lunes, 27 de agosto de 2018
Lo que te han contado
Todo
lo que te han contado de Jesulín es mentira. Porque a pesar de todo lo que te
han dicho, Jesulín fue un buen torero. Un muy buen torero. Imagino que habrás
oído mil veces lo de las corridas para mujeres. Lo de que le lanzaban bragas y
sujetadores desde el tendido. Lo de que se subió a los lomos de algún que otro
toro para hacer el payaso. Lo de que mordía los pitones de los toros cuando
hacía un desplante de rodillas. Lo de que se reía delante de la cara de los
toros. Lo de que siempre estaba diciendo tonterías con ese acento gaditano tan
cerrado y tan suyo. Eso no es que sea mentira: es una verdad que ha opacado la
auténtica esencia de Jesulín. Porque el verdadero Jesulín fue el otro. El que
muy pocos supieron ver. El oculto. El del valor a prueba de bombas. El alumno
más fiel de los grandes maestros Dámaso González y Paco Ojeda. El que más se
arrimó al toro después de estos dos grandes colosos. El Jesulín suave,
delicado. El que trataba a los toros sin estridencias. Sin violencia. Sin
tirones. El del temple. Repito: el del temple exquisito. Sí, exquisito. El del
capote que enseñaba a los toros a embestir para luego cuajarlos con la muleta.
El Jesulín de la muleta poderosa. Poderosísima. Porque a pesar de lo que te
hayan contado, Jesulín les podía mucho a los toros. Muchísimo. Tanto o más que
el que más. Y es que su capote y su muleta fueron látigo y pluma, caricia y
bofetada. No recuerdo casi ningún toro al que no le pudiera. Y créeme que lo vi
muchas tardes. Y le vi sin los prejuicios de aquellos que van de aficionados
puristas. Porque imagino que los que te han hablado mal de Jesulín son ellos
,¿no?. No hace falta que me contestes. Sé que es así. Es mentira eso que te han
dicho de que Jesulín no sabía torear. Tú quizá seas demasiado joven para
haberte dado cuenta de que en este país a todo se le pone una etiqueta. Y a los
toreros evidentemente también. Tú quizá seas demasiado joven para haberte dado
cuenta de que esta sociedad siempre se queda con lo negativo. Eso es
precisamente lo que le pasó a Jesulín: tuvo infinitas cualidades buenas como
torero y una o dos no tan buenas, si es que tomarse la vida con excesiva
alegría y salir en la prensa del corazón puede ser algo lo suficientemente malo
como para condenarte de por vida. Que no te mientan. Jesulín fue un gran torero
más allá de todo lo que te han contado. Este año reaparece en Cuenca vestido de
luces por un día. Con un poco de suerte vas a ver que tengo razón y vas a
comprobar con tus propios ojos lo gran torero que ha sido y que es. Con un poco
de suerte vas a ver cómo se le puede a un toro de verdad con el único argumento
del temple. De un temple único. Así que no te creas todo lo que te han contado.
Los que mienten son el
Crónica corrida de toros Tarazona de la Mancha, 26 de agosto de 2018.
Lo
que pudo haber sido
Corrida
de nota alta de Adolfo Martín tanto en presencia como en juego con la que la
terna no acaba de apostar.
Se arrancó desde los medios el 1° de Adolfo Martín en
un segundo puyazo que levantó a los espectadores de sus asientos. Antes, Javier
Castaño lo había recibido con un buen ramillete de verónicas con el toro
empujando para adelante. Tras el buen tercio de banderillas a cargo de Joao
Ferreira y Fernando Sánchez, los cuales se vieron obligados a saludar montera
en mano, Javier Castaño planteó una faena templada y medida al exigente y bravo
1°. Toro excelente en líneas generales al que Castaño acabó asfixiando por el
lado izquierdo. Fue toro para apostar más. Mató de un bajonazo muy feo.
Ovación.
Otro
buen ramillete de verónicas instrumentó Castaño al 4° de la tarde antes de que
el de Adolfo hiciera una buena pelea en varas, arrancándose desde los medios en
un emociomante segundo puyazo. Leña y de la buena le dieron al toro en el
caballo. De nuevo Joao Ferreira y Fernando Sánchez tuvieron que saludar montera
en mano tras un brillante tercio de banderillas, en el caso de Ferreira más por
intención que por ejecución. Ya en la muleta, el toro echó pronto la persiana y
se paró. Poco pudo hacer Javier Castaño con él antes de pasaportarlo de una
estocada baja. Silencio.
Un gran pitón izquierdo se le adivinó de salida al 2°
de Adolfo, cuya virtud mantuvo durante toda la lidia. Juan del Álamo le
violentó por momentos y eso lo acusó el toro. Cuando no lo hizo, el toro
embistió mejor y Del Álamo le enjaretó algún que otro buen natural. Mató de
estocada atravesada que hizo guardia y un golpe de descabello. Silencio.
