lunes, 25 de julio de 2011

Chabacanería al servicio de la estupidez humana

Llegó el tan ansiado 23 de Julio, o como prefieren llamarle algunos imitadores de lo ajeno, el 23J. José Tomás, el ídolo de masas, el mito, la leyenda, volvía a los ruedos tras 15 meses de lucha; primero con la muerte y luego con las consecuencias de seguir vivo con una pierna partida en dos. El acontecimiento no defraudó. Lleno de no hay billetes. Reventa por las nubes. Espectación. Gente, mucha gente. Amantes del morbo. Pocos taurinos. Chabacanería a espuertas. En lo que respecta a lo puramente taurino, hay que decir que José Tomás no defraudó. Estuvo por encima del manso segundo y muy bién con el incierto quinto, que sin ser nada del otro mundo iba y venía. El torero de Galapagar le puso emoción al asunto y enfervorizó a los aficionados con un toreo más arrebatador que técnico. La espectacular voltereta que sufrió al iniciar un estatuario en el quinto hizo pensar en lo peor. Mucha gente sintió en ese momento que ya habían amortizado el dinero de la entrada. Habían visto al genio por los aires. Cortó una oreja con fuerte petición de la segunda que finalmente negó el palco. Bién negada. Era faena de una y pare usted. Me sorprendió ver esas chicuelinas y gaoneas con el compás abierto, cargando la suerte, las medias belmontinas, las manoletinas más aliviadas. El cite ahora se intuye más al pitón contrario, ganándole al toro un poco más de espacio que antes. Evolución positiva en el toreo de José Tomás. Por su parte, Victor Puerto poco pudo hacer con dos toros desrazados y blandos. El mejicanito Arturo Saldivar salió por la puerta grande tras cortar una oreja a cada uno de sus toros, que por otra parte fueron los mejores de toda la corrida. En contra de lo que piense la mayoría, Saldivar fue el triunfador de la terde. En cuanto a trofeos y en cuanto a todo. La suerte hizo que el mejor lote cayera en sus manos. La gente vino a ver a José Tomás y se encontraron con un chavalito que salió a morder a todo aquel que se cruzara en su camino. Ojo con este torero. Lleva tiempo demostrando que merece un hueco en las ferias. Hasta ahí lo puramente taurino. Y digo lo "puramente taurino" porque el sábado, en Valencia, hubo muchas cosas no tan taurinas. Me atrevería a afirmar que el ochenta por ciento del aforo que llenó la plaza de la calle de Játiva no fueron a ver toros. El morbo, que tantos y tan buenos resultados proporciona, llenó Valencia e inundó el ambiente de una atmósfera tóxica en la que era difícil respirar. Aficionados de la tragedia y del "hoy muere aquí" poblaban los alrededores de la plaza. Cada dos metros podías oir de refilón la palabra cogida, muerte, suicida, loco y otros vocablos de similar significado. Lo del sábado era más un circo que una tarde de toros. Nadie hablaba, por ejemplo, de la tarde del viernes, en la que Ponce, Juli y Manzanares brindaron una gran tarde de toros. He sido y soy un gran admirador de José Tomás. Del mejor José Tomás. Del de su primera época de matador. Del de las temporadas de 1996 hasta 2001, Del de la tarde del 5 de Junio de 2008 en Madrid. No del José Tomás gladiador, ensangrentado, suicida. No del torero carente de técnica que he visto últimamente, más por los aires que clavado en la arena haciendo el toreo puro sin concesiones a la muchedumbre deseosa de ver su vestido destrozado y el cuerpo lleno de cornadas y sangre derramada. Huyo de este último José Tomás. El torero ha traspasado la frontera de lo puramente taurino y se ha convertido en un muñeco de feria en el que la gente descarga sus deseos morbosos. Ya no se si es culpa suya o de la misma fuerza de la estupidez humana, que prefiere la sangre antes que la pureza. La emoción del toreo bueno que una vez tuvo ha dado paso a la emoción de la cogida. Prefiero verle dar un natural de los de su primera época que verle volar por los aires cada cuatro muletazos. Pero también entiendo que el público que va a verle lo haga sólo por verle maltratado por los toros. Es la diferencia de considerarse aficionado y no espectador de una película de terror. Dicen que la presencia de José Tomás en Valencia ha generado unos ingresos estratosféricos en la capital del Turia. En eso parece que no tienen nada que ver otros toreros que se juegan la vida cada tarde y que son los auténticos motores de la fiesta hoy día. Toreros que han llenado la plaza como lo ha hecho Tomás. Se nos olvidan de un plumazo los triunfos importantísimos de Manzanares, de El Juli, de Castella o de Perera -por citar algunos-, en toda la temporada. Se nos olvida el muslo partido en dos de Juan Mora en Pamplona. No es justo. José Tomás debe demostrar en estas nueve corridas que tiene firmadas para esta temporada que ha vuelto entero. Que viene a torear y no a satisfacer los deseos truculentos de la mayoría que va a ir a verle por las plazas. Él mismo se ha ganado a ese público, que desea ver una voltereta y no un natural largo y puro. Algunas veces pienso que el aficionado debería acreditar de alguna forma su sabiduría taurina porque esto de los toros no es un espectáculo vulgar como mucha gente cree. Y por supuesto no es un circo. Chabacanerías las justas. Y menos si se ponen la servicio de la estupidez humana. Lo vivido el sábado en Valencia es una metáfora de lo que es en si la vida misma.

