martes, 2 de abril de 2013

Otra lección de los franceses mientras todo el mundo mira a Sevilla...

Ayer terminó la Feria de Pascua de Arles. Y como he titulado en el encabezado de este post, los franceses nos han vuelto a dar otra lección más de las muchas que ya nos han dado. Una lección de cómo se debe hacer una feria taurina. Una lección sobre lo que debe tener prioridad y lo que no a la hora de montar espectáculos taurinos. En Francia, en líneas generales, lo primero es el toro y lo segundo el aficionado. O al revés, que también podría valer. Estos días en Arles hemos visto muchas cosas que no se ven en España salvo en contadas plazas: respeto por el toro y público en los tendidos. ¿Qué están haciendo ellos que no hagamos nosotros? Pues principalmente una cosa: poner al toro en primer lugar, muy por delante de los toreros. Los cuatro días de feria en la localidad francesa nos han permitido ver toros muy bien presentados (excepto los tres de Garcigrande del viernes 29 de marzo) y de juego extraordinario. En cuanto a este último aspecto, me gustaron los dos de Alcurrucén y uno de Garcigrande del viernes, dos de Torrestrella del sábado, tres de Cebada Gago del domingo y tres de ayer de Victorino. En mi modesta opinión, el toro de la feria ha sido el segundo de Victorino, aunque cualquiera de los de Alcurrucén podrían ser también merecedores del trofeo al mejor toro del ciclo taurino de Arles. Buena feria en cuanto a juego de los astados en líneas generales. En cuanto a los hombres de oro, me quedo por encima de todos con la actuación de Iván Fandiño el sábado. Seguro, valiente, decidido...., vamos, Iván Fandiño en estado puro. Me agradaron también las actuaciones de Castella, Bolívar, David Mora, Robleño y Castaño. Y todo ello con casi lleno en los tendidos todos los días excepto hoy que la lluvia ha reducido considerablemente la entrada a los tendidos de la población francesa. Chapó por la afición francesa y la de Arles en particular. Llevo tiempo pensando que en Francia hay más afición a los toros que en España, cuna auténtica de la tauromaquia. Cierto es que el pais galo está algo mejor económicamente que el nuestro (aunque no mucho) y que la crisis económica no es tan brutal como en España. Pero también es cierto, y es lo más importante, que en Francia se hacen las cosas mejor taurinamente hablando que aquí. Se cuida más al toro y su presentación, al aficionado, se respeta más el espectáculo y al torero y se le da la importancia que nosotros no le damos al tercio de varas. Estos días he disfrutado como un niño con casi todos los tercios de picar que he podido ver. Y es que se le ha dado mucha leña a los toros en Arles. Muchos animales han tomado tres y hasta cuatro puyazos y han sido puestos al caballo desde muy lejos. Lo que han hecho luego bajo el peto ya es otra cosa, pero ver arrancarse a un toro desde veinte metros y observarle galopar hasta estrellarse con el caballo no tiene precio. Es triste que en España se esté perdiendo el tercio de varas y tengamos que ir a Francia para seguir disfrutando de su belleza. Como casi todo en este pais, lo perderemos del todo algún día y no nos daremos ni cuenta. Y mientras esto sucedía en Arles, todo el mundo miraba a Sevilla. El Juli, según muchos, había reventado el toreo. He visto varias veces todos los vídeos resúmenes de la tarde del Domingo de Resurrección en Sevilla. De la presentación de los cinco toros de Garcigrande y uno de Parladé que se lidiaron no puedo poner ni una pega. Estaban muy por encima de la media de lo que normalmente se lidia en la capital hispalense. Pero también es cierto que para que al final fueran aprobados cinco toros de la ganadería titular, se tuvieron que reconocer en los corrales hasta 17 animales de la citada ganadería salmantina. Detesto cuando hay baile de corrales en los reconocimientos de las grandes citas porque eso significa que nos están intentando tomar el pelo. Y el domingo en Sevilla se le quiso tomar el pelo al aficionado. Justo Hernández había llevado de inicio nueve toros de los cuales sólo se aprobaron tres. Hubo de traer a última hora siete u ocho toros más para que al final sólo pudiera lidiar cinco. Vergonzoso. El complot de ciertos ganaderos con algunas figuras está más que presente hoy en día y tiene como objetivo disminuir el riesgo de la fiesta y engañar al aficionado. Así de simple. Menos mal que algunos veterinarios y presidentes se ponen en su sitio y no pasan por el aro, muchas veces a costa de su integridad personal y profesional. La corrida se movió y dio buen juego en líneas generales, destacando el quinto toro. Pero no solo de la nobleza vive la fiesta. Los de Garcigrande ayer atesoraron mucha, sin embargo bravura de verdad hubo poca exceptuando ese quinto toro que sí mostró condiciones de bravo. El toro, aparte de noble debe ser bravo. Me da la sensación que muchos ganaderos de los llamados comerciales lo que no quieren es precisamente bravura y sí mucha nobleza borrega. Eso no es así y ese no es el espíritu de la Fiesta. Demasiada nobleza y poca bravura matan la emoción del aficionado. Y si el aficionado no se emociona no va a los toros. Es lo que está pasando hoy en día en la mayoría de los ruedos españoles. Morante y Manzanares no brillaron como otras veces y de El Juli, ¿qué quieren que les diga? No voy a ser yo quien juzgue su actuación del domingo en Sevilla. Reconozco que les puede a los toros, que les baja la mano al máximo, que su muletazo es muy largo... Todo lo que ustedes quieran. Pero no me emociona. Y en esto del toreo la emoción cuenta y mucho. Casi todos los críticos han alabado su actuación con calificativos superlativos, pero pocos han dicho (y ahí está el vídeo para comprobarlo) que en muchas ocasiones durante su actuación, El Juli toreo descolocado, con un hueco de metro y pico entre toro y torero en numerosos muletazos, con el brazo estirado hasta el infinito y abusando del pico al pitón contrario desplazando consecuentemente al toro hacia afuera de forma descarada. Eso sin contar con que El Juli toreó casi toda la tarde con la pierna demasiado retrasada. Pero eso no lo cantan los extasiados cronistas que presenciaron la corrida. En cualquier caso, vuelvo a repetir que respeto al torero madrileño y que a pesar de todo hay cosas que me gustan de él aunque nunca acabe de emocionarme su estética y sus formas poco toreras delante del toro. Y mientras todo este espectáculo de postín y farándula sucedía en Sevilla, en Francia asistíamos a otro más digno y más verdadero: aquel que pone al toro como auténtico protagonista de la Fiesta y del que muchos aquí en España reniegan y condenan al último lugar. Así está el panorama y así nos va...

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