miércoles, 26 de octubre de 2011

Hasta siempre Maestro

Llevo varios días en blanco. De un plumazo se me olvidó escribir. Se me olvidó pensar. Cuando el sábado por la tarde me enteré que el maestro Antoñete había muerto, un frío me recorrió todo el cuerpo. Un escalofrío que me dejó tieso. En ese momento recordé la última vez que le había visto. Fue en el certamen de novilleros sin caballos de Moralzarzal hace un mes escaso. Chenel reaparecía en el ruedo de los micrófonos y las cámaras del plus después de mucho tiempo de retirada obligatoria por culpa de su maltrecha salud. Recuerdo que sentí lástima al volver a verlo. Estaba muy desmejorado. No sé porqué presentí que su final estaba cerca. Aun así, en ese estado y sin apenas voz entendible, siguió soltando sus sentencias y los comentarios breves, precisos y certeros con los que tanto hemos aprendido los aficionados al toro. Casi todo lo que sé se lo debo a él. Crecí con él viendo las corridas que retransmitía Canal Plus. Me acostaba escuchando su voz en la Cadena Ser. Gracias a él he aprendido a ver el toro, a valorar lo que hace el torero, a ser un buen taurino. E incluso he aprendido cosas de él en el campo de la vida. Esa filosofía de la superación ante la adversidad, del disfrute de la vida, de la no codicia, de la bohemia, de la singularidad, del conformarse en los malos momentos con lo que uno tiene... Tantas cosas he aprendido del maestro que no cogerían todas en mil páginas. Del Antoñete torero poco hay que decir que no se haya dicho ya. Torero de los más puros que han existido. Con mucho valor, cosa que no se le ha cantado. Y con una mano izquierda y un sentido de las distancias y el temple sin igual. Elegante, con gusto, caballero y muy inteligente. Su media verónica ha sido la mejor de todos los tiempos. Y sobretodo, muy buena persona. En el recuerdo nos quedarán siempre sus mejores faenas y sus palabras precisas. Su mirada limpia y su sonrisa franca. Su sensibilidad y su tabaco. Ese maldito tabaco que aunque se lo quitaran por obligación hace seis o siete años ha sido el que se lo ha llevado con 79 tacos. Desde aquí sólo quiero darle las gracias por todo lo que he aprendido de él. Ahora, todo el mundo del toro le lloramos. Hasta la lluvia y la rasca, como usted decía, le han acompañado en su última salida a hombros de su plaza de Las Ventas, esa que fue hogar y casa en los buenos y malos momentos. Seguro que ahí arriba volverá a vestir su lila y oro, -Chenel y oro ahora-, como tantas tardes lo hizo aquí. Maestro, le echaré mucho de menos. Hasta siempre...

martes, 18 de octubre de 2011

Feria de El Pilar 2011. Talavante y Mora ganan. Padilla me parte el alma...

La Feria de El Pilar de este 2011 será recordada durante muchos años. Por cosas buenas y por otras no tan buenas. Entre lo destacado como positivo hay que nombrar a dos torerazos que han marcacado la feria para bién: Alejandro Talavante y David Mora. El extremeño estuvo enorme con un muy buen toro de Núñez del Cuvillo, de nombre "Esparraguero". Creativo, inspirado, templado, variado, con una mano izquierda prodigiosa. Como es habitual en él, pinchó una faena que era de dos orejas y rabo. Pasará el tiempo y seguiremos hablando de esa faena. No tengo duda. David Mora ha sido el otro torero del ciclo. Poderoso, valiente y decidido, metió en la muleta a un toro de Antonio Bañuelos que no tenía ni uno. La inceridumbre del toro la atajó David a base de tesón y entrega. Le robaron una segunda oreja justísima que le habría abierto la puerta grande. No importa. Es otra de las actuaciones que debe quedarse en las memorias. En cuanto al toro hay poco que decir. Exceptuando ese toro de Cuvillo que lidió Talavante, cuatro de Cuadri que se dejaron y dos de Bañuelos, poco más hay que se pueda salvar de la quema. Algunas corridas resultaron realmente infumables, como la de Prieto de la Cal y Ana Romero, que además de mostrar mansedumbre tuvieron peligro. Y otras como Alcurrucén, Cuvillo, Benjumea o Parladé, que habían estado dando juego en otras plazas aquí no acabaron de dar la talla. De entre los toreros modestos me gustó Javier Castaño por el temple que demostró, y Robleño y Alberto Aguilar por las narices que tienen al empeñarse sacar muletazos a auténticos mulos. Lo más gordo de este tipo de toreros es que pasa el tiempo y no se aburren de pelearse con fieras que son más de cama y hule que de triunfo. Olé por ellos. En el lado negativo de la feria hay que hablar de Juan José Padilla. Poco puedo decir que ya no se haya dicho o visto. Padilla se jugó la vida al querer banderillear a un toro que no era para lucirse y lo pagó con su sangre. Ese gesto de agradar al público del jerezano le honra y pone de manifiesto lo grande y honrado que ha sido siempre este torero. Tras la terrible cornada me temí lo peor. Me invadió el desánimo y las lágimas de Abellán en el callejón me terminaron de partir por la mitad, si es que no estaba ya lo suficientemente roto por dentro. En ese momento apagué la televisión y me fui. No quería ver nada más. Incluso renegué por unos instantes de la fiesta de los toros. Gracias a Dios Padilla sigue con nosotros. No tengo duda de que dentro de un tiempo, el cual se me antoja largo, le volveremos a ver delante de un toro. A Padilla le sobran arrestos para eso y para mucho más. Desde aquí mi admiración al "Ciclón de Jerez" por tantos años y tantas cornadas. Por esa sangre derramada tantas veces y por sus muslos cosidos a cornalones. Esta feria del 2011 será recordada por el ya famoso "Fuerza Padilla" que todos los taurinos le hemos gritado hasta quedarnos sin voz y sin lágrimas. Ojalá que pronto vuelvas a lo tuyo. Ojalá que pronto vuelvas a hacer feliz con tu alegría a todo aquel que te rodea. Ojalá que vuelvas a ser tú, Padilla. Personas como tú hacen falta en la fiesta y en la vida. ¡Fuerza Padilla!

lunes, 3 de octubre de 2011

Madrid. Feria de Otoño 2011. La autenticidad de la fiesta...

Ayer concluía la Feria de Otoño de Madrid, una de la últimas del calendario taurino. Y de las más importantes en estas fechas en las que la temporada expira ya sus últimas bocanadas de aire. Han sido cuatro festejos los que se han dado desde el jueves pasado hasta ayer domingo. Y ha habido de todo. El juego de los toros ha sido malo en general. Tan sólo un novillo de Gabriel Rojas el jueves (el sexto), un toro de Puerto de San Lorenzo el viernes (el cuarto), ninguno de Gavira el sábado -entre los cuales hubo tres toros totalmente impresentables por mal tipo y malas hechuras para Madrid-, y dos de Adolfo el domingo que sin ser nada del otro mundo por lo menos se dejaron estar delante (segundo y cuarto). En cuanto a los toreros, cabe destacar la labor de Victor Barrio que cortó una oreja del buen sexto novillo de Gabriel Rojas, demostrando que está ya más que preparado para dar el salto al escalafón de matadores. El Cid, que cortó otra oreja de un buen toro del Puerto, estuvo a la altura y dio algunas tandas al natural sensacionales. Por un momento llegué a pensar que podía perder la batalla con un toro tan exigente. Por suerte no fue así y El Cid demostró una vez más que sigue aquí por algo y que tiene mecha para rato. Ni Perera ni Castella tuvieron opciones. El sábado se me heló la sangre y se me pusieron de corbata durante las dos horas y media que duró la corrida. Iván Fandiño y David Mora se jugaron la vida. Así, literalmente. Se la jugaron sin trampa ni cartón ante una mala y peligrosa corrida de Gavira que completó un igualmente mal sobrero de Lozano hermanos que hizo primero bis. Ambos toreros cobraron de verdad, cada uno se llevó varias volteretas espeluznantes y si no les pasó nada fue porque álguien se entretuvo en obrar milagros sin parar. Tanto uno como otro demostraron que están aquí para quedarse y que tienen condiciones de sobra para ser figuras. Lo del sábado fue el colofón perfecto a una temporada en la que se han revelado como dos toreros que saben torear y que atesoran un valor descomunal. Un valor al servicio de la pureza y del toreo bueno. Dos carreras paralelas desde que ambos matadores coincidían en las tapias de las fincas salmantinas hace diez o doce años. Dos toreros que sin ser nuevos han sido novedad. Dos tíos de los pies a la cabeza que el año que viene irán a todas las ferias porque este año se han partido los muslos en todas las plazas. Lo del sábado fue la demostración de la autenticidad de nuestra fiesta. El hombre y el animal en una lucha por salvar su vida. Una lucha con la muerte que es capaz de convertirse en arte y emoción. Los antis deberían ver tres o cuatro corridas de estas al año. Estoy seguro de que cambiarían de opinión. Aquí no hay mentiras. No hay trampa ni cartón. Esto es lo más auténtico que existe. El resultado es lo de menos. A la oreja que cortó Fandiño en el quinto y a la vuelta al ruedo que dio David Mora en el sexto hay que sumarle tantas cosas más que sería imposible decirlas todas. Yo sólo puedo decir "gracias, torerazos". Ayer domingo se cerró la feria con la de Adolfo. Mala corrida por descastada y peligrosa, con dos toros noblotes que al menos se dejaron estar delante. Bién Rafaelillo que escuchó dos ovaciones fuertes. Estuvo decidido y muy valiente, sobretodo con el primero, un toro peligrosísimo que sembró el caos de salida al colársele de forma espectacular con el capote a Rafaelillo y al coger dramáticamente a su banderillero José Mora al que se quiso comer en el suelo. A pesar del momento tan angustioso que vivimos, Mora sólo se llevó una cornada de 15 cm en el muslo derecho. Nada para lo que podía haber pasado. Antonio Barrera tuvo pocas opciones pero mostró que está en buen momento. Serafín Marín no estuvo en toda la tarde. Le ví desangelado y gris. Con ese regusto amargo de los toros de Adolfo, terminó la Feria de Otoño de Madrid. Una feria que se recordará gracias a dos toreros que hicieron revivir la autenticidad y el porqué de una fiesta tan grande, hermosa y emocionante que todavía mucha gente se empeña en no querer ver.