jueves, 9 de agosto de 2012

La avaricia no es buena compañera...

     Antes de adentrarme en la temática de mi nuevo post, quería añadir un apunte más sobre el que hace unos días escribí sobre Curro Vázquez y su cambio de actitud en los últimos años desde que es apoderado. Y es que aún me sorprende todavía más si cabe la nueva actitud de defensa a ultranza del toro pequeño y mal presentado para sus toreros cuando él, a lo largo de su trayectoria como matador de toros los ha matado de todas las clases y colores, predominantemente grandes y muchos de ganaderías duras. Pero eso ahora se le ha olvidado a Curro y eso que no hace tantos años que se retiró.

     En cuanto a mi nuevo post, quería hacer una reflexión sobre un tema del que se ha hablado mucho estos días. El pasado viernes 27 de julio, Iván Fandiño estoqueaba en solitario seis toros de distintas ganaderías (Alcurrucén, Fuente Ymbro y Adolfo Martín) en la plaza de toros de Valencia. La razón por la que el torero de Orduña se quedaba sólo en el cartel era porque el compañero que estaba anunciado con él, Javier Castaño, se encontraba convaleciente de una cornada que el domingo anterior le propinaba en la espalda un toro de José Escolar en Mont de Marsán. Castaño, pese a sus esfuerzos por estar en Valencia no pudo llegar a la cita y reaparecería en Santander el sábado 28 de julio, un día después de la encerrona de Fandiño por su ausencia. La decisión de Iván Fandiño de quedarse sólo con los seis toros ha sido alabada por unos y criticada por otros. El sector pelota y recalcitrante de la prensa, que lo hay y mucho, ha elogiado y calificado de gesta la decisión y el arrojo del torero de Orduña al no permitir que ningún compañero entrara en el cartel esa tarde y en consecuencia asumiera él sólo la lidia y muerte de los seis toros reseñados. A todo el que piensa de esta manera le muestro mis más sentidos respetos aunque no comparta sus opiniones para nada. No seré yo quien le quite a Iván ni un pelo de su mérito ni infravalore su actuación, pero no comparto para nada su actitud egoísta al no permitir que una vez que Javier Castaño se cayera del cartel entrara otro u otros compañeros en su lugar. Yo tenía intención de desplazarme esa tarde a Valencia a ver el mano a mano, puesto que son dos toreros tremendamente interesantes, en especial, para mí, Javier Castaño. Al enterarme de que este último al final se caía del cartel, esperé paciente a saber cuál o cuáles serían los que completarían el cartel. Cual fue mi sorpresa y decepción cuando leí en un portal taurino que Fandiño se quedaba sólo ante los seis toros porque así lo había asumido y no había permitido que ningún otro compañero le acompañase esa tarde. Muy mal Iván. Muy mal. En ese cartel podrían haber estado otros toreros del corte de Castaño que sin ser tan buenos como él, le habrían dado un cierto atractivo a la tarde. Fernando Robleño, Alberto Aguilar, Sergio Aguilar, Juan del Álamo..., y si me apuras hasta Jiménez Fortes, que está siendo la revelación de la temporada. Pero Iván y su apoderado no lo permitieron. El egoísmo les cegó y ellos se lo guisaron y se lo comieron. Automáticamente me enfadé y le dije a mi buen amigo Alberto, con el que iba a ir a ver el mano a mano, que no contara conmigo. Me había cabreado sobremanera la actitud de Iván y de Nestor, su apoderado. Es más, le dije que aquello no iba a salir bien y que mucha gente devolvería la entrada. Efectivamente, al acabar la corrida y ver la reseña del festejo, pude comprobar que sólo había habido un cuarto de entrada para ver la corrida. A todo esto, sigo cabreado con Fandiño. No se puede uno quejar de que las figuras no te hacen ni caso y de que no quieren torear contigo y luego hacerle tú lo mismo a otros toreros que están en peor situación que tú. No Iván. Así no. El toreo es grandeza y compañerismo y si se rompe un mano a mano por ausencia de un compañero, no tiene sentido quedarte tú solo en el cartel, ya que la gente no quiere ver eso. Si se rompe un mano a mano lo suyo es hacer otro o poner una terna en el cartel. Me consta que el gesto de Fandiño ha sentado muy mal en muchos compañeros de escalafón y que a partir de ese día no le ven con los mismos ojos. Eso sin contar con algunos daños colaterales que la decisión de Iván trajo consigo, como por ejemplo que Alberto Aguilar decidiera un día después romper con su apoderado Simón Casas que casualmente es uno de los empresarios de la plaza de toros de Valencia. Nadie entiende cómo Simón no se puso en el papel de apoderado y empresario y a pesar de la negativa de Fandiño a compartir obligara al torero de Orduña a que por lo menos hubiera entrado su torero. Ni siquiera el propio Alberto se lo pudo explicar. La solución: romper con Simón. Normalísimo. Seguro que ahora con José Antonio Campuzano, su nuevo apoderado, va a torear más. O por lo menos va a tener a alguien que se rompa el pecho por él. Como digo, no voy a quitar un ápice del mérito de Iván Fandiño el pasado día 27, donde por cierto salió por la puerta grande tras cortar una oreja en el quinto y otra en el sexto pero sí quiero criticar su para mí errónea decisión de no aceptar a compañeros en el cartel. No tengo ninguna duda de que mi enfado con Iván se me pasará pronto y de que voy a seguir viéndole y admirándole como hasta ahora pero lo mejor que se puede hacer siempre es predicar con el ejemplo y él no lo hizo el otro día en Valencia. Espero que te hayas dado cuenta porque si no se te pueden cerrar muchas puertas que sólo tú con tu capote, muleta y espada has abierto, algunas de ellas tirándolas abajo de una patada gracias a tu entrega, valor, compromiso y toreo del bueno.

         

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