Hoy
quiero hablar de la Presidencia de la plaza de toros de Las Ventas. De la
nefasta Presidencia de la plaza de toros de Las Ventas. Y es que todavía estoy
atónito. Sigo sin salir de mi asombro con lo que ha sucedido algunas tardes en
el palco venteño. Y ante ello hay muchos tipos de opiniones y explicaciones al
respecto. Los más exigentes dicen que la Presidencia de Madrid ha perdido la
exigencia, valga la redundancia. Los menos exigentes dicen que el palco de Las
Ventas se ha vuelto muy duro. Y entre medias estamos los que no entendemos
nada. Bueno sí, entendemos lo que nos dice el sentido común. Y este nos dice
que el problema radica en una falta de criterio enorme. Pero criterio del
bueno. De ese unificado. De ese del todos a una. De un criterio regular
definido principalmente por la normalidad.
En
esta Feria de San Isidro que acaba de concluir se han dado primeras orejas sin
apenas petición del público, se han negado otras con petición mayoritaria, se
ha concedido alguna segunda oreja más que discutible, se ha dado un polémico
rabo, se ha devuelto inexplicablemente a los corrales algún que otro toro que
no se debería haber devuelto, se le ha negado la vuelta al ruedo a más de un
toro que lo había merecido y se le ha concedido de forma sorpresiva a alguno
que otro que no ha merecido tal premio. En fin. Cómo ves, un caos. Y en medio
de este caos un grupo de hombres sin duda responsables de ello. No hace falta
dar nombres. Tampoco me los sé. Todo el mundo sabe quienes son.
Jamás
la plaza de Las Ventas ha tenido una falta de criterio unificado en la
Presidencia como el que ha tenido este año. Jamás, que yo recuerde, ha habido
un despropósito mayor en el palco de Madrid como el que ha habido este año.
Años atrás el aficionado se ha quejado de este o de aquel Presidente. Visto lo
visto este año, lo ocurrido temporadas anteriores ha sido una nimiedad
comparado con el despropósito de este año. Y es que cualquier tiempo pasado fue
mejor en el palco de Las Ventas. Este año ha habido Presidentes débiles. Ha
habido Presidentes duros y exigentes. Y ha habido alguno que otro ultra
exigente. Y lo peor de todo es que esa actitud no la han mantenido todos los
días. Alguno que otro la ha incluso modificado según cómo se hubiera levantado
ese día o hacia donde soplaba el viento esa tarde en la capital de España. Ni
Tarantino hubiera hecho un guión tan surrealista.
Hay aficionados que ya están pidiendo la dimisión en
conjunto del equipo presidencial de la plaza de toros de Las Ventas como
consecuencia del nulo conocimiento taurino que han demostrado estos señores
durante toda la Feria y de los evidentes y escandalosos despropósitos que han
cometido. Y no les falta razón. Siempre he pensado que en el palco de una plaza
de toros se debe de sentar un aficionado a los toros de reconocido prestigio,
no un policía. Un aficionado con su correspondiente preparación
teórico-práctica y su evidente titulación para desempeñar tal cargo. De echo,
ya se está haciendo en muchas plazas de importancia menor. Yo en este caso
concreto no voy a pedir dimisiones. Yo lo que voy a pedir es humildad. Que esos
Presidentes de Madrid escuchen a sus asesores veterinarios y taurinos, que son
gente realmente entendida en la materia y que cada tarde están a su lado
precisamente para eso: para aconsejar lo mejor posible al que tiene la
autoridad para presidir. Que esos Presidentes dejen sus egos aparte -sí, se que
es muy difícil y más en la primera plaza del mundo-, y escuchen al que
realmente sabe de salud animal o de lo que está haciendo un torero en ese
momento en la arena, aunque sólo sea porque se ha vestido de luces y sabe
perfectamente de lo que va el asunto. Por tanto menos ego y más humildad. Menos
ordeno y mando y más escuchar a los que saben. Y es que no hay nada mejor en
esta vida que conocer y reconocer tus propias limitaciones. Sólo así se puede
crecer y quizá algún día se llegue a lo más alto.
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