martes, 30 de abril de 2019

Responsabilidad

Desde que tengo uso de razón, siempre he oído esa máxima que tanto han repetido los viejos aficionados en referencia a que "si no embiste el toro tiene que embestir el torero". Puritanismos aparte, esa es una verdad que tiene su perfecto encaje en aquellos novilleros que empiezan o en esos matadores de toros jóvenes que quieren abrirse paso. Y yo añadiría además a aquellas figuras del toreo comprometidas consigo mismo y sobre todo con el aficionado. En este punto vuelvo a reiterar que los puritanismos los dejo momentáneamente a un lado.

Precisamente esto de lo que estoy hablando fue lo que hizo Roca Rey el pasado Domingo de Resurrección en Sevilla ante su segundo toro. Y es que ante la impotencia de ver que su enemigo no embestía, el torero peruano decidió embestir él. Vamos, lo que siempre ha hecho un torero comprometido consigo mismo y con el aficionado. Y para sorpresa de muchos, ese gesto del torero fue pitado y criticado por un sector del público sevillano. Sorprendente cuanto menos.
Todos sabemos que, en líneas generales, en Sevilla no gusta demasiado ese toreo de cercanías, de arrimones imposibles, de dejarse llegar los pitones del toro al mismísimo pecho y a la barriga. Que no gusta tanto que la lengua del toro lama literalmente la taleguilla del torero. Eso está claro. A pesar de ello, esa misma Sevilla años atrás se ha roto las manos a aplaudir con un toreo parecido: el de Paco Ojeda. Ahí están los vídeos que lo demuestran. Cierto es que la mayoría de las veces Ojeda invadía los terrenos al décimo muletazo de la faena y con un toro con todo su poder y casi sin picar. Todo el mérito del mundo para el maestro de Sanlúcar. Aún así, y, sin que en esta ocasión fuera exactamente lo mismo, lo de Roca Rey también tuvo su mérito. No es fácil estar ahí tan cerca de un toro a pesar de que muchos digan que con un toro parado y con la lengua de fuera no debe de ser tan complicado. Y es que si fuera tan fácil quizá lo harían muchos más toreros y todos sabemos que no todos tienen la capacidad ni el aguante suficiente para hacerlo ni siquiera como digo a toro parado, cosa que tampoco es el caso del sexto toro del otro día en Sevilla. Por eso no entiendo demasiado esos pitos a un torero que lo único que quiso fue sacar agua de un pozo casi seco para agradar a los allí presentes. Y todo ello y, pese a lo que algunos digan, jugándose algo más que el tipo.
Mis preferencias en el toreo están muy lejos de los arrimones y del toreo de cercanías. Particularmente prefiero el toreo de clase, el artista y natural, el de los detalles y la pinturería. Ese que no va acompañado de retorcimientos innecesarios. He de reconocer que, sin que me apasione como el anterior, admiro mucho también el toreo largo, templado y por abajo. Y reconozco, como no podría ser de otra manera, el valor estoico del que se mete entre los pitones y se queda a vivir ahí media faena. Cuestión de mentalidad abierta y de aquello que también se ha dicho siempre en referencia a que el mejor aficionado siempre es aquel al que mayor número de toros y toreros le caben en la cabeza. Una verdad, por otra parte, como un templo.
Respetando todas las opiniones, no me pareció justo que se le pitara el otro día a Roca Rey por ese toreo de cercanías que desarrolló ante el sexto de Victoriano del Río. Y no me lo pareció porque lo que vi fue un torero responsable y comprometido. Un torero que quería que aquellos que habían hecho el esfuerzo de acudir a la plaza a verle se llevaran algo importante de él. Otro quizá hubiera plegado velas ante ese marrajo y lo hubiera matado a los dos minutos y encima mal. Hablando por experiencia propia, cuando vas a una plaza de toros y a una feria de relumbrón quieres ver algo importante sea de quien sea. Si tienes la suerte de que lo bueno viene por parte del torero o la ganadería de tu preferencia mejor, pero si no es el caso, agradeces cualquier gesto de compromiso y entrega de cualquier profesional que pise el albero esa tarde. Como digo, siempre es cuestión de mentes abiertas y capacidad para percibir todos los matices que tiene una tarde de toros. Y si es en Sevilla todavía más.
Quizá el pasado Domingo de Resurrección en Sevilla no se vio el mejor toreo de Roca Rey. Quizá ni tan siquiera su mejor versión. Pero al menos se vio a un torero responsable. Y eso a veces es suficiente en un aficionado para no salir de la plaza jurando en arameo.

lunes, 29 de abril de 2019

Entrevista a Juan Ortega

"QUERÍA DEMOSTRAR QUE LO DEL 15 DE AGOSTO NO HABÍA SIDO FLOR DE UN DÍA" 

El pasado Domingo de Resurrección volvió a dar otro toque de atención en Madrid. El primero fue el pasado 15 de agosto de 2018 en la misma plaza de toros de Las Ventas. Con raíces castellanomanchegas (toda su familia paterna desciende de Checa, en la provincia de Guadalajara) aunque sevillano de nacimiento y formado como torero entre Córdoba y Jaén, Juan Ortega ha vuelto a reivindicarse como otro de los jóvenes toreros que merecen la pena y que hay que tener en cuenta en un futuro inmediato. Torero de discurso templado y concepto artista, charla para Porelpitonderecho.com en el mejor momento hasta ahora de su corta carrera como matador de toros.
-Imagino que tras el triunfo del año pasado en Madrid el 15 de agosto con la corrida de Valdefresno llegarías a Las Ventas el pasado Domingo de Resurrección con cierta presión...
"Pues aparte de la propia presión que conlleva el torear en Madrid, lo que más me preocupaba es que era consciente de que muchas personas, tanto profesionales como periodistas y aficionados que no me conocían como es lógico salvo por la tarde del 15 de agosto del año pasado en Madrid donde las cosas salieron medianamente bien, estaban esperándome para ver si lo que había ocurrido el año pasado había sido casualidad o si era verdad que yo realmente ando bien. Personalmente y hablando como aficionado, yo creo que a mí me habría pasado lo mismo en el caso de que hubiera visto a otro torero en similares circunstancias. Esa era mi mayor preocupación: mostrarle y convencer a la afición de Madrid y al toreo en general que lo que había ocurrido el pasado 15 de agosto no había sido flor de un día, que yo quiero quedarme". 
-El primer toro tuyo lo tuvo todo muy justito, pero a pesar de ello supiste entenderlo y sacarle lo poco que tenía...
"Para mí lo que verdaderamente fue una pena fue cómo amaneció el día. Después de los días primaverales que llevábamos, de repente vino el frío, la lluvia de los días anteriores y el viento que molestó mucho durante todo el día... Fue una pena porque era importante la respuesta de los aficionados en la plaza. Había mucha gente pendiente. Es cierto que no hubo una mala entrada en Madrid y que esta fue aceptable, pero ese último apretón de público que faltó lo restó las malas condiciones del día. Eso fue lo que más coraje me dio. La corrida fue una corrida con el toro grande y pesado de Madrid, y como sabes allí cuesta mucho que embistan los toros. Personalmente los dos toros que más me gustaron fueron los dos toros que estaban mejor hechos, pero en este caso también fallaron porque no fueron acompañados de fuerza suficiente. Aun así fue bonito todo lo que se había generado alrededor de esa corrida, toda la atención de los medios, de los aficionados... Fue muy bonito porque en los tiempos que vivimos, que tres toreros jóvenes y prácticamente desconocidos para el gran público hayan despertado esa ilusión a mi me motiva mucho".
-Desde el principio saliste a por todas y así lo demostraste en un primer quite por chicuelinas que no pudiste rematar bien por el viento al toro de David Galván y en un gran recibo por verónicas a tu primer toro. Muy pronto se te vieron las intenciones...
