jueves, 24 de marzo de 2011

El toro de las figuras

Una de las ferias taurinas más importantes de la temporada ha llegado a su fín. Valencia terminó el Domingo pasado y ha dejado algunos interrogantes que se repiten feria tras feria. Principalmente uno; el toro. En la feria de Fallas han salido dos tipos de toros claramente distintos. El toro de las figuras y el toro del resto de las corridas del serial. Esto es así y hay que decirlo. Hace unos días, en un progama de radio, escuché con atención una entrevista que le hicieron al empresario -o, como a él le gusta que le llamen, "promotor de arte"-de Valencia, Simón Casas. Le preguntaban precisamente por este tema y él decía que en ese asunto él estaba atado de manos y pies. Él, dijo, compraba un tipo de toro para una plaza de primera, con el mínimo de peso y trapío que merece Valencia. Las figuras, a través de sus veedores, recomiendan el toro que quiere y él lo compra. Pero la autoridad competente -digase veterinarios y presidentes- son los responsables de que si ese toro que han llevado las figuras no es apto por pequeño y justo de trapío, su obligación es no aprobarlo. Con esta alegación el empresario se desquita y cede la responsabilidad a otros. No digo que lleve razón, pero la verdad la posee a medias. No es suficiente que el toro tenga el mínimo de kilos como para que se lidie en una plaza de primera categoría (460 kilos). Ni que tenga el mínimo de edad. El toro de primera tiene que tener algo más. Hechuras, caja, trapío, cara, presencia... Es triste pero es así. Estamos en manos de una autoridad adulterada, muchas veces influenciada por la gente del toro. Un veterinario o un presidente no se deben dejar amedrentar ni manipular ni siquiera por el entorno de una figura. Puedes tener trescientos veedores que te elijan los toros más cómodos de tu ganadería predilecta. Si esos toros, cuando llegan a la plaza, no dan el mínimo de presencia, no se deben aprobar. En esta recién terminada feria de Fallas esto se ha visto muy claro. Los días en los que han toreado las figuras han salido toros chicos, con poco trapío y que no asustaban a nadie. Mal. Muy mal. El resto de las corridas con toreros de "mitad de tabla", ha salido el toro serio y con carbón. Lamentablemente esto pasa en casi todas las ferias de España, exceptuando la sagrada feria de San Isidro de Madrid, Bilbao, Pamplona y Sevilla, esta última con matices algunas veces. Algunas ganaderías que antes eran predilctas de las figuras, como Fuente Ymbro (que es de lo poco de procedencia Domecq que tiene picante y dificultad) y Alcurrucén, por poner un ejemplo, ahora resulta que no las quieren ver ni en pintura, ya que tienen algo más de bravura y presencia que las de Domecq, Cuvillo, Victoriano de Río, etc... El público debe protestar y cantar esta injusticia. Y lo hace. Lo que pasa es que el tirón que tienen las figuras es muy grande y en muchas ocasiones tenemos que tragar con toros infumables si queremos ver a los Morante, Manzanares, Juli, José Tomás, etc. Desde dentro se están cargando la autenticidad de un espectáculo sensacional. Un espectáculo en el que el toro y su presencia es la fuente principal de emoción. Y sin toro no hay nada.

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