jueves, 21 de septiembre de 2017

Malditos sean

Mea culpa. No lo vi. No pude verlo. Mi trabajo, que no es este, me lo impidió. Pero leí. Escuché. Sentí el run run. Cada día más fuerte. Cada día más acusado. "Cómo estuvo ese tío" -me decían por la plaza días después. "De lo mejor de la feria" -me repetían día tras día. Y en mi interior pensaba: "no será para tanto. Es un buen torero, eso lo sabemos todos. Siempre lo ha sido. Y lo ha demostrado. Incluso en Madrid. Pero no será para tanto" -me repetía en mi interior a modo de auto alivio. No quería pensar que me había perdido algo tan importante. 

Había visto fotografías, escuchado comentarios, visto caras de alegria de aficionados que sabidos de mi gusto por el toreo artístico me intentaban explicar, incluso toreando de salón, cómo había estado Andrés Palacios. Pero yo seguía sin creer que podría haber sido para tanto. Hasta que el tiempo, la memoria y la recién acabada Feria de Albacete me permitieron tener una hora libre, sólo una hora libre, para poder ver la actuación de Palacios el pasado día 8 de septiembre en la plaza de toros de Albacete. Y me maldije por no haber estado.
Lo que pudieron ver mis ojos se resume en palabras sueltas porque no hay un hilo que las pueda unir coherentemente. Y es que el toreo que hizo palacios no se explica con frases hechas. Se siente ante todo y cuando se intenta contar sólo salen palabras sueltas: pureza, torería, elegancia, arte, chispazo, sensibilidad, Toreo... Y así muchas más de ese estilo. Y es que no pudo estar mejor con dos toros que por si fuera poco apenas colaboraron para hacerles lo que les hizo. Pero ahí quedaron sus caricias con capote y muleta, su figura relajada y rota, sus muñecas de cristal, sus naturales de ensueño al cuarto toro de la tarde, sus remates para el que los quisiera ver, su estar y no estar, su aroma a torero grande. Hacía mucho tiempo que no se veía torear así en Albacete. Hacía mucho tiempo que no se veía un torero así en Albacete. Yo al menos no.
Andrés Palacios tiene treinta y cinco años y un toreo secuestrado durante un montón de primaveras. Alguien, no sabemos quién, nos ha privado de este torero. Maldito sea quien o quienes lo hayan hecho. Y malditos sean porque siempre se ha sabido lo distinto de este torero. Todos lo hemos visto. Pero no se le ha dado lo que merece. Ni siquiera en su querida plaza de Albacete, en cuya Feria llevaba sin actuar desde 2010.
Horas después de su soberbia actuación en su plaza, su banderillero Víctor Hugo Saugar "Pirri" subía a las redes sociales una foto de Andrés acariciando con la mano izquierda la embestida del de La Quinta. La fotografía hablaba por sí sola, pero además, iba acompañada por un texto breve. Breve como las buenas faenas: "que no se pierdan estos toreros, por Dios". Palabra de torero. De torero a la vulgaridad de lo que nos rodea. De torero a los ciegos e incrédulos. De corazón y de mente.
Hay cosas con las que no se juega. Con las que no se ha jugado nunca. La sensibilidad, la pureza y el arte no entran en el juego. En ningún juego. Malditos sean los que nos privan de toreros como Andrés Palacios. Ayer ahora y siempre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario