Estoy
cansado de las verónicas pulcras e insustanciales. De esas académicas. Estoy
harto de la ortodoxia en los derechazos y naturales. De esos sin expresión.
Estoy cansado de esas faenas repetitivas y monótonas que por no tener no tienen
ni una pizca de ese milagro que se llama temple y que tan pocos toreros poseen.
Me parece un coñazo que a esos toros malos como el mismo demonio se les intente
torear como si fueran buenos. Y es que a esos también se les puede despachar
con torería. Sin academicismos. Sin intentar hacernos ver que es malo como la
madre que lo ha parido. Que es de hule. Entre otras cosas porque algunos ya nos
hemos dado cuenta de ello.
Salvo
muy contadas excepciones, hoy en día los toreros no saben doblarse con los toros
malos. No saben andarles hacia delante. Desconocen meterse en los costillares
con gracia torera. Ignoran cómo quebrar a los toros de oscuras intenciones
obligándoles a girarse sobre las manos. Hoy en día no hay quien sepa destroncar
a un toro para someterlo como a un lindo gatito. Como hacían los toreros
antiguos. Esos que aparte de saber hacer todo esto intercalaban muletazos por
alto y por bajo para terminar de meter en vereda al burel y dejarlo listo para
la media en todo lo alto de efecto fulminante. Y es que así solucionaban la
papeleta los de antes. Los que incluso en este tipo de situaciones hasta se
ponían bonito. Los que incluso en este tipo de situaciones le ponían gracia y
sabor. Mucho sabor.
En
mi memoria todavía perduran las dos faenas que Octavio Chacón le hizo a los dos
prendas de Miura que le tocó lidiar el pasado 8 de septiembre en Albacete. Dos
faenas de aliño muy toreras. Ese es el toreo del que hablo. A eso me refiero. Y
por si fuera poco, con la mayor de las sutilezas. Con la suavidad del que no
quiere molestar. Por suerte el buen aficionado lo supo ver. Y es que algo bueno
ha debido de hacer un torero cuando después de cinco pinchazos y una estocada
defectuosa el público te toca las palmas y te obliga a saludar desde el tercio
montera en mano.
Hoy en las Escuelas Taurinas ya no se enseñan esas
cosas. Todo se basa en intentar torear bien, intentar torear bien e intentar
torear bien, no sea que abreviemos de mala manera y nos caiga una bronca. Y es
que hay otro tipo de lidia. Existe otra forma de torear. Tampoco pido que ahora
salgan veinte como Domingo Ortega. (Mirar sus vídeos, por cierto). Preguntar a
los pocos maestros que han ejecutado esa forma de torear. Hablar con los dos o
tres que lo siguen haciendo. Si les hacéis caso seréis mejores toreros. O al
menos no seréis como la mayoría. Algo es algo.