domingo, 5 de junio de 2011

Madrid, última semana de feria...

Ahora que han pasado varios días del fín de San Isidro -aún queda ese invento llamado Feria del Aniversario-, y que mis ideas han reposado con los aires de la primavera, me siento a resumir lo más destacado de esta última semana de toros en Madrid. De la novillada del lunes me gustó el muchachito que lleva el maestro José Ortega Cano. Rafael Cerro demostró que tiene un futuro prometedor. Se coloca bién y tiene muy buen concepto del toreo. Con una actuación discreta pero buena, supo homenajear a su mentor, que por tan malos mometos está pasando después del gravísimo accidente que sufrió el pasado sábado. Ojalá que Dios le eche el enésimo cable que necesita para salvar su vida. No dudo de que saldrá ya que José ha vencido varias veces a una muerte que lo ha perseguido en unas cuantas ocasiones a lo largo de su vida. Y si no, recuerden las gravísimas cornadas que sufrió en Cartagena de Indias y Zaragoza hace ya muchos años y en las cuales le dieron por muerto. La novillada de El Ventorrillo no valió un duro. El martes salió probablemente el mejor toro de toda la feria. El segundo de Peñajara fue un toro sobresaliente. Con casta, transmisión, entrega, recorrido, humillación, duración, largura... Un toro de bandera que cayó en las manos de César Jiménez. Tras una faena con altibajos cortó una oreja. Pero era de dos. Para mí a César le faltó algo más. No se puede perdonar que a un toro así no se le corten las dos orejas. Otro caso como el de Castella con el extraordinario toro de Alcurrucén. Imperdonable. Me hubiera gustado que ese animal hubiera caído en las manos de Javier Cortés, torero al que sigo muy de cerca y en el que tengo puestas muchas de mis ilusiones. Le habría hecho faena de dos, aunque casi seguro que luego lo hubiera pinchado. El torero de Madrid no tuvo suerte con el lote, así como Eugenio de Mora, que tuvo que enfrentarse a dos enemigos mansos y peligrosos, sobretodo el primero. Jiménez cortó otra oreja al sobrero de Carmen Segovia que hizo quinto tras una faena no del todo rematada. Puerta grande protestada por la concesión de ese trofeo en el que no todo el mundo estuvo de acuerdo. De la corrida de Palha del miércoles ni hablo. Por Dios que trueno de corrida. Mansos, peligrosos, descastados... Unos mulos. Estos al congelador por lo menos un par de años. Pero lo bueno vino el jueves con Fandiño. Con una corrida de Celestino Cuadri que no dió el resultado que se esperaba de ella, el torero vasco estuvo cumbre. Serio, asentado, clásico, torero. A su primero, manso, no le cortó una oreja porque tardó en doblar. Vuelta al ruedo. A su segundo se la cortó por derecho y con justicia. Estamos ante un torero muy importante. De momento Madrid lo ha adoptado como torero predilecto y eso es buena señal. Casi todos los toreros de los que Madrid se ha enamorado han acabado en figura. Y este lo va a ser. El Fundi ni pudo ni lo intentó mucho. Alberto Aguilar se estrelló ante la falta de clase de sus oponentes. Pero se jugó la vida, sobretodo con su primero. Veremos qué depara El Aniversario, donde vuelven las figuras y una ganadería que tiene buen cartel y que no ha actuado todavía en Las Ventas: Victoriano del Río. De momento me queda el regustillo y el aroma de un pedazo de torero al que hay que seguir muy de cerca; Iván Fandiño. Ya lo dijo un aficionado a voz en grito, rompiendo el silencio de la tarde mientras Iván muleteaba a su primero; aquí huele a torero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario