Entenderá el lector mi
ironía. Por supuesto no soy contrario a las retransmisiones taurinas. Nunca lo
he sido. La razón de ser de este artículo es porque estos días se está
rumoreando en los mentideros taurinos que Morante de la Puebla no va a querer
televisión en ninguna de sus actuaciones de cara a la temporada 2018. Parece
ser que así lo ha decidido el torero sevillano para darle un mayor halo de
exclusividad y autenticidad a sus actuaciones la próxima temporada. Y a mí,
como buen morantista que soy, me ha caído el rumor como un jarro de agua fría.
Como seguro hacen muchos
aficionados, yo soy el primero que cojo mi coche y me desplazo a distintas
ferias para ver in situ espectáculos taurinos. Me gusta ver corridas de toros y
novilladas en directo. En vivo. Ahí, sintiendo desde la piedra del tendido la
riqueza de hechos y detalles que se dan en cada tarde de toros. Cualquier
espectáculo en directo es mucho más atractivo que en la televisión. Fútbol,
baloncesto, un concierto, la ópera, una obra de teatro... Y sobre todo los
toros. No hay comparación entre ver un espectáculo taurino en directo a verlo
en televisión. Por mil motivos. Por diez mil motivos. Yo lo prefiero mil veces.
Yo lo prefiero diez mil veces. No obstante, tampoco debemos renunciar
tajantemente e imponer un no rotundo a la televisión porque esta no deja de ser
un medio de comunicación masivo.
La televisión es fría.
Lo sé. Y a finales de los noventa, en materia de retransmisiones taurinas, se
abusó de ella haciendo de los toros un espectáculo vulgar carente de alma.
Antena 3, Telecinco..., ya saben. Pero como digo, es un medio de promoción. De
difusión. Es el nexo de unión con la Tauromaquia de muchos aficionados que por
distancia o cualquier otro motivo no tienen la oportunidad de poder viajar a
ver toros en directo. La televisión por tanto es necesaria. Y no sólo como ese
nexo que ya hemos comentado, sino como fuente de ingresos económicos para la
Fiesta. La televisión deja mucho dinero en las arcas de empresarios, toreros y
ganaderos. La televisión por tanto no es contraria a la Fiesta. Más bien, diría
yo, es complementaria a la Fiesta.
Entiendo que muchos toreros vean con recelo las retransmisiones taurinas.
Ellos son muy conscientes de que no es lo mismo verles en directo que a través
de la televisión. La televisión lo relativiza todo más y hasta resta cierta
importancia y peligrosidad a lo que el torero está haciendo en la arena.
Entiendo todo eso. Lo que no entiendo es la negativa tajante a ser retransmitido.
Y no lo entiendo porque con esa actitud se priva a muchos aficionados del
placer de ver a grandes toreros. Y no lo entiendo porque con esa actitud se le
cortan en cierto modo las alas a la Tauromaquia. Joselito y José Tomás
impusieron esta moda a principios de los años 2000, y ahora parece que Morante
quiere hacer lo mismo, amparado seguramente en las mismas razones que las que
tuvieron en su día los dos toreros madrileños. Y ante eso yo me pregunto:
¿quién será el próximo? ¿Qué será lo próximo?