El
5°, "Malagueño" de nombre fue un toro extraordinario por el pitón
derecho al que Del Álamo entendió. Hubo muchos y muy templados muletazos por
ese pitón. Aunque por el izquierdo el toro no fue el mismo, la sensación que
quedó en el público fue de toro importante. Mató de estocada atravesada que
hizo guardia (otra vez). Palmas.
Otro espectacular 2° puyazo desde los medios recibió
el 3° de Adolfo. Aún así, al toro se le pico mal. Jiménez planteó una faena
templada y voluntariosa ante un animal que pronto soseó y cuya principal virtud
fue la nobleza. Le entendió bien Jiménez por momentos. Mató de media estocada
en todo lo alto. Recibió una fuerte ovación tras petición.
El
imponente 6°, "Madroño", hizo una gran pelea en el caballo. Ya de
salida el toro provocó el pánico en la cuadrilla de Jiménez, y estos realizaron
un desastroso tercio de banderillas. El Presidente, a instancias del matador,
cambió el tercio con sólo dos banderillas puestas, lo cual enfadó mucho
al público presente. Y el enfado lo pagó Javier Jiménez en la faena de muleta,
siendo abucheado durante todo el trasteo. El toro no había hecho nada feo ni se
había comido a nadie, pero su impresionante cuajo y seriedad había instalado la
psicosis desde su salida. Jiménez anduvo como pudo con él -siempre por el lado
izquierdo-, y fue pronto a por la espada. Mató de pinchazo, estocada y cinco
golpes de descabello entre los abucheos del público. La bronca que recibió el
torero sevillano se escuchó varios kilómetros a la redonda.
Tarazona
de la Mancha, 26 de agosto de 2018. Toros de Adolfo Martín. Corrida muy seria
aunque desigual de hechuras y comportamientos. Bravos y buenos 1°, 2° Y 5°.
Nobles 3° y 6°. Soso y parado el 4°. Ovacionados en el arrastre 1°, 2°, 3°, 5°
Y 6°. Corrida brava en el caballo que humilló mucho en líneas generales. Algo
más de media entrada.
Javier Castaño (de nazareno y oro):
Ovación
con saludos y silencio.
Juan del Álamo (de tabaco y oro):
Silencio
y palmas.
Javier Jiménez (de verde manzana y oro):
Ovación
con saludos tras petición y bronca.
Se desmonteraron tras parear al 1° y 4° de la tarde
Joao Ferrerira y Fernando Sánchez.
A mí con estas
¿Qué
ocurre con Talavante? ¿Qué ha hecho? ¿A quién ha matado? Imagino que a estas
alturas de la película ya habrás oído que hay un buen lío montado en torno al
excelente torero extremeño. Un lío de despachos. De mandamases. De presuntas venganzas
encubiertas. De puñaladas a traición por la espalda. Y todo por, al parecer,
pedir lo que se merecía y se había ganado en el ruedo allá por la feria de San
Isidro.
Cuenta
la leyenda que tras su exitoso paso por Las Ventas este pasado San Isidro, Alejandro
Talavante consideró que los honorarios de sus futuras contrataciones debían
incrementarse en 15.000 euros. Los famosos 15.000 euros. Al parecer,
supuestamente la idea no fue bien recibida por su apoderado y por varios
empresarios muy influyentes. Y el torero, que ya va pintando canas en esto,
mandó a paseo a su apoderado y decidió romper con todo y con todos e ir por
libre. Pero las consecuencias de ese desafío a la cúpula de la Tauromaquia
empresarial no se iban a hacer de rogar y muy pronto comenzaron a pasar cosas
raras. Y es que Talavante, de la noche a la mañana, dejó de estar anunciado -y
lo sigue estando,- en algunas de las ferias más importantes del calendario
nacional. Triste. Muy triste.
Desde
siempre en la historia de la Tauromaquia, el torero que ha triunfado fuerte en
plazas de la importancia de Madrid, ha tenido derecho a exigir. Y a exigirlo
todo: ganaderías, compañeros, días en las ferias y, sobre todo, dinero. Mucho
dinero. Y tradicionalmente se les ha hecho caso y se les han concedido sus
pretensiones porque se lo habían ganado en el ruedo. Los empresarios poderosos
se plegaban a tales exigencias y no decían ni mú. Ahí está el caso del gran
Manolo Chopera, el cual era duro como una piedra con los toreros cuando había
de serlo y humilde y ante todo buen aficionado cuando se tenía que rebajar ante
lo que para él era justo y bien ganado por parte de un determinado matador o
ganadero. Chopera, al igual que otros grandes empresarios de su época, mandaban
mucho en la Fiesta, sí, pero no se creían los dueños de ella. Hoy todo eso
tristemente ha cambiado. Y ha cambiado en el sentido de que los mandamases
actuales sí se creen los dueños de este espectáculo. Así de crudo y de real. Y,
evidentemente, el creerte el dueño de esto se nota bastante, por mucho que
algunos intenten disimularlo moviéndose siempre en la sombra sin hacer ningún
ruido. Sin querer ser descubiertos.