lunes, 18 de julio de 2011

San Fermín 2011

Otro año más llegó San Fermín. Y otro año más, terminó entre la pena y el famoso "pobre de mí" del día 14 de Julio. No quiero extenderme demasiado. Aquí está mi resumen, a modo esquemático, de lo que ha sido la feria de este 2011:

Torrestrella va saliendo del tunel. Lidiaron dos toros más que aceptables. Cebada Gago volvió a mandar una corrida infumable. Y lo que es peor; el año que viene volverá. Dolores Aguirre llenó el ruedo de casta en una buena corrida de toros, sobretodo los toros "Angelón" y "Langosta", tercer y quinto repectivamente. Miura fue un petardo íntegro que nos metieron con calzador Otra que volverá el próximo año. Seguro. A Fuente Ymbro se le vió una soseria que no es habitual en los toros de Ricardo Gallardo. ¿Dónde está la fiereza de la tarde de Valencia? Se debió ahogar en el Turia. Aún así no me desencantó del todo. Victoriano del Rio merece no volver a Pamplona por lo menos en los próximos dos o tres años. ¡Vaya corrida vacía de contenido! El Pilar decepcionó y Cuvillo me cabreó de lo lindo. Por mala presentación -muy desigual-, y por mal juego. En general una feria de poco toro con matices mínimos. En cuanto a los toreros, he de destacar a David Mora, que estuvo cumbre con dos Cebadas nada fáciles. Sale muy bién posicionado de esta feria. Ya era hora. Juan Mora me emocionó, antes y después de las cogidas. No se puede tener más torería con un toro que le tenía marcado desde que salió por chiqueros. A Ruben Pinar se le vió mejor que nunca. Más reunido, más templado, mejor. Me gustó el tobarreño. El Juli en su línea, pero con orejas de sobra. Concretamente dos. Una el día de los Cuvillos y otra el día de los toros de Victoriano del Río. Dos regalos por su cara bonita. No se pueden dar dos orejas por una buena faena a secas y una estocada trasera y caída. Y como no, Iván Fandiño. Soberbio el torero vasco-manchego. Como lo lleva haciendo toda la temporada. Me recuerda al mejor Joselito. Reposado, valiente, profundo... El nivel del toro aceptable, excepto en los carteles de las figuras en el que bajó la presentación un punto. O dos. Pero de esto ya estoy harto de hablar. Ya sabeis, del toro de las figuras. Los novilleros me gustaron. Los tres. Están más que puestos y aunque con poco material se les ve que van sobrados. Piden alternativa a gritos. Así que eso amigos. Dolores Aguirre, David Mora, Iván Fandiño, Pinar y Juli. Corto pero intenso. Hasta la próxima...

martes, 12 de julio de 2011

El medio toro...

