jueves, 23 de julio de 2015

Sentir...

Llevo mucho tiempo dándole vueltas a este tema. La verdad, me gustaría aplicármelo a mí mismo. A veces lo consigo. Otras no. Así de patético y de irregular soy a veces. El caso es que los que vamos de aficionados de verdad deberíamos despojarnos de tanto prejuicio técnico para sentir más. Sí, has leído bien: sentir. Emocionarnos. Perturbar nuestro espíritu para bien o para mal con lo que sucede en el ruedo. Personalmente me encanta analizar el toro: su comportamiento desde que sale de toriles, su expresión, si humilla o no, cómo entra y sale de los engaños, su recorrido, la presencia o ausencia de bravura, de fiereza, de nobleza...Algo parecido me ocurre con los toreros: estudio minuciosamente su colocación, sus toques, la firmeza de sus zapatillas, su entrega...Pero he aquí que la mayoría de las tardes, cuando arrastran al último toro, me pregunto: ¿qué he sentido? ¿qué emociones hay en mi interior? Como te puedes imaginar, me doy la callada por respuesta. Y siempre me repito:”hay que sentir más”. Y es que hay que estar más atento a lo que uno siente y a las emociones que invaden su interior en cada momento de una tarde de toros. Con cada toro. Con cada torero. Analizar al toro y al torero es algo que está muy bien y que debemos hacer, pero sin olvidar las emociones que estos generan en su baile con la muerte. La Fiesta de los Toros es un espectáculo que genera sentimientos. Toda ella es sentimiento. Y los puede haber de todos los tipos: miedo, angustia, alegría, eclosión, belleza sublime... Todo ello se puede dar en una misma tarde de toros. En cada momento. En cada instante. Es por ello que deberíamos sentir más, mirar con más frecuencia hacia nuestro interior y saber qué está pasando por nuestra alma. No dudo de que la mayoría de los aficionados a este espectáculo posee altas dosis de sensibilidad. Sólo así se entiende que amemos como amamos este rito. Pues bien: utilicemos esa sensibilidad para sentir, para captar en el ambiente lo que está sucediendo en el ruedo. Para recoger lo que toro y torero están intentando transmitirnos. Demasiadas veces vemos faenas que no han sido técnicamente perfectas pero que nos han transmitido algo muy grande, algo muy pasional. Por lo que sea. Por las circunstancias que sean. Por el viento, la lluvia, las dificultades de un toro, la entrega de un torero... En esos momentos se olvidan los enganchones, la pulcritud del trasteo, el que por momentos ese torero haya estado mejor o peor colocado...Ha habido emoción, la que sea, la que cada uno haya sentido, que por otra parte suele ser la misma en la mayoría de los aficionados. Despojémonos por tanto de tanto prejuicio. Utilicemos nuestros ojos como el espejo a través del cual el alma mire lo que ocurre en el ruedo. Sintamos rabia, miedo, grandeza, alegría, decepción. Pero sintamos. Evidentemente lo que un torero nos transmite estará en relación con su técnica del toreo. No es lo mismo que éste se pase al toro a centímetros de las femorales que a un metro de distancia. Está bien percatarse de ello, escudriñar cada paso del matador. Al final sus actos en la plaza serán los que generen en el aficionado unos sentimientos u otros. Démonos cuenta más por tanto de lo que sentimos en cada instante. Dejémonos llevar por el alma. En eso por ejemplo es en lo que envidio al aficionado neófito y a aquel que no entiende a penas de los conocimientos técnicos del toreo. Su mente y su espíritu son compartimentos vacíos que se llenan de emociones cada tarde de toros más allá de normas o preceptos. Ese es el que posiblemente más se emociona cuando algo grande pasa en el ruedo y el que más se cabrea cuando no salen las cosas, mientras que los que vamos de entendidos perdemos el tiempo en analizar detalladamente cada fase de la lidia, cada capotazo o muletazo de tal o cual torero. Analicemos por tanto pero con más sensibilidad, dejando que sea nuestro espíritu más que nuestra cabeza el que valore lo que acaba de ocurrir en la arena. Sólo así seremos más grandes como aficionados. Sólo así podremos hacer más grande a la Tauromaquia. Tanto que la podremos equiparar al arte más excelso, condición que indudablemente tiene pero que a veces olvidamos en nuestro empeño de racionalizarlo todo. Piensa menos. Siente más. Porque esto de los toros es para sentir. No lo dudes. Y hablando de sentir, yo particularmente he sentido poco en la recién concluida Feria del Toro de Pamplona. Y es que precisamente ha fallado el toro. En algunas corridas por presentación y hechuras (El Tajo y la Reina y Garcigrande) y en otras por comportamiento (casi todas). Tan sólo recuerdo el 2º de Victoriano del Río -para mí el mejor toro de la Feria-, el 6º de José Escolar y el 4º de Garcigrande. Y tan sólo recuerdo a un torero: López Simón, un ciclón que ha pasado arrasándolo todo con su toreo de extraordinaria colocación, pureza y verdad. Bagaje personal por tanto muy pobre de emociones. Y es que cuando esto falla, sólo una palabra otea mi horizonte: vulgaridad; algo que nunca debería aparecer en nuestra Fiesta.

jueves, 9 de julio de 2015

El camino de López Simón...

