viernes, 18 de marzo de 2011

Valencia, 6ª de Fallas. Manzanares para el tiempo...

Ayer jueves tuve la suerte de presenciar en el tendido 5 de la plaza de toros de Valencia la que probablemente sea una de las faenas de la temporada. Fui convencido y lleno de esperanzas a ver a dos de los tres toreros que más me gustan y que más admiro; Morante y Manzanares -el otro es José Tomás-. Y lo que ví fue un derroche de arte y torería en cada uno. Morante estuvo muy bién con el noble pero justito de raza primero. Toreó sensacional con el capote, a la verónica y por chicuelinas, soltando en cada lance el aroma inconfundible de su arte. Con la muleta hizo una faena maciza y asentada por ambos pitones, con muletazos de gran calidad. Se fue pronto a por la espada ya que el de Núñez del Cuvillo se apagó rápido. Fue ovacionado. Con el cuarto apenas tuvo opciones. Toro sin clase y muy suelto, se le lidió muy mal en los primeros tercios. En el caballo se le pegó con saña y ahí acabó el toro. Con la muleta a Morante le duró un suspiro. Lo probó por ambos pitones, enseñó al público el pésimo material que tenía enfrente, se dobló con él y lo mató mal. Muy mal. Escucho pitos, más por la mala manera de matar al toro que por otra cosa. Porque si le pitaron por su labor con el manso cuarto, he de decir que la gente no supo ver el toro. Al torero hay que medirle según el toro que tenga delante. Y Morante no tuvo toro. Así que los pitos con que el público le obsequió en el cuarto eran infundados y demostraron que en Valencia, a pesar de ser una plaza de primera categoría, hay mucho "indocumentao" y mucho mal aficionao, o mejor dicho, mucho poco entendido en tema taurino. Daniel Luque (silencio y ovación) estuvo voluntarioso con el tercero, un sosito que se acabó pronto. Con el sexto, que le duró más, estuvo muy seguro y muy en su sitio. Me gustó la actuación del torero de Gerena que demostró que se encuentra en un gran momento. Con el capote y a la verónica dejó lances de gran categoría. La verdad es que a Daniel le vuela muy bién el capote. Y de Manzanares, ¿qué puedo decir? Pues que estuvo sencillamente colosal. Cortó la oreja del buen segundo, toro con clase, que permitió al de Alicante estar muy bién con él. Lo mató de un gran "puñetazo" con la espada en todo lo alto haciendo que el toro cayera rodao a los diez o doce segundos. Pero lo gordo vino en el quinto. Para mí el mejor toro de la corrida. José Mari se fue hacia él y ahí se paró la tarde. Se detuvo el tiempo. En cada muletazo subía el nivel de hipnosis de la gente. Manzanares hipnotizó al toro y a toda la gente que estabamos allí. Hizo una faena templada, sin un puñetero tirón al toro. Muletazos profundos, cadenciosos, con un empaque y una expresión artística sin igual. Por momentos creí estar viendo una mezcla perfecta entre el mejor Antonio Ordoñez y el mejor Manzanares padre. Y el secreto estuvo ahí. En la suavidad. Si José Mari le hubiera dado un tirón o un movimiento brusco de muleta al toro, se lo habría cargado. Y no fue así. Se fue a por la espada y pinchó al intentar matar al toro a recibir. En mi opinión se equivocó al elegir esta suerte. Volvió a intentarlo y se volvió a equivocar. Las orejas se habían esfumado y me jodió mucho. Manzanares no suele pinchar ni un toro y ayer pincho a uno al que le tenía las orejas cortadas. No obstante, la faena quedó ahí. Y eso es lo importante. Creo que no me equivocaré si digo que la faena de José Mari al quinto de la tarde de ayer va a ser la mejor de todo el serial de Fallas -y eso que aún quedan unas cuantas corridas por celebrarse-. El de Alicante dejó su aroma. Ese aroma del arte y el gusto que se pega en nuestra ropa y en nuestra mente y que tarda mucho, mucho tiempo en irse.

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