Antes de adentrarme en la temática de mi nuevo post, quería añadir un apunte más sobre el que hace unos días escribí sobre Curro Vázquez y su cambio de actitud en los últimos años desde que es apoderado. Y es que aún me sorprende todavía más si cabe la nueva actitud de defensa a ultranza del toro pequeño y mal presentado para sus toreros cuando él, a lo largo de su trayectoria como matador de toros los ha matado de todas las clases y colores, predominantemente grandes y muchos de ganaderías duras. Pero eso ahora se le ha olvidado a Curro y eso que no hace tantos años que se retiró.
En cuanto a mi nuevo post, quería hacer una reflexión sobre un tema del
que se ha hablado mucho estos días. El pasado viernes 27 de julio, Iván
Fandiño estoqueaba en solitario seis toros de distintas ganaderías
(Alcurrucén, Fuente Ymbro y Adolfo Martín) en la plaza de toros de
Valencia. La razón por la que el torero de Orduña se quedaba sólo en el
cartel era porque el compañero que estaba anunciado con él, Javier
Castaño, se encontraba convaleciente de una cornada que el domingo
anterior le propinaba en la espalda un toro de José Escolar en Mont de
Marsán. Castaño, pese a sus esfuerzos por estar en Valencia no pudo
llegar a la cita y reaparecería en Santander el sábado 28 de julio, un
día después de la encerrona de Fandiño por su ausencia. La decisión de
Iván Fandiño de quedarse sólo con los seis toros ha sido alabada por
unos y criticada por otros. El sector pelota y recalcitrante de la
prensa, que lo hay y mucho, ha elogiado y calificado de gesta la
decisión y el arrojo del torero de Orduña al no permitir que ningún
compañero entrara en el cartel esa tarde y en consecuencia asumiera él
sólo la lidia y muerte de los seis toros reseñados. A todo el que piensa
de esta manera le muestro mis más sentidos respetos aunque no comparta
sus opiniones para nada. No seré yo quien le quite a Iván ni un pelo de
su mérito ni infravalore su actuación, pero no comparto para nada su
actitud egoísta al no permitir que una vez que Javier Castaño se cayera
del cartel entrara otro u otros compañeros en su lugar. Yo tenía
intención de desplazarme esa tarde a Valencia a ver el mano a mano,
puesto que son dos toreros tremendamente interesantes, en especial, para
mí, Javier Castaño. Al enterarme de que este último al final se caía
del cartel, esperé paciente a saber cuál o cuáles serían los que
completarían el cartel. Cual fue mi sorpresa y decepción cuando leí en
un portal taurino que Fandiño se quedaba sólo ante los seis toros porque
así lo había asumido y no había permitido que ningún otro compañero le
acompañase esa tarde. Muy mal Iván. Muy mal. En ese cartel podrían haber
estado otros toreros del corte de Castaño que sin ser tan buenos como
él, le habrían dado un cierto atractivo a la tarde. Fernando Robleño,
Alberto Aguilar, Sergio Aguilar, Juan del Álamo..., y si me apuras hasta
Jiménez Fortes, que está siendo la revelación de la temporada. Pero
Iván y su apoderado no lo permitieron. El egoísmo les cegó y ellos se lo
guisaron y se lo comieron. Automáticamente me enfadé y le dije a mi
buen amigo Alberto, con el que iba a ir a ver el mano a mano, que no
contara conmigo. Me había cabreado sobremanera la actitud de Iván y de
Nestor, su apoderado. Es más, le dije que aquello no iba a salir bien y
que mucha gente devolvería la entrada. Efectivamente, al acabar la
corrida y ver la reseña del festejo, pude comprobar que sólo había
habido un cuarto de entrada para ver la corrida. A todo esto, sigo
cabreado con Fandiño. No se puede uno quejar de que las figuras no te
hacen ni caso y de que no quieren torear contigo y luego hacerle tú lo
mismo a otros toreros que están en peor situación que tú. No Iván. Así
no. El toreo es grandeza y compañerismo y si se rompe un mano a mano por
ausencia de un compañero, no tiene sentido quedarte tú solo en el
cartel, ya que la gente no quiere ver eso. Si se rompe un mano a mano lo
suyo es hacer otro o poner una terna en el cartel. Me consta que el
gesto de Fandiño ha sentado muy mal en muchos compañeros de escalafón y
que a partir de ese día no le ven con los mismos ojos. Eso sin contar
con algunos daños colaterales que la decisión de Iván trajo consigo,
como por ejemplo que Alberto Aguilar decidiera un día después romper con
su apoderado Simón Casas que casualmente es uno de los empresarios de
la plaza de toros de Valencia. Nadie entiende cómo Simón no se puso en
el papel de apoderado y empresario y a pesar de la negativa de Fandiño a
compartir obligara al torero de Orduña a que por lo menos hubiera
entrado su torero. Ni siquiera el propio Alberto se lo pudo explicar. La
solución: romper con Simón. Normalísimo. Seguro que ahora con José
Antonio Campuzano, su nuevo apoderado, va a torear más. O por lo menos
va a tener a alguien que se rompa el pecho por él. Como digo, no voy a
quitar un ápice del mérito de Iván Fandiño el pasado día 27, donde por
cierto salió por la puerta grande tras cortar una oreja en el quinto y
otra en el sexto pero sí quiero criticar su para mí errónea decisión de
no aceptar a compañeros en el cartel. No tengo ninguna duda de que mi
enfado con Iván se me pasará pronto y de que voy a seguir viéndole y
admirándole como hasta ahora pero lo mejor que se puede hacer siempre es
predicar con el ejemplo y él no lo hizo el otro día en Valencia. Espero
que te hayas dado cuenta porque si no se te pueden cerrar muchas
puertas que sólo tú con tu capote, muleta y espada has abierto,
algunas de ellas tirándolas abajo de una patada gracias a tu entrega, valor, compromiso y toreo del bueno.
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