viernes, 27 de junio de 2014

El mensaje de los dioses...

En 1975, el escritor e investigador suizo Erich von Däniken publicó un libro titulado "El mensaje de los dioses". Polémico como pocos, el autor hacía una recopilación de los casos más importantes tratados en sus tres libros precedentes, añadiendo además nuevos datos que respaldaban sus hipótesis. ¿Y quién es este hombre y por qué me hablas de él?, preguntarás. Bien. Te entiendo. Para el que no lo conozca, Erich von Däniken se ha pasado la vida entera defendiendo una teoría: los extraterrestres nos visitaron hace miles de años y fueron ellos los que sentaron las bases de nuestra cultura y nuestra civilización. Y para reafirmarlo, se basa en cientos de vestigios arqueológicos antiguos que parecen retratar su presencia entre nosotros. Vestigios que intentan transmitir un mensaje: la presencia indudable de esos dioses con trajes metálicos y escafandras que un día convivieron entre nosotros. Pero como todo en esta vida, aquello acabó demasiado pronto. Los extraterrestres abandonaron un día nuestro planeta y desde entonces nos visitan de forma esporádica. Aunque no nos demos cuenta, siguen teniendo interés en la Tierra y nos siguen vigilando desde las alturas. Al fin y al cabo, continúan pensando que somos una creación suya, y como criaturas con un dueño, no nos abandonan. Hasta ahí las hipótesis de Däniken. No te canso más. Si he hecho referencia a la obra de este escritor suizo es porque me viene al pelo con lo ocurrido estos días en el planeta de los toros. Como todos bien sabéis, han reaparecido dos de los mejores toreros que ha dado la Tauromaquia en toda su historia. Uno, por desgracia, por una tarde únicamente (Joselito). Otro, por no más de cinco o seis (José Tomás). Pues bien: ambos, con sus recientes actuaciones, han puesto esto patas arriba. Han regresado con su mensaje. Con el mensaje de los dioses del toreo. Con el mensaje que pone en evidencia a la práctica totalidad del escalafón. Con la reivindicación de una Tauromaquia pura y auténtica que desde hace varios años está siendo atacada impunemente por aquellos toreros que se dicen mandones del cotarro. Una Tauromaquia defenestrada primeramente por el señor Julián López "El Juli", al cual no le ha costado demasiado encontrar cómplices que apoyen su causa. Los más activos, sin duda, Miguel Ángel Perera y José María Manzanares. Otros, desertando ya por suerte como Talavante, lo fueron en su día. Como digo, han tenido que volver Joselito y José Tomás para poner esto en orden. Para dictar de nuevo las leyes del toreo eterno. Del toreo puro. Ese que salvo casos muy excepcionales de muy pocos toreros hoy en día, ya no se hace. Para demostrar que se pueden ligar los muletazos adelantando la pierna de salida -o como mínimo colocándola en paralelo a la otra- y cargando la suerte. Para demostrar que lo de esconder la pierna no tiene razón de ser si no que es pura comodidad, ventajismo y falta de riesgo. Para que se vea de una forma clara y notoria que los demás mienten. Para exponer los hechos al aficionado y que este deduzca quienes son los que han cometido el delito. Imagino que las llamadas figuras del toreo del momento deben de estar temblando con lo que han visto estos días. Nadie me quita de la cabeza la idea de que cuantas más tardes torearan José Tomás y Joselito, más en ridículo iban a poner a los creadores de esa Tauromaquia moderna y falsa de la suerte descargada por norma y la patita atrás por obligación. Intuyo la protesta del aficionado más exigente: "¡es que ni Joselito ni José Tomás se han enfrentado al toro de verdad!" Tienes razón en parte amigo. Pero a igualdad de condiciones ganaderamente hablando -ya que las figuras de hoy matan algo muy similar a lo que han matado estos días Joselito y José Tomás-, estos ganan por goleada en pureza y verdad a aquellos. Qué más quisiera yo que estos dos dioses se midieran con el toro de verdad, de distintos encastes, con las figuras de hoy y en plazas de relevancia...Pero no nos engañemos amigo. Eso es imposible. Joselito y José Tomás no tienen necesidad de medirse ni competir con nadie porque ya en su momento se enfrentaron a todos los que estaban y ganaron. Limpiamente además. Por goleada. No voy a justificar la falta de trapío de la corrida de Garcigrande en la que reapareció Joselito en Istres porque efectivamente fue una gatada. Aun así, como he dicho anteriormente, a igualdad de condiciones ganaderas con los que están, los barrió a todos. No puedo sin embargo opinar del mismo modo de la corrida de José Tomás en Granada. Para mí estuvo correctamente presentada si tomamos como referencia la categoría de dicha plaza. Pero como digo, todo es opinable y acepto que muchos no compartáis mi parecer en este sentido. Aún así, creo que en la reaparición de Joselito y José Tomás hay que mirar más allá. Con independencia de compañeros, ganado y categoría de la plaza, estos dos han provocado una catarsis. Los cimientos que tanto tiempo llevan intentando construir los Juli, Perera y compañía, se han visto sacudidos. La Tauromaquia impura y falsa, retorcida y ventajista, monótona y perversa que están intentado instaurar amparándose en esa idea malévola e interesada de que el toreo ha evolucionado y que hay que adaptarlo a la edad moderna en la que vivimos, se ha visto en entredicho. Y la gente ha comenzado a dudar. La pena es que Joselito sólo va a torear una corrida en todo el año y José Tomás cinco o seis. Con quince cada uno acababan con el cuadro y destapaban las vergüenzas -aún más si cabe- de los que torearán más del doble. Llámame demagogo. Dime que digo lo que los aficionados más inconformistas -amargados entre los que me incluyo para otros-, quieren escuchar. Ojalá algún día me tenga que tragar estas palabras. Eso será sinónimo de que la pureza habrá reinado por fin entre las figuras del toreo, en un mundo sin suertes descargadas ni piernas retrasadas. Pensarás que todo esto son pajas mentales mías. Puede ser. De lo que estoy seguro es de que estos dos dioses un día estuvieron entre nosotros. Sentaron las bases de una civilización taurina pura. Pero un mal día se fueron y nos dejaron huérfanos de la verdad. Los que se quedaron cambiaron impunemente las leyes de la Tauromaquia. Por suerte, aquellos proscritos del taurineo "moderno" han vuelto. Quizá por dinero. Quizá por gloria. Quizá asqueados por lo que están viendo día tras día. Por lo que creen es una adulteración de los cánones del toreo clásico a manos de unos cuantos impostores sin escrúpulos. Quizá por recordarnos el mensaje que un día nos legaron y del que casi nadie se acuerda ya: el mensaje de los dioses. P.D. Siempre lo digo. Valoro muchísimo (lo que se merecen) a todos los que se ponen delante de un toro, sea como sea este. Se juegan la vida. Pero en el toreo, como en la vida misma, la pureza y la verdad siempre han de ir por delante. Para mentir ya hay demasiadas personas y oficios y, por desgracia, ninguno es tan auténtico como el de ser torero.

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