martes, 15 de enero de 2013

Canal Plus, Sevilla y los victorinos...

Hace un par de días saltaba a la prensa la noticia de que este año es muy probable que Canal Plus no retransmita la Feria de Abril de Sevilla 2013. ¿El motivo? Económico, como no. Según ha trascendido a los medios de comunicación, el desacuerdo está en que la televisión ha ofrecido a la empresa Pagés (organizadora de los espectáculos taurinos en la capital hispalense) la cifra de 120.000 euros por corrida, 30.000 menos que en años anteriores. La importante bajada en la cantidad de dinero con repecto a otros años responde evidentemente a la situación de crisis económica que vivimos actualmente, cosa que parece lógica en un momento en el que todo se está abaratando por razones del poco consumo generalizado en todos los sectores comerciales. Los empresarios de la Maestranza, don Ramón Valencia y don Eduardo Canorea, no sólo no han aceptado la oferta a la baja del Plus, sino que además han subido el precio de las corridas para la televisión, cifrando cada espectáculo en 155.000 euros, 5.000 más que en años anteriores. Resulta cuanto menos curioso que dichos empresarios hayan eliminado varios espectáculos taurinos de la Feria de Abril de 2013 (cinco en concreto) por "ajustes y recortes presupuestarios" y porque según ellos perderían dinero si no lo hacen y que al mismo tiempo a la televisión le suban 5.000 euros por corrida  con respecto a años anteriores. Qué curioso, ¿no creen? Osea que recorto en corridas pero le pego el palo a la televisión. Muy bien. Muy hábiles los empresarios. Así ha pasado. El Plus ha dicho que nanai y de momento no hay acuerdo para retransmitir la feria de este año. Y difícilmente lo va a haber si los señores Canorea y Valencia no aplican el sentido común y se bajan de la burra, como dicen en mi pueblo. Si estamos jodidos, lo estamos todos. Y si fastidian al aficionado quitándole cinco espectáculos de su abono, que se sacrifique también la empresa y baje el canon de la televisión. En los tiempos que corren, todos estamos mal. No sólo unos pocos. Pero claro, los empresarios no pueden perder ni un euro. Para eso que los pierda la televisión que es la única que promociona y difunde la fiesta. Desde luego si seguimos así a esto le quedan dos días contados. Realmente, situaciones como esta dan asco. Con acciones como esta, los propios taurinos se están cargando la fiesta y se hace más daño a la misma desde dentro que con los antis desde fuera. Hoy más que nunca los toros necesitan difusión, aunque tengamos que pagar por ello. Pero parece ser que algunos empresarios no se dan cuenta de ello. Esperemos que por el bien de la fiesta se llegue a un acuerdo pronto. Si no, el error puede ser de consecuencias catastróficas para los que amamos de verdad la Fiesta de los toros. Por otro lado, resulta curioso que en esta época en la que el aficionado se está revelando más que nunca contra la comodidad de las figuras del toreo, algunas de ellas y cada vez más se estén apuntando a matar los toros de don Victorino Martín. Como esto siga así, a Victorino le van a faltar toros en sus camadas para satisfacer las demandas de las figuras que quieren hacer gestos que no han hecho hasta ahora. ¿Qué nos quieren demostrar ahora? ¿Que pueden con ese tipo de toro? No dudo de que puedan con ese tipo de toro porque para eso son figuras, aunque si analizásemos caso por caso nos llevaríamos alguna sorpresa. Lo que me indigna y cabrea de este asunto es que todos los que se han apuntado a hacer gestas este año (Talavante, Luque, Castella, Cid, Manzanares...) lo quieran hacer sólo con victorinos. ¿Es que la ganadería de Victorino es la más temida de todas? ¿Acaso es la más dura de todas las que conforman la cabaña brava española? Sinceramente creo que no. Ahora parece que para que el aficionado te respete más tienes que matar victorinos. ¿Qué pasa entonces con Miura, Cuadri, Cebada Gago, Dolores Aguirre, Adolfo Martín, José Escolar, Palha, Guardiola, Fuente Ymbro, Alcurrucén e incluso Valdefresno? ¿Con esas no se hacen gestas? Por favor... Me considero un admirador de la ganadería de Victorino Martín y reconozco todos y cada uno de sus méritos, pero considero que no es la ganadería más dura y más temida de cuantas hay hoy en día. Pero todos sin saber porqué van a Victorino. Ya dice el refrán que a río revuelto ganancia de pescadores y aquí el que está ganando es Victorino, que como digo le van a faltar toros este año para abastecer todas las peticiones de encerronas y manos a mano de las figuras que quieren apuntarse un tanto ante el cabreo generalizado del aficionado y la necesidad de gestas ante el mal momento que está atravesando la fiesta. Toréen otras ganaderías, que tal y como las he citado antes hay muchas y muy buenas. Y las hay donde el toro que embiste y es bravo lo es tanto como el victorino y el que sale alimaña lo es tanto como el que cría el ganadero de Galapagar. Posiblemente no humillen tanto como cuando lo hace de verdad el victorino, pero en esas ganaderías que he citado antes hay bravura de sobra, que es lo que realmente importa y emociona al público. Hay que abrir el abanico de las ganaderías entre los que encabezan el escalafón, porque si no esto se muere. Y si no que se fijen en Iván Fandiño, que aunque lleva dos años en figura (a pesar de que a muchos de sus compañeros le pese) sigue matando ganaderías duras y poco comerciales, como Adolfo Martín, Victorino, Alcurrucén o Fuente Ymbro. O el caso de El Cid, que se encumbró hace años con este tipo de ganaderías y que a día de hoy se sigue encerrando con ellas. No todo en el toreo tiene que ser dulzura y olor a azahar. Aparte del arte, en la fiesta también debe haber emoción y riesgo, características estas que siempre han hecho, hacen y harán de este espectáculo algo único e irrepetible.

lunes, 7 de enero de 2013

El toro de América...

