Sí. Morante mató a Manolete. Como lo lees. No hay duda. Fue él. Muchos lo
vieron. Muchos fueron testigos de ello. ¿Quién podría haber sido si no? No
podría ser otro nada más que el torero de la Puebla del Río. Y es que a decir verdad,
parece que últimamente Morante es el culpable de todos los males de la Fiesta,
incluida la muerte del monstruo cordobés.
Dicen los que saben de esto que está gordo y que no tiene ya facultades
para torear. Que torea en pocas plazas y con ganado muy escogido. Que cobra
demasiado. Que tiene mucha cara. Hasta hay quien se atreve a decir que es un
golfo, como si esos que lo dicen le vieran por un agujerillo durante las
veinticuatro horas del día. Si en una Goyesca viste de dos colores distintos
mal. Si coje la manguera y riega la plaza mal. Si se queja por el mal estado
del albero mal. Si saca un pañuelo de su chaquetilla para acariciar la testud
del toro mal. Si le da una patadita en el hocico al animal para provocar su
embestida mal. Si apuntilla a un toro mal. Todo mal. Todo lo hace mal. Todo
rematadamente mal. Y es que todo son licencias de un sobrao que ya está de
vuelta de todo, que lo que hace es reírse del aficionado y cuyo único objetivo
a día de hoy es hacer caja y forrarse. ¿Ves como Morante mató a Manolete?
Sin embargo yo diría que estas últimas temporadas estoy viendo al mejor
Morante. Que todo en él son guiños a la Historia del Toreo y a lo que un día
hicieron grandiosos toreros como Joselito, Belmonte, Pepe Luis, Pepín Martín
Vázquez, Antonio Bienvenida o Antonio Ordoñez. Que todo en él es un homenaje al
toreo añejo y a la torería más auténtica, esa que por otra parte está tan
ausente en nuestros días. Y yo diría que estamos ante el Morante más arreao de
los últimos tiempos, ya que en su Sevilla le ha salido un príncipe heredero que
le puede destronar en cualquier momento.
Deberíamos dar gracias por ser contemporáneos suyos. Por poder haber
disfrutado y seguir disfrutando de un torero como él. De un torero que aúna en
su forma de interpretar el Toreo lo mejor de los mejores de la historia del
Toreo. Por poder disfrutar del torero artista más valiente que ha dado la
historia. Y es que nada en Morante es capricho. Nada es al azar. Todo tiene su
argumento. Su sentido. Todo es por algo. El problema es el desconocimiento. La
incultura taurina de muchos que se autoproclaman aficionados de paladar fino.
De muchos que quieren buscar siempre un culpable a todos los males de la Fiesta
y curiosamente siempre tienen su nombre en la boca como respuesta a este dilema
existencial. Por ello no es tan descabellado que tantos y tantos aficionados
piensen que fue él y no el dichoso suero o aquel Miura traicionero el que mató
a Manolete.
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