Vuelvo a las andadas de mi blog taurino después de tomarme unos días de reflexión en lo referente al mundo del toro. En estos días he estado pensando e intentando buscar respuestas a cosas que no las tienen. Podría hacer una crónica de lo que va acontecido en la Feria del Toro de Pamplona. Pero no. Del toro de Pamplona hablaré cuando termine la feria para hacer una amplia valoración de lo acontecido en San Fermín. Ni siquiera hablaré del triunfal y emocionante festival al que acudí hace unos días en Murcia en favor a los damnificados por el terremoto de Lorca. Más que nada porque fue precisamente eso. Un festival. Mucha fiesta, mucho compañerismo, la plaza a reventar, emoción, toreo y poco toro, como suele ser habitual en los festivales. Y un Espartaco que volvió a pisar la arena de una plaza de toros para, vestido de calle, pegar cuatro tandas de muletazos con algo que siempre ha tenido y que a pesar de llevar años retirado no ha perdido: el sentido del temple. El motivo de mi vuelta al ruedo del blog es hablar del medio toro que estoy harto de ver en unas cuantas ferias que recién han terminado. Hace pocos días, ferias como las de Burgos, Badajoz, Alicante, Almería, Algeciras, Soria, Granada, León, etc, han echado el cierre después de varios días de corridas de toros. Casi todas ellas triunfales. Evidentemente, sigo los reportajes que los programas de información taurina nos muestran cada semana y en cada uno de ellos me llevo un mazazo distinto y cada vez más duro. Y es que es tan triste como cierto que fuera de Madrid, Bilbao, Pamplona, Valencia, Sevilla -con matices y no del todo estas dos últimas plazas-, Albacete (sí, Albacete), Logroño y algún pueblo del "valle del terror" -como Cenicientos-, por ejemplo, el toro toro no sale ni por asomo. Estoy hasta las narices de ver novillos chicos y sin pitones en ferias de supuestamente segunda categoría y encima lidiados por las figuras. Por las primerísimas figuras. Toros que en Madrid no serían aprobados ni para una novillada sin caballos. El novillo al que el otro día le cortó las dos orejas la murciana Conchi Rios, por ejemplo, era más grande y con más trapío que casi todos los toros que se han lidiado en Burgos, Badajoz, Granada y demás ferias populares. Permitidme que diga que este es uno de los mayores males de la fiesta. Y ese mal viene de dentro. De las figuras por permitirlo, de los empresarios por otorgar, de los apoderados y veedores por protejer a sus toreros. Entre todos la están matando y al final ella sola se va a morir. No me apetece ver cómo Morante o Manzanares, por ejemplo, han cortado dos orejas a un novillo sin presencia. Me parece injusto para la fiesta. Y mucho más para el aficionado, que paga en muchas ocasiones precios desorbitados para ver a las figuras con toros de juguete. Esos mismos aficionados son los que están tremendamente equivocados al pensar que el torero es más importante que el toro. Error gordo. Hasta que toda esa gente que se ciega por tal o cual torero no cambie su punto de vista y entienda que lo realmente importante en esto es el toro, iremos de mal en peor. Por eso veo de pasada esos resúmenes de estas ferias para mí menores y me centro en las plazas y las ferias donde sale el toro de verdad. Al fín y al cabo la base principal de la fiesta es el toro. Él es el que da emoción a esto. Y si no hay toro todo se va a la mierda, con perdón. Así de crudo es. Tendemos a culpar a los antitaurinos de todo lo que sucede. Pero no es así. Pensarlo bién. Los antis son cuatro gatos y encima mal organizados. Personas que se mueven más por ideales políticos que por verdadero amor a los animales. El mal real está dentro y subyace en los taurinos acomodados que se llevan el parné sin apenas despeinarse y por supuesto sin pasar fatiguitas. Admito que soy un enamorado del toro bravo. Pero del toro íntegro y con presencia. Ese animal único por su belleza y bravura. No me gusta el toro manipulado, bién genéticamente o morfológicamente. No me gusta el toro que no transmite nada. Ni peligro, ni emoción, ni miedo... Prefiero tragarme un festival de Eurovisión al día antes que contemplar el espectáculo de un toro mermado de presencia delante del mismísimo Manolete que resucitara de entre los fugados al otro mundo. Para festivales ya hay muchos a lo largo del año. Las corridas de toros son otra cosa. Y entiendo que cada plaza tiene su categoría. No pretendo que en Granada, por ejemplo, salga el toro de Madrid. Pero que tampoco salga el que sale en mi pueblo en la tradicional novillada sin picadores del 24 de Agosto. Eso no. Todos los que amamos esta fiesta, desde el torero más importante al último aficionado, tenemos que tener un poco de cordura y sentido común. Porque de seguir así, los aficionados de verdad empezaran a hartarse, a no querer gastarse el dinero en toros, a perder la ilusión de ir a la plaza. No tengo duda de que los que van a merendar y a pasar la tarde en son de fiesta y jolgorio seguirán yendo. Pero creerme si os digo que en el momento en el que en una plaza de toros falte el aficionado auténtico esto se vendrá abajo. Y entonces todos nos echaremos las manos a la cabeza, sobretodo los que viven de esto, lamentándonos por nuestros errores. Al fin y al cabo, siempre nos quedará por ver alguno de los muchos festivales de Eurovisión que seguro no hemos visto nunca. Y si como yo no los soportas, algún buen partido de fútbol nos entretendrá. Vosotros por eso no os preocupeis.