En estos meses de largo parón invernal, en lo que se refiere a espectáculos taurinos en España, vemos cómo en sudamérica se desarrollan las principales ferias taurinas del año. A través de Canal Plus toros podemos seguir las corridas de la plaza Méjico y a través de algunos portales de internet y programas como Tendido Cero, podemos ver los resúmenes de los espectáculos taurinos que se desarrollan en otras ferias del continente americano. Y lo que se puede ver en esos espectáculos, en cuanto al toro, es penoso. Así de simple. Exceptuando la feria de Guadalajara (Méjico) y a pesar de que la presencia del toro allí ha bajado algo con respecto a tiempos pasados, lo que se ve en el resto de ferias es de juzgado de guardia. Un toro anovillado, cornicorto hasta decir basta, arreglado de pitones en muchos casos y de comportamiento soso y bobalicón. Y realmente me da igual que la procedencia de muchas ganaderías sudamericanas sea Saltillo y Santa Coloma. Un toro debe tener presencia de toro independientemente de la sangre que corra por sus venas. Un Saltillo o un Santa Coloma con esas hechuras no dan miedo y ni siquiera imponen el mínimo respeto que debe imponer un toro bravo. Lamentable. Y lamentable los esperpénticos espectáculos que se pueden ver en esas ferias sobre todo cuando torean las figuras. Para muestra un botón. Bochornosa fue la corrida del pasado día 2 de diciembre de 2012 en Lima (Perú), en la que torearon Ponce, Juli y Manzanares con una corrida de Roberto Puga que fue de todo menos corrida de toros. Por unas horas, los tres espadas españoles regresaron a su años de novilleros sin caballos, ya que los animales que tenían delante dudo de que hasta hubieran cumplido los cuatro años. El público se enfadó y con razón, provocando que se devolvieran varios de los toros de la ganadería titular. Lo más grave es que esta situación se repite tarde tras tarde en la mayoría de plazas sudamericanas, principalmente en las de más relumbrón y con las figuras en los carteles. Luego ves reportajes de pueblos sudamericanos de mala muerte, en el interior del país, y ves que ahí el toro es más grande y más salvaje, en el sentido de que parece el toro que se lidiaba en España en el siglo XIX. En resumidas cuentas, todo un despropósito. Dice Talavante que le encanta el toro mejicano porque embiste con más temple, con más cadencia y son, más despacito y suave que el toro español. En eso puedo estar de acuerdo con él aunque no al 100%. Lo que habría que preguntarle a Talavante es si en ese amor que siente por el toro de Méjico tiene algo que ver la presencia y las hechuras del mismo. Seguro que diría que no, pero con la boca pequeña. Veo todas las corridas americanas que puedo, y sigo los resúmenes en la televisión y en internet, pero más para calmar mi sed de toros que por otra cosa. Algunas veces, viendo dichas corridas, me pregunto si ese tipo de espectáculo es digno de ver, si merece la pena que una familia mejicana o peruana se pase todo un año ahorrando para sacar el abono de una feria taurina en la que les van a tomar el pelo y poco menos que se van a reir de ellos. Normal que de vez en cuando monten en cólera. Aquí, en España, pasa algo parecido, con la excepción de que los empresarios sudamericanos tienen al aficionado como un tonto sin cultura taurina mientras que en nuestro país se nos tiene algo más de consideración, aunque no mucha más. En España, la mayoría de los ganaderos han criado y crian el toro que le piden las figuras, en vez del que pide el aficionado. Gran error de apreciación. Si la fiesta de los toros sigue viva es porque hay una cantidad considerable de gente (cada vez menos) que va a los festejos taurinos. Y es al aficionado y al toro a los que se les debe de cuidar, más que a los propios toreros, que ya cobran lo suyo por jugarse la vida, como ha sido siempre. Lo he dicho mil veces en mi blog. Sin toro no hay fiesta. Y el toro tiene que dar miedo, no pena. Tampoco veo bien que a los ganaderos se les esté llamando últimamente ganaduros. Hoy en día sólo hay cuatro o cinco ganaderías que funcionen bien y que ganen dinero de verdad. En el resto todo son pérdidas. Aún así, todas sin distinción deben de hacer caso a los aficionados y criar el toro que merece este espectáculo, sea aquí en España, en América o en la Cochinchina. Si no, la gente, el aficionado, dejará de ir a las plazas de toros y acabaremos por rematar a un enfermo cuya agonía ya dura demasiado tiempo y nos está siendo indiferente.