"Fue curioso porque en ese primer quite que como bien dices ni siquiera pude rematar por culpa del viento, pude sentir que me encontraba bien y que los chismes me volaban también bien. Percibí muy pronto que la gente estaba metida en la tarde, lo cual era muy importante también. Cuando te das cuenta de que intentas transmitirle algo al público y que este lo capta es bonito, porque hay veces que ocurre toro lo contrario, que estás intentando transmitir algo y es imposible".
-El pasado año sólo toreaste cinco tardes, tres de las cuales fueron en España (Navas de San Juan, Madrid y Sacedón) en agosto y dos en Méjico (Jerez, Zacatecas) a principios de temporada. ¿Pensaste que quizá después de la oreja de Madrid del 15 de agosto iba a sonar más el teléfono?
"Yo era muy consciente de que iba a ser muy difícil torear después de lo del 15 de agosto porque para esas fechas todas las ferias están prácticamente cerradas. Sinceramente no tenía muchas esperanzas de que iba a entrar en ningún cartel. Lo que sí esperaba y lo que a la postre más pena me dio es que creí que iba a coger alguna sustitución de algún compañero y al final no fue así. Por unas circunstancias o por otras no se pudo concretar ninguna y eso me dio mucha pena. Daba por hecho que después del 15 de agosto no me iba a salir ninguna corrida. A pesar de ello, la empresa de Madrid se portó muy bien conmigo porque al poco de acabar la temporada se pusieron en contacto con nosotros y empezamos a hablar de algunas tardes para el año siguiente. Además surgió también el apoderamiento con Roberto Piles. En ese sentido no me puedo quejar y aunque no vi los frutos a corto plazo, sí los pude ver a largo plazo".
-El no estar anunciado en tu tierra, en Sevilla, imagino que te habrá dolido...
"La verdad es que yo tampoco las tenía todas conmigo de que hubiera entrado en Sevilla después de lo del 15 de agosto. Sevilla es una feria muy corta, hay muy poquitos huecos y los carteles son muy fuertes y muy rematados. A mí tampoco me avalaba ese triunfo fuerte para que se me hubieran abierto las puertas de Sevilla. Es cierto que siempre tienes esa esperanza de poder entrar en algún cartel de preferia, pero al final no salieron las cosas y no se pudo concretar nada. Siento pena porque Sevilla para mi es algo especial y más en mi caso que soy de aquí. Desde muy niño mi padre siempre me llevaba a ver toros a la Maestranza".
-Después de tu buena actuación el domingo pasado en Madrid, ¿ha sonado más el teléfono?
"La verdad es que sí. Va sonando más el teléfono". 
-Son cinco temporadas ya como matador de toros. ¿Te sientes lo suficientemente hecho y maduro como para afrontar retos importantes en lo que queda por venir?
"Sí. Para afrontar retos importantes sí, entendiendo por retos fechas importantes y carteles importantes. Me siento bien. A pesar de ello te diría que la madurez todavía no la tengo y no sé si alguna vez la podré alcanzar. Yo entiendo por madurez esa cierta maestría, esa forma de entender las embestidas de los toros desde que salen por la puerta de los chiqueros, la manera de hacer todo lo más natural posible. Conforme pasa el tiempo vas creciendo pero a la vez te quieres parecer cada vez más a ese novillero que eras cuando empezabas. Eso lo vas consiguiendo poco a poco conforme vas madurando y es curioso que cuando vas envejeciendo más te vas acercando a lo que eras cuando empezabas. Eso es difícil de conseguir, es lo que me gustaría, pero no sé si algún día llegaré a estar lo suficientemente maduro como para sentirme bien. No lo sé. Aun así lo intentaré. Lo trabajo todos los días pero no es fácil".

viernes, 19 de abril de 2019

No es lo que era

En este mundo del toro hay una verdad que por mucho que se repita no deja de ser una verdad cruda e irrefutable. Una frase hecha, sí. Una frase cansina, también. Un tópico que por muy tópico que sea puede que sea el tópico más cierto que existe ahora mismo en la Fiesta de los toros. Y es que esto ya no es lo que era en cuanto a valores taurinos internos y sobre todo en cuanto a repercusión de las buenas actuaciones, y, lo que es más grave, en cuanto al eco puntual que puedan tener los triunfos conseguidos en el ruedo por toros y toreros.

Nos quejamos continuamente día sí día también de que la sociedad le da la espalda a los inmensos valores de la Tauromaquia. Ya saben: todo eso del sacrificio, la capacidad de superación, la disciplina, el respeto por el toro, el crecerse ante la adversidad, etc. Cosas que están muy bien y que los aficionados tenemos muy presente en cada momento y que además nos ayuda en nuestro quehacer diario como simples personas de a pie que sufren y padecen lo incierto de la vida y de sus a veces caprichosos avatares. Valores que por contra desconocen aquellos que nunca se han acercado a este mundo y mucho menos aquellos que quieren acabar con él de un plumazo. Pero yo aquí no voy a hablar de esos valores esenciales que la Tauromaquia proyecta a la sociedad como pura filosofía de vida. Yo quiero ir más alla y pretendo reflexionar sobre los valores internos que siempre han existido en la Fiesta y que hoy en día por desgracia se han perdido.
Me resisto a creer en el tan consabido "sistema" del que tantos y tantos aficionados hablan y que supuestamente es aquel en el que unos pocos mueven los hilos de la Fiesta otorgando privilegios a algunos y obstaculizando el paso a otros sin ningún tipo de filtro o distinción de méritos contraídos en el ruedo. Y me resisto a creer en ello porque cuando un torero o un ganadero le pegan una patada a la puerta y la arrancan de cuajo automáticamente están en todas las ferias. Ahí está por ejemplo el caso de Roca Rey, que se me viene a la cabeza por ser el último y el más claro. No obstante, no voy a eso. No voy a las patadas a la puerta o los puñetazos en la mesa. Voy a los toques de atención. A las señales. A las buenas actuaciones sin ser rotundas del todo.
Recuerdo que no hace mucho tiempo una oreja en una plaza importante valía mucho. Muchísimo, diría yo. Recuerdo casos de toreros que dieron la vuelta a España durante un par de temporadas gracias al único mérito de haber dado una vuelta al ruedo en Madrid. Recuerdo inclusiones de toreros en buenos carteles y en buenas ferias gracias a dos ovaciones en una tarde en una plaza importante. Recuerdo que cuando era pequeño y no había tantas redes sociales funcionaba y mucho el "boca a boca". Y a veces sólo eso era suficiente para poner a este u otro torero en tal cartel de tal feria. Y es que muchos salían ya disparados hacia la cumbre del toreo gracias precisamente a ese "boca a boca".
Ahora por desgracia eso ya no existe. Es cierto que se dan la mitad de novilladas y corridas de toros de las que se daban hace diez años. Es verdad que la crisis economía ha hecho mucho daño. No es menos cierto que hoy en día los aficionados a los toros sufrimos una persecución social sin precedentes en la historia de este país. Evidentemente todo eso ha influido y sigue influyendo para mal propiciando un resultado final nefasto para los intereses de la Tauromaquia. Pero tenemos que seguir luchando por los valores internos de la Fiesta. Por lo que siempre ha valido y ahora parece que no vale. Por lo mágico de este espectáculo que tanto amamos. Poco nos debe importar que los que odian la Tauromaquia nos tachen de ciudadanos de segunda moralmente inferiores al resto de personas si sabemos y somos conscientes de lo que tenemos entre manos. De la grandeza interior de este mundo. De los sólidos cimientos sobre los que está construido todo este tinglado. Unos cimientos que por otra parte hoy en día están más agrietados que nunca y que amenazan con derrumbarlo todo en un futuro no muy lejano.

Ahora o nunca

El relevo tiene que ser ahora. El cambio debe de producirse ya. La nueva hornada de toreros jóvenes promete y mucho. La baraja de recién alternativados ilusiona. Les ha llegado la hora de dar el paso. A su favor tienen a su disposicion la mejor de las oportunidades que se le puede dar a un chaval que quiere hacerse rico en esto. Me estoy refiriendo a la próxima feria de San Isidro 2019.

Y es que el serial isidril que comienza en un cuarto de hora les ha venido como anillo al dedo. Jamás podrían haber soñado con una oportunidad tan buena. Una feria en donde no estará casi ninguna figura del toreo -por los motivos que todos sabemos-, y en donde la mayor carga de responsabilidad recaerá sobre ellos. Y no sólo en los que llevan muy poco tiempo de alternativa y están muy cerca de ponerse en figura, sino también en otro tipo de torero más curtido y con más años de alternativa que puede salir muy reforzado como figura de la corrida dura.
Intuyo que las figuras del toreo actuales están dando sus últimos coletazos en esto. Unos porque torean muy poco ya y por tanto se dosifican bastante merced a su edad y a su lógico declive físico. Otros porque están muy vistos por el público y el aficionado y tienen poco más que decir en esto. Otros porque llevan demasiados años de alternativa y su circuito va al margen del de los demás. Razones varias para que los ocho o diez toreros jóvenes y los cinco o seis toreros no tan jóvenes pero por contra poco vistos cojan el toro por los cuernos (nunca mejor dicho) y digan eso de "aquí estoy yo para mandar en esto y ponerme rico". Créanme si les digo que quizá nunca lo han tenido tan fácil.
A lo largo de la historia del toreo se han malogrado muchos buenos toreros y ha habido demasiadas esperanzas rotas. Y ha ocurrido porque esos buenos toreros han tenido la desgracia de coincidir en tiempo y espacio con una baraja de toreros tan impresionantes que han eclipsado a los que tan sólo eran considerados como buenos toreros. Por suerte o por desgracia eso hoy no está ocurriendo porque los que han sido impresionantes están de vuelta y en retirada y los buenos que vienen arreando son muy buenos. Por tanto este tiempo es suyo. El destino o vete tú a saber qué, les ha puesto una oportunidad de oro delante de sus narices. Y no dudo en afirmar que el que sea capaz y tenga la suerte de aprovecharla se pondrá muy pronto a mandar en esto. Madrid está a la vuelta de la esquina. Es el momento de los Roca Rey, López Simón, Paco Ureña, David Galván, Ginés Marín, Pablo Aguado, Román, Álvaro Lorenzo, José Ortega o José Garrido. Es el momento de los dos o tres novilleros que ilusionan y que esta temporada se van a convertir en matadores de toros. Y por supuesto también es el momento de los Emilio de Justo, Octavio Chacón o Rubén Pinar. Es ahora o nunca.