viernes, 12 de abril de 2013

Cartel de figuras, ruína segura...



Como viene siendo habitual en muchas de mis publicaciones, la indignación vuelve a estar presente como denominador común de mis sensaciones en lo referente al mundo de los toros. Y es que a veces pienso que la linea entre el taurinismo y el antitaurinismo es tan delgada que de vez  en cuando y sin darme cuenta la piso y me pongo del otro lado. En mi post de hoy quiero hablar del atropello que están cometiendo algunas figuras del toreo, económicamente hablando, a pesar de la situación tan precaria que estamos viviendo. Y traigo dos ejemplos muy claros al respecto. El pasado domingo 31 de marzo, domingo de Resurrección, se celebró en Sevilla una de las corridas más importantes del año taurino. Tres figuras del toreo y una ganadería cara y comercial se dieron cita para el disfrute de los aficionados que acudieron al coso del Baratillo. Todos sabemos lo que artísticamente ocurrió allí. Triunfo de El Juli, ganas de Manzanares y unos cuantos capotazos buenos de Morante. Lo que no sabe tanta gente es lo que declaró Ramón Valencia, uno de los empresarios de la plaza de toros de Sevilla, horas después de la finalización de la corrida. Ramón vino a decir que a pesar de haber llenado la plaza hasta la bandera -se puso el cartel de "no hay billetes"-, la empresa había sufrido pérdidas económicas por valor de 96.000 euros. Casi nada. Dieciseis millones de las antíguas pesetas que a los empresarios les tocaba poner o sacar de vete tú a saber dónde. Pero a las figuras esto les da igual. El mismo empresario, en sus declaraciones, se mostró indignado ante la falta de sensibilidad de los toreros con respecto a la situación actual. Sé que los toreros se merecen su dinero, unos más que otros, ya que se supuestamente se juegan la vida. Hasta ahí de acuerdo. Lo que me da rabia es que las figuras no se den cuenta de que la salvación de la fiesta pasa por abaratar los costes de producción de los espectáculos taurinos. Es muy bonito que El Juli, Manzanares y compañía inviten a los toros a muchos aficionados jóvenes, intentando con ello promover la asistencia de público a las plazas. Pero luego ellos se lo llevan calentito y se marchan con los bolsillos llenos. A eso lo llamo yo falta de sensibilidad. Otro ejemplo claro de cómo está la situación actual ocurrió el pasado sábado en la corrida extraordinaria de la primavera de Brihuega. Según he podido saber, las pérdidas ascendieron a 60.000 euros. La plaza no se llenó como en otras ocasiones puesto que sólo se ocuparon tres cuartos del aforo. Eso sí, se rumorea que uno de los integrantes del cartel, precisamente el que no quiso ni ver a ninguno de sus dos toros, cobró 15 millones de las antíguas pesetas (casi 100.000) euros. Indignante. No sé  si al nuevo empresario de Brihuega le van a quedar ganas de organizar el año que viene la corrida de la primavera. Eso sí, mucho papel couché, mucha farándula, mucha gente de caras guapas y arrugadas y mucha prensa del corazón. Pero detrás de todo eso ruína, pérdidas económicas y podredumbre. Cuando Maximino Pérez abandonó el barco el año pasado sus razones tendría. Un tipo inteligente y trabajador como él no está por estar. La Fiesta Nacional se está convirtiendo en fachada reluciente pero con el interior podrido y corrompido. Y es escandaloso que los que están abocando la fiesta a su final sean precisamente las figuras del toreo y algunos ganaderos "de lujo". No entiendo cómo los toreros que más tienen que decir en esto no se dan cuenta. Me parece de un egoísmo tremendo el que viendo cómo está la situación actual de la Fiesta y del país se nieguen a rebajar sus salarios alegando que ellos no tienen la culpa de nada. Los casos de Sevilla y Brihuega son algunos ejemplos de lo que está pasando en casi la totalidad de las plazas donde torean las figuras y que se medio mantienen porque los abonos son muy largos y lo que en unas corridas son grandes pérdidas en otras lo son menos, pero casi nunca beneficios considerables.  Sevilla por ejemplo ha rechazado este año la oferta económica de Canal Plus porque la consideraban baja. Piensan que sin televisión va a ir más gente a la plaza. Pues ni por esas. De momento ha vuelto a bajar el número de abonos para la Feria de Abril y mucho me temo que la venta de entradas sueltas no va a ser demasiado grande. La gente no tiene tanto dinero para gastárselo en ir a los toros, más si cabe cuando las entradas son tan caras como en Sevilla. Aparte, este año hay cinco espectáculos menos que el año pasado. Un desastre. Y a todo esto, los de siempre cobrando el máximo y no permitiendo tocar ni un céntimo en sus honorarios. Y lo mismo ocurre con las tres o cuatro ganaderías "comerciales" que suelen matar. Mientras muchas ganaderías menos toreristas subsisten a duras penas perdiendo cada vez más dinero y dirigiéndose irrevocablemente hacia la desaparición, las de "lujo" aumentan sus honorarios. En el pecado llevan su penitencia, arrastrada por aquellos que quieren sólo eso y nada más. Como digo, estamos ante un panorama desolador. Si queremos que la gente vaya a los toros, démosle un espectáculo atractivo, emocionante y ante todo más barato. Y para que  sea barato, los primeros que tienen que rebajar sus honorarios son los toreros de la primera línea. No puede ser que entre cuatro o cinco se lleven todo el dinero de un abono o endeuden a un empresario cuya única ilusión es dar una buena corrida de toros y ver su plaza llena. Es un atropello a la moral de la Fiesta que el precio del toro sea cada vez más bajo y el del torero más alto. Aquí la emoción la pone el toro, aunque a muchos se les olvide. Muchos ganaderos han de malvender sus toros, con precios muy a la baja para evitar que se queden en la finca y tenga que llevarlos al matadero. Criar un toro para que sea lidiado cuesta alrededor de tres mil euros. Pues bien, muchos ganaderos los están vendiendo por la mitad o menos de esa cantidad. Todo por no mandarlos al matadero donde su precio aún es menor ya que la carne del toro para consumo no es un producto muy valorado en el mercado actualmente. Está claro que hoy en día hay un exceso de ganaderías, muchas de ellas de nuevos ganaderos del ladrillo y que por eso la oferta es mayor que la demanda  y no se puede lidiar todo. Esta crisis está haciendo mella en el campo bravo, consiguiendo que desaparezcan muchas ganaderías porque son prácticamente inviables. En unos años habrá muchos menos toros en el campo para festejos taurinos y entonces, los ganaderos que hayan resistido tendrán la sartén por el mango y exigirán lo que quieran por sus toros porque sencillamente habrá carencia de animales. Pero hasta que llega ese momento –si es que la Fiesta de los toros sigue entre nosotros y no ha muerto a manos de sus propios integrantes-, debemos concienciarnos y saber lo que es justo y lo que no. Yo no quiero un espectáculo reluciente por fuera pero podrido por dentro. Quiero un espectáculo justo, digno y legal. Ojalá que las figuras tomen conciencia y no sigan atracando a la fiesta porque a este paso, dentro de unos años, no van a tener esa posibilidad.

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