miércoles, 15 de noviembre de 2017

Nos lo deben

Culpo a los dos. A ambos. A Ponce y a José Tomás. A José Tomás y a Ponce. Nos han robado un trozo de historia del Toreo. Un trozo que podríamos haber disfrutado como nada en este mundo. Un enfrentamiento entre dos de los toreros más importantes de todos los tiempos. Algo difícilmemte perdonable a dos hombres que podrían haberle metido un buen chute de energía a esta Fiesta nuestra que cada día adolece más de interés.
Dicen que fue a partir de una tarde en la Aste Nagusia de Bilbao del año 1998. Aquella tarde de agosto iban a compartir cartel Ponce y José Tomás con una corrida de Atanasio Fernández. Pero de repente el de Galapagar se cayó del cartel. No se dieron demasiadas explicaciones y las que se dieron fueron poco creíbles. A partir de aquel día no torearon juntos ni una más. Hasta hoy. Hasta nunca, diría yo. Por contra, a lo que sí que se dedicaron fue a cultivar una enemistad que tristemente cada vez se ha hecho más grande.
Todo el mundo sabe la opinión que uno tiene del otro. Para Ponce, José Tomás es un torero torpe. Para José Tomás, Ponce es un torero que entiende y hace el toreo con el mínimo riesgo posible. Que arriesga poco. Que torea casi con mando a distancia. Y así lo han expresado ellos mismos en varias ocasiones. En el último año se han recrudecido los vetos entre ambos. Valladolid en la temporada pasada y Méjico en esta, han vuelto a poner de manifiesto que no se quieren ver ni en pintura. O al menos uno de los dos al otro según quien cuente la historia.
Los partidarios del de Galapagar dicen que Ponce fue el primero en vetar a raíz de aquella tarde de Bilbao. Los partidarios de Ponce dicen que fue José Tomás el que comenzó a vetar al torero de Chiva cuando tuvo la fuerza suficiente para hacerlo. Nadie tiene la verdad absoluta. Nadie sabe la verdad absoluta. Y los pocos que lo saben callan.
A pesar de todo lo que unos y otros digan, la verdad es que uno de los toreros con los que más ha toreado José Tomás es precisamente con Ponce -especialmente entre los años 1996 y 1998-. Pero aquello duró muy poco. Demasiado poco. Los más avezados dicen que hoy en día un cartel con ambos colosos sería un reventón en la taquilla. Que con diez o doce enfrentamientos por temporada entre ambos se salvaba esto. Que parece mentira que no piensen en el dinero que ganarían toreando juntos. No dudo de ello. Sin embargo, lo que no tengo tan claro es de si habría algún empresario dispuesto a pagar a ambos toreros lo que cobran. Especialmente a José Tomás. A buen seguro que lo que sería bueno para la Fiesta sería malo para los bolsillos de los que se juegan sus dineros. Y por eso muchos no pasarían. Es más, algunos ni se lo plantearían.
A pesar de todos los impedimentos, tanto personales, profesionales como económicos, sigo pensando que ambos toreros nos deben mucho a los aficionados. Que nos han robado una época gloriosa del Toreo. Que nos la están robando. Un espectáculo que no habría tendido parangón hoy en día, que es precisamente cuando más se necesita. Lo que hubiera pasado luego en el ruedo ya es otra cosa. Seguramente unas tardes Ponce habría destrozado a José Tomás y otras hubiera sido al revés. Eso siempre ha pasado con los grandes enfrentamientos entre las más grandes figuras del Toreo de todas las épocas.
Se me hace muy difícil imaginar vetos entre Cuchares y Chiclanero, El Tato y El Gordito, Lagartijo y Frascuelo, Bombita y Machaquito, entre Joselito y Juan Belmonte, entre Manolete y Arruza. Es inimaginable. Hoy sin embargo está pasando entre dos de los toreros más importantes de todos los tiempos. Una auténtica pena para el aficionado que ojalá, a no mucho tardar, se solucione pronto. Y es que el tiempo no corre precisamente a favor de sendos toreros. Sinceramente yo no soy optimista en ese sentido, pero animo desde aquí a los que sí lo sean. Total, de ilusión también se vive.

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