domingo, 19 de agosto de 2012

Así no puede ser...


Como todos los años por estas fechas, varias localidades próximas a mi pueblo organizan festejos taurinos en el marco de sus tradicionales fiestas patronales. En concreto, hay varios pueblos que ofrecen espectáculos con cierto interés para el aficionado, tal es el caso de Tarazona de La Mancha, Iniesta, Villarrobledo o Motilla del Palancar por citar los de más importancia. Ni que decir tiene que el ganado que se lidia en estas plazas, catalogadas como de tercera categoría, da pena. Y si no pena, al menos un poquito de lástima. Los toreros, en ocasiones figuras que se prestan a venir a estos pueblos de la Mancha, se enfrentan a novillitos con poca cara y carnes justas. Lógico. No van a venir a un pueblo a exponerse a nada, aunque dicho sea de paso, cualquier toro bravo por muy terciadito y pequeño que sea te puede ocasionar un disgusto muy serio. La historia del toreo y sus tragedias están llenas de desgracias con toros de los denominados “cómodos” para el torero. Pues bien. Esos toreros, en muchos casos considerados figuras, vienen por estas tierras no sin cobrar el caché que suelen tener fijado para plazas de tercera -que suele ser bastante alto dicho sea de paso-. La consecuencia de todo ello es que para que al empresario le cuadren las cuentas y le quede algo de ganancia, tiene que poner unos precios en las entradas que yo considero abusivos y desorbitados en muchos casos. Y eso si logra sacar lo suficiente como para liquidar al ganadero y a los toreros, que la mayoría de las veces no sacan ni para eso, con lo que tienen que endeudarse y dejar a deber a aquellos que ha contratado, sobretodo a los ganaderos. Estos días me he llevado una más de las muchas desilusiones y disgustos que me provoca nuestra fiesta de los toros. En mi agenda tenía varias citas taurinas a las que quería asistir para pasar un buen rato y salir de la monotonía del día a día. Se de sobra que no iba a ver nada del otro mundo, pero mi afición es tan grande que estaba dispuesto a tragarme lo que fuera por ver toros, aunque estos no me resultaran gran cosa en cuanto a presentación. Pues bien, en ello estaba cuando me entero de los precios de las entradas de varios de estos festejos. Intolerables. En Tarazona de la Mancha por ejemplo, que celebra una corrida mixta el sábado 25 de agosto con toreros de la tierra y una normal con Javier Conde, Miguel Angel Perera y Cayetano el domingo 26, los precios oscilan a partir de los 36 euros que cuesta la entrada más barata. En Villarrobledo tres cuartos de lo mismo, así como en Iniesta y en casi todos los festejos de los pueblos de por aquí. Solución: no ir. Los empresarios no se dan cuenta que la gente no puede gastarse hoy en día esa cantidad de dinero por ver un espectáculo que en Madrid o en el mismo Albacete vale la mitad. Sí, está claro que estas dos son plazas de mucha más capacidad pero ni por eso están justificados esos precios. Es lamentable que en los tiempos que corren, donde la Tauromaquia está más amenazada que nunca, todavía haya señores a los que les importa un pito la situación y pretendan forrarse a costa de cuatro tontos. Porque los que vamos a los toros somos cuatro tontos, que somos los que pasamos por taquilla. Luego te enteras de que el empresario ha repartido quinientas o seiscientas entradas gratuitas a quien le ha dado la gana y observas el manoneo y la chavacanería tan característica que hay en los callejones de las plazas de los pueblos. Y en esto incluyo también a muchos periodistas que no van precisamente a trabajar, que se sueltan sus pelos tan repeinados en los programas que presentan y que jalean con aspavientos las faenas de los toreros a los que le sirven el peloteo en bandeja y la crítica descafeinada y barata. A mí, particularmente, estas situaciones me producen náuseas. Total, que si en la plaza hay dos mil personas, al menos la mitad están por la cara, y eso no es justo. Claro, los toros se ven muy bien sin pagar, y se defienden con la boca pequeña cuando no te has rascado el bolsillo para ver una corrida de toros en tal o cual pueblo. Eso para mí es hipocresía y de la buena. Señores, nos estamos cargando la fiesta. Mejor dicho, se la están cargando. Y no son los políticos nacionalistas ni aquellos a los que le da alergia todo lo que tenga que ver con la derecha o con España. No. Son los mismos taurinos recalcitrantes los que se la están cargando. Son los empresarios que se aprovechan de la afición de las personas a los toros y de la generosidad de los habitantes de los pueblos en sus fiestas patronales los que quieren hacer el “agosto” en agosto, nunca mejor dicho. Esto es el colmo. Por lo pronto, me conformaré con ir el 24 de agosto a la plaza de mi pueblo a ver a Indalecio Sahuquillo “El Castellano III”, novillero sin caballos casasimarreño que debuta de luces y al que tengo mucho interés en volver a ver. Al menos sé que no me van a engañar con las entradas y tengo la garantía de que veré un espectáculo sin trampa ