viernes, 9 de mayo de 2014

La puerta de atrás...

Creo que ya lo he dicho en más de una ocasión. Siempre me he considerado tomasista, oséase, seguidor y admirador del tan cada vez más raro de ver, José Tomás. Fui uno de esos muchos aficionados a los que su personalidad y toreo atrapó allá por el año 1995, cuando apenas era un niño. Tanto yo como él. Una admiración que me mantuvo atento a sus movimientos hasta su primera retirada en 2002 y desde su reaparición en 2007 hasta la actualidad. Eso sí, de él me ha gustado ese toreo puro y verdadero que le caracterizó en su primera etapa y en ocasiones contadas en la segunda. No el suicida. No el temerario. No el loco. El sábado pasado reapareció en la ciudad mejicana de Juriquilla tras 19 largos meses sin torear. Fue en la despedida de su amigo Fernando Ochoa, con el que alternó en un mano a mano con reses de Fernando de la Mora y Los Encinos. Como bien sabes, el pasado año no hizo temporada por una lesión ósea que sufrió en el pie derecho cuando se entrenaba en la finca de Fermín Bohórquez. Y el anterior solamente se vistió de luces en tres ocasiones. Y es que en su hambre siempre ha mandado él. La reaparición de Juriquilla por tanto se esperaba con gran expectación. Todos los medios se volcaron en el evento. La plaza registró un llenazo sin precedentes. Todo genial. Fantástico. Inigualable. Hasta que salió el toro. Bueno, el medio toro. El churri toro. Le cortó dos orejas a su primero y en los dos restantes obtuvo ovación y vuelta al ruedo respectivamente. Tras la corrida halagos. Muchos halagos. Miles de halagos. Cientos de palmaditas en la espalda. Los portales taurinos rebosaban entusiasmo. "Volvió por la puerta grande" decía uno. "Recital de toreo y pasión" decía otro. Ni tanto ni tan calvo amigo. Y en el otro bando palos. Críticas. Improperios. He visto el vídeo de su actuación como diez veces. Toreo bueno hubo. Personalidad también. Toro no. Riesgo y emoción tampoco. José Tomás le hace falta a la Fiesta. Mucha Falta. Cada tarde que torea, este espectáculo está en el centro de todas las miradas. Las taurinas y las no tan taurinas. Por eso mismo, el toro no debe faltar. No faltó en Nimes aquella tarde del 16 de septiembre de 2012, última en la que se había vestido de luces. En cambio, sí faltó el sábado pasado en Juriquilla. Hay que ser sinceros y decir la verdad. Lo sé: José Tomás está ya de vuelta de todo. José Tomás no necesita ir a las grandes ferias a demostrar nada. Él juega en una liga aparte. Por eso creo que tenemos que valorarlo también independientemente de los demás toreros del escalafón. Todo lo que quieras, sí, pero pantomimas no por favor. Esperpentos no. Jabón a destajo no. Lo siento profundamente. No puedo hacer caso a esos teatros que perjudican más que benefician. Quiero verle con un toro serio. Quiero verle compartiendo cartel con los primeros toreros del escalafón. Quiero verle competir. Y por pedir, quiero verle en Madrid. En Bilbao. En Pamplona. Incluso en Sevilla. Mientras tanto miraré a otro lado por más que lo sienta. Puedo criticar más o menos a ciertas "figuras del toreo". Pero al menos estos están en Madrid. Hasta Ponce está, que quizá es al que menos le hace falta. Bajemos un poco del pedestal a José Tomás. Exijámosle en su justa medida. Si no está plenamente es mejor mirar hacia otro lado, por mucho bien que le haga a la Fiesta según algunos cada vez que torea. Esto es un espectáculo de emoción y verdad, no de titiriteros ni bufones. Para eso está el circo o la corte de Carlos V. Seamos sensatos de una vez y si no podemos sacar a un torero por la puerta grande cada vez que torea, saquémosle por la de atrás. Por la falsa. Por la de la decepción. Se llame como se llame el que lleve el chispeante. Ni Juan y José que volvieran...

No hay comentarios:

Publicar un comentario