Sea
como fuere y sin razón de peso alguna, desgraciada e injustamente nos están
privando de un torero de la categoría de Alejandro Talavante. Y sinceramente no
creo que el torero haya hecho tanto para que los de ahí arriba -amparados
los unos con los otros como si fueran uno sólo-, le hayan mandado a casa. Como
ya he dicho, esto es inaudito. Me atrevería a decir que hasta indignante por la
categoría del torero en cuestión y por el aumento irrisorio que supuestamente
ha exigido. Pero la realidad es la que es y esto no es más que una consecuencia
del cambio tan radical que ha experimentado la Fiesta en los últimos años en
cuanto al empresariado se refiere. Y es que lo que antes era del aficionado,
ahora parece que es el cortijo privado de tres o cuatro señores.
Me
imagino a Talavante paseando a caballo cada tarde entre sus toros pensando en
todo este rollo y poniendo esa media sonrisa que él se gasta. O con la mirada
perdida en el infinito de estas noches verano, sentado al aire libre en
cualquier sillón del patio de su finca devorando uno tras otro los cigarros de
una cajetilla de buen tabaco rubio. "A mí con estas", se dirá para sí.
Y volverá a sonreír porque en el fondo está seguro de que esos que ahora le
protestan volverán a entregársele, por mucho que ahora le estén midiendo y por
muchas distancias que le estén marcando. Y será más pronto que tarde. Seguro
estoy, tanto como lo puede estar él.
viernes, 17 de agosto de 2018
El ejemplo
Desde
la eclosión de Roca Rey en figura del toreo hace ya un par de temporadas, vengo
observando en la mayoría de los chavales que empiezan, que su objetivo es
imitar el toreo y las formas del torero peruano. No es nada nuevo esto en el
mundo del toro. Los aspirantes a toreros siempre se han fijado en las figuras
del momento y han intentado seguir su ejemplo. En la mayoría de los casos, los
referentes de los chavales son los que están ahí arriba. Aquellos que ya están
ricos y torean en los carteles de postín de las mejores ferias. Ha pasado
siempre. Pero en el caso de Roca Rey, esa obsesión por él por parte de los
jóvenes pupilos del toreo ha ido más allá. Ha adquirido un punto más.
Roca
Rey en un gran torero, de eso no hay duda. Lo tiene todo. Juventud, raza y
casta torera, valor para hacer mil toreros y, además, sabe torear, a pesar de
lo que dicen los puristas del toreo, los cuales siempre se quedan con el toreo
accesorio del diestro peruano y no van más allá. Porque independientemente de
las formas de cada uno, Roca Rey los lleva muy largos y muy por abajo. Y con
las dos manos. Y se los pasa cerquísima. Por si fuera poco, además, su espada
es un cañón. Literalmente, parte los toros en dos. Atesora una gran
variedad con capote y muleta y siempre quiere agradar. No es de extrañar por
tanto que tantos y tantos chavales que quieren ser toreros se estén mirando en
el espejo de Roca Rey. Evidentemente esto no es malo. Lo menos bueno viene
-y aquí está el kid de la cuestión-, que muchos de esos jóvenes sólo se
están fijando en el toreo accesorio del torero peruano y no en el fundamental.
Es decir: sólo están imitando lo superfluo y, por contra, no están imitando
tanto ese toreo largo y de manos muy bajas que ejecuta a la perfección
Roca Rey.
Casi
todo el toreo de capote que están haciendo los chavales hoy en día -sobre todo
en los quites-, es accesorio: caleserinas, saltilleras, saltilleras cambiadas,
gaoneras, afarolados, tafalleras, chicuelinas ligadas con tafalleras de
espaldas... Y con la muleta los pases cambiados, el toreo de rodillas, las
espaldinas por uno y otro pitón, el parón inverosimil... Evidentemente todo
tipo de toreo tiene su mérito porque se le está haciendo a un toro. Y ese tipo
de toreo accesorio quizá todavía más porque requiere de una quietud y un
valor a prueba de bombas. Pero el toreo accesorio es accesorio y, en mi
opinión, por muy meritorio que sea, nunca se podrá comparar al
fundamental.
La
verónica, el delantal a pies juntos, la chicuelina pura de manos muy bajas, el
derechazo templado y largo, el natural con la pata pa'lante, un pase de pecho
de pitón a rabo, un trincherazo con sabor, un molinete garboso y torero... Ese
toreo fundamental es el que se tienen que meter en la cabeza los chavales
que empiezan. El toreo accesorio llega antes al tendido, sí. Pero la huella la
deja el fundamental. De eso no tengo duda.
Roca
Rey está dejando huella en muchos jóvenes que quieren ser toreros. Pero por
desgracia estos se están fijando más en lo superfluo que en la esencia, y Roca
Rey atesora esencia y toreo fundamental a raudales. El truco está en ir un
punto más allá y descubrírsela. Y es que no es tan difícil encontrársela.
Sólo es cuestión de intentarlo.
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