jueves, 17 de mayo de 2012

Madrid. Feria de San Isidro 2012. 6ª y 7ª de feria. Fandiño salva los muebles in extremis...

Pocas cosas han pasado en estos dos días de toros en Madrid. Muy a nuestro pesar, continúa el sopor y el aburrimiento en la capital de España. De las corridas celebradas el martes 15 de mayo -día del patrón San Isidro- y ayer 16 de mayo, tan sólo podemos destacar la buena disposición de Eduardo Gallo el martes y la oreja cortada ayer a sangre y fuego de Iván Fandiño. Gallo estuvo firme, valiente y asentado ante un lote de El Ventorrillo que no permitió el lucimiento. Y es que toda la corrida que mandó Fidel San Román a Las Ventas fue un decálogo de mensedumbre, algunos incluso con peligro. De la presentación no voy a decir nada, ya que los animales tenían trapío para dar y tomar. En definitiva, una corrida muy muy seria pero muy muy mansa y complicada de lidiar. Muy locati toda ella, como habría dicho el maestro Antoñete. Como digo, Gallo fue el único que dejó algo digno de mencionar, sobre todo con el sexto con el que se la jugó de verdad. Curro Díaz no tuvo o opciones y Julito Aparicio pegó un sainete de no te menés. No quiso ver a ninguno de sus dos enemigos ni en pintura, sobre todo al altiricón que hizo cuarto, un toro muy grande y que daba auténtico miedo. Julito huyó de sus dos enemigos, se mostró muy nervioso toda la tarde, fue abroncado en sus dos toros como yo nunca había visto en una plaza de toros y fue despedido de la plaza entre almohadillazos, cosa que hacía mucho tiempo que no pasaba. Milagro que fuera capaz de matar a sus dos enemigos, puesto que yo no daba un duro por él y llegué a pensar que sus dos toros se iban a ir vivos al corral. Por fortuna los "malmató" y ahí acabó su sufrimiento. No voy a justificar ni mucho menos la horrenda actuación de Aparicio el martes, pero sí que estoy de acuerdo con las palabras que dijo a la televisión a la muerte del cuarto. Con un toro tan grande, tan cornalón y con tanta anchura de pitones es muy difícil hacer el toreo, y más el toreo de corte artísta que tienen algunos matadores como Julio Aparicio. Dicho esto, pienso que Julio no debería volver este año a Las Ventas porque sencillamente no está para torear. No sé si en otros sitios si lo estará. En Madrid desde luego no y debería tener la vergüenza torera de caerse por su propio pié del cartel del próximo 29 de mayo. Veremos a ver que pasa. En cualquier caso, a Madrid se le ha ido la hoya con los toros. Vale que allí guste el toro serio y bien armado. A mi también me gusta ese toro. Pero al menos que dentro de su seriedad y gran trapío sea armónico y bonito, no destartalado y feo. Las hechuras del toro son las que normalmente te dicen si va a embestir luego en la plaza o no, y en estos días que llevamos ha habido toros que se ha visto por la mañana que no iban a tener ni un pase, como así ha sido. Un toro sacado de tipo, sin hechuras y destartalado no puede embestir ni a punta de pistola. Un toro así no puede embestir por su conformación física. No cabe en la muleta. Está claro que si el toro es bravo y tiene casta puede embestir sea como sea morfológicamente. Pero a falta de bravura -que es el principal mal que tienen hoy en día las ganaderías-, siempre será mejor que el toro esté bien hecho y sea armónico, porque por esas alomejor se siente a gusto embistiendo y no tiene el handicap de mover una mole de kilos desproporcionada y absurda. En fín, que se lo hagan mirar. Ayer día 16 salieron varios toros de esos mal hechos. La corrida de El Montecillo -cuyo dueño, Paco Medina, fue el propietario años atrás de El Ventorrillo-, fue mansa y descastada en general, salvo el 2º y el 6º que fueron nobles y manejables. El Cid se llevó el peor lote -con un cuarto toro de 635 kilos que era grande y cornalón hasta decir basta-, y nada pudo hacer. Curiosamente, a ese cuerto toro tan grande no le tocaron ni una palma a su salida de chiqueros. Que tome nota la empresa. A César Jiménez no le hicieron ni caso con el segudo de la tarde a pesar de estar muy bien con el toro. El quinto no se dejó y poco pudo hacer con él el torero madrileño. Como bien dijo César a la muerte de su primero, ese toro a otro torero le habría valido para triunfar, sobre todo si cierto sector de público no se hubiese puesto en contra de él. El siete se empeñó en joderle la faena alegando una mala colocación con la muleta. El torero de Fuenlabrada, con ese sector de la gente en contra, poco pudo conseguir a pesar de torear muy bien a ese toro y de estar muy firme con él. La gente le habría hecho más caso al toro si en vez de César hubiera estado Manzanares o Talavante , por ejemplo, delante de él. Alomejor el problema es que Jiménez no es tan guapo como otros, o no se peina tan bién como otros, o se está quedando calvo... Ayer álguien debería haberle recordado a esos aficionados que se creen que saben tanto que este tío salió el año pasado por la puerta grande de Las Ventas. Salida discutida, sí, pero salida. La única oreja de la tarde la cortó Iván Fandiño al sexto, un toro manejable y noble que se dejó torear más que sus hermanos de camada. Fandiño estuvo toda la tarde valiente y con los pies atornillados en la arena, como siempre. Con el tercero no pudo hacer nada y con ese sexto protagonizó los mejores momentos de la tarde, sobre todo por el pitón derecho. Lo mató de una estocada entera algo desprendida y a sus manos fue a parar la única oreja que a día de hoy ha cortado un matador de toros en Las Ventas. Veremos a ver que pasa hoy con las figuras y con el toro. Y es que sin toro no hay paraíso.

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