martes, 30 de julio de 2019

Hasta pronto, torero

Siento lo mismo que sentí hace unos meses con la retirada del novillero palentino Diego Fernández. Me ha sorprendido la retirada inesperada de Varea, uno de los toreros jóvenes con más clase de la actualidad. Me ha sorprendido y me ha dolido como duelen las cosas que pueden ser y no son por mil razones que no llegamos ni llegaremos a entender nunca. Una retirada que al parecer no había sido meditada y que según fuentes cercanas al torero ha sido una decisión totalmente impulsiva por el simple hecho de no haber podido redondear una tarde de triunfo en una corrida en la que tenía que pasar algo sí o sí dada la relevancia de la plaza en la que actuaba y ante la falta palpable e impotente de contratos en un futuro inmediato.

Las imágenes que he podido ver de su corte de coleta me han producido una tristeza inmensa. Un torero llorando de rabia, con unas tijeras en la mano, rodeado de compañeros que intentan frenarle en su decisión de dejar esto. Un torero que se zafa de todos esos toreros que se afanan porque no haga lo que quiere hacer pero que al final y tras esquivar a todos consigue llegar hasta el Presidente de su Peña Taurina y, con una súplica en su voz y en sus ojos llorosos, le entrega unas tijeras y le dice que lo haga. Que lo haga ya. Que le corte la coleta porque quiere dejar esto. 

Varea fue uno de los novilleros destacados hace unas temporadas cuando formó parte de ese trío ilusionante de toreros jóvenes y con futuro que conformaban él mismo, Ginés Marín y Álvaro Lorenzo. Tuvo una alternativa de lujo en Nimes el 15 de mayo de 2016 y desde entonces ha toreado menos de lo que debería. La tarde de su confirmación de alternativa en Madrid el 2 de junio de 2017 le hizo daño porque se le escaparon dos toros de Domingo Hernández para haberse consagrado. Recuerdo que las crónicas de aquella tarde fueron demoledoras. Quizá le sorprendió que le salieran tan pronto aquellos dos buenos toros en Madrid. Quizá no estaba preparado para que todo fuese tan rápido. Aquella infausta tarde posiblemente fue el inicio de su caída, la cual se consumó ayer en Valencia. Es una pena que chavales con tan buenas condiciones agoten su paciencia por fracasos puntuales o porque no ven futuro en esto. Pero esto está como está y no se perdona estar mal una tarde ni se dan segundas oportunidades. Espero que Varea reflexione y él mismo sí que se de una segunda oportunidad. Toreros como él son de cocción lenta. De hacerse poco a poco hasta que revienta todo el toreo que se lleva dentro. Mientras tanto yo me seguiré lamentando por el hecho de perder toreros con tanta sensibilidad y clase en unos tiempos donde precisamente no abundan estos atributos entre los que tienen el coraje de vestirse de luces.

miércoles, 17 de julio de 2019

Hombres

Quiero que este artículo sea un alegato a favor de tantos y tantos chavales que empiezan. Un homenaje a la hombría de unos hombres que son capaces de jugarse todo por nada. Que no dudan ni un segundo cuando les dicen de ir a Madrid a matar una novillada nocturna a la que van a ir cuatro gatos y en la que se van a enfrentar a unos animales que no van a ser precisamente gatos. Novilleros que apenas han toreado y que tienen claro que su futuro pasa por que pase algo en Madrid. Porque sólo si pasa algo en Madrid van a poder torear en otros muchos sitios que de no ser así no pisarían ni en sueños.

Hace mucho que pasó el tiempo en el que los novilleros iban a Madrid después de haberse rodado por las abundantes novilladas que se daban en los pueblos y en muchas ciudades españolas. Por desgracia aquel tiempo ya pasó y ahora de todos es conocido que las circunstancias son totalmente opuestas a la de aquellos años gloriosos. La reducción general de los espectáculos taurinos por las causas que todos sabemos han perjudicado sobre todo a tantos y tantos chavales que empiezan. Por eso tienen hoy más mérito que nunca. Por eso hoy hay que cantarles a todos y cada uno de ellos los cojones (con perdón) que tienen. Porque se enfrentan a lo imposible. A lo impredecible. Al enorme y desproporcionado novillo-toro que sale en Madrid, el cual no lo pone nada fácil y que hace que la ley del más fuerte se imponga como no se impone en ninguna otra faceta de la vida. Porque van a matar o morir sin apenas haber visto un pitón en su vida. Hay que ser muy hombre para hacer lo que ellos hacen.
Sólo tengo palabras de admiración para todos los novilleros que están matando las novilladas nocturnas de Madrid. Y las tengo porque van a jugarse la vida de verdad. Sin trampa ni cartón. Porque exponen con la máxima inocencia y verdad su pecho y sus muslos para que pase algo. Para ganarse un futuro mejor. Para dejar de poner dinero por torear. Para encontrar un hueco entre los elegidos. En la mayoría de los casos son inexpertos, sí. Las circunstancias así lo han querido. Pero a pesar de su insultante juventud hace tiempo que son hombres. Muy hombres.