Me está sorprendiendo muy y mucho la actitud que está mostrando López Simón desde sus triunfos en Madrid. Ojo: no le quito la razón en lo que dice. Comparto casi todos sus argumentos. Aún así creo que se equivoca en las formas y en mostrar una inflexibilidad a prueba de bombas. Hablo de su espantada en La Brede hace unos días y en su reticencia a dejarse contratar en determinados sitios alegando unas pretensiones que creo no le corresponden de momento. No puedo estar más de acuerdo con sus palabras cuando, al intentar justificar su ausencia en La Brede dijo eso de que un torero puede elegir dónde y cómo se juega la vida. Firmo debajo de lo dicho por el torero madrileño. Pero también es cierto que hay un refrán que dice que es de bien nacido el ser agradecido y ahí López Simón ha patinado. Y patinó porque no había manera de justificar su ausencia en dicha localidad francesa en un cartel de tinte modesto que presuntamente tenía firmado desde febrero de este año para sí acudir al día siguiente a Istres a matar una corrida con dos figuras del toreo y una ganadería de las teóricamente punteras. La verdad es que no sé que pensar. Creo que López Simón tiene proyección de buen torero, que de hecho ya lo es, y que con un poco de suerte puede llegar muy alto. Pero creo que el ir por un camino tan particular y tan marginal no le beneficia. Y no le beneficia porque todavía no es figura del toreo. Me cuentan incluso que hasta no coge el teléfono a algún que otro empresario de reputada solvencia y pulcritud económica. Evidentemente esos empresarios no llevan plazas que generen amplísimos beneficios económicos. Que esa actitud la tenga una figura es comprensible porque muy difícilmente los empresarios le vayan a hacer la vida imposible, pero a un torero que apenas ha hecho nada en esto y que va por ese camino le pueden llover las zancadillas. Imagino que López Simón pensará que sus dos puertas grandes de este año en Las Ventas son su mayor salvoconducto para enfrentarse a todo lo establecido. Pero cuidado torero porque a pesar de que no es nada fácil abrir esa puerta y menos en dos ocasiones en un mismo año, ninguna de las dos salidas a hombros ha tenido la rotundidad necesaria como para exigir tanto en tan poco tiempo. Que sí, que en la tarde del 2 de mayo hubo mucha heroica, valor y un torero herido que se quedó en la arena con una cornada para despachar a su segundo oponente. Pero como digo, tanto esa puerta grande como la siguiente en plena Feria de San Isidro fueron cuestionadas por parte de la afición madrileña. De hecho, se le concedió alguna que otra oreja después de pinchar a espadas y de marrar con el descabello. En las antípodas de esta actitud tan hermética se encuentra por ejemplo el caso de Morenito de Aranda, un torero que sí abrió con rotundidad la puerta grande de Madrid y que se está dejando contratar con cierta facilidad, siempre y cuando la dignidad en los contratos que le ofrecen vaya por delante. Como digo, creo que López Simón se equivoca en las formas y en parte del fondo. A pesar de sus triunfos en Madrid debe rodarse por cuantas más plazas de segunda e incluso de tercera pueda. De repente ahora no puede pretender torear sólo en plazas de primera y donde haya muchísimo dinero en juego. La situación no está para ello y aparte no lo permite. Todos los toreros con cierto ambiente han ido a todo tipo de plazas, siempre y cuando haya sido en unas condiciones dignas, a pesar de no ganar tanto como podrían pretender. El coger experiencia y oficio es algo imprescindible para un torero que lleva un cuarto de hora en esto. Y el permitir que te vean tanto en Madrid como en Tomelloso, por ejemplo, es algo que siempre han hecho las figuras del toreo. En Bilbao, por ejemplo, no está y lo peor es que no ha quedado claro el porqué de su ausencia. Como digo, hay que tener cuidado con estas cosas. Dicen que cuanto más se sube más fuerte es la caída y en este difícil mundo del Toreo es mucho más fácil caer que subir y mantenerse. Y es que para esto último hay que ser muy grande.