro es que los toros siguen cogiendo tanto o más como en su época. Y si está pasando eso es porque el toro, ni antes ni ahora, ha sido más o menos tonto. Los toreros de ahora también están cosidos a cornadas como usted maestro. No lo olvide.