En
primer lugar está el punto de vista del empresario. Él es el que pone o debe de
poner toda la carne en el asador a la hora de organizar una feria. Y si ésta
funciona en todos los sentidos -como parece que es el caso de Madrid-, a
pesar de sus innumerables festejos, no veo qué de negativo tiene el asunto en
cuestión.
Otro
factor importante a favor de una feria tan larga como es la de San Isidro
estriba en lo referente a los toreros. Y es que ningún otro serial es capaz de
poder mantener a toreros de mitad del escalafón y a su vez lanzar al estrellato
a aquellos que están muy por debajo de los puestos de cabeza. Madrid es la gran
oportunidad para la mayoría de toreros que existen y que van a actuar allí
aunque sólo sea una tarde. Recortar esta feria sería cercenar los sueños de
muchísimos toreros que sueñan con pegar un aldabonazo en la principal feria del
mundo, la cual les puede permitir llegar a ser lo que siempre han querido y
anhelado. Sin una feria como la de San Isidro, sería imposible rescatar y/o
sacar nuevos toreros o poner en alza ésta o aquella ganadería.
Muchas
veces me he preguntado dónde, si no es en Madrid, iban a poder torear aquellos
toreros que no ven un pitón ni queriendo. ¿Existe algún escaparate mejor que
Madrid para esos toreros de mitad del escalafón para abajo? Evidentemente no.
Porque no nos engañemos: los pueblos no dan ni dinero ni categoría a un torero.
Ni siquiera muchas capitales de provincia, por no decir casi ninguna. Y encima
en esas plazas de segunda y tercera categoría se pierde más que se gana. En
todos los sentidos.
En
el mundo del toro siempre se ha dicho que Sevilla da categoría y Madrid dinero.
Siempre ha sido así, aunque bien es cierto que últimamente el triunfo en ambas
plazas debe de ser mucho más fuerte y rotundo para que esa máxima se siga
cumpliendo. Y es que una oreja en Madrid o dos en Sevilla ya no te garantiza
torear treinta tardes esa temporada y cincuenta la siguiente. El panorama ha
cambiado, sí. Es más complicado, sí. Pero lo que se hace al menos en Madrid
sigue sirviendo. Menos que antes, pero sigue sirviendo.
Hace
muchos años hubo otra plaza que también ponia a funcionar a muchos toreros. De
echo los puso. Estoy hablando de Barcelona, que junto con Madrid, e incluso más
que ésta última, catapultó a infinidad de novilleros y matadores de toros. Ahí
está la historia para comprobarlo. Incluso hubo momentos en que Barcelona fue
más importante taurinamente hablando que Madrid. Hoy por desgracia Barcelona no
está y es Madrid quien soporta todo el peso de la gloria y los sueños de los
toreros.
Que nunca nos falte Madrid, aunque sea una feria
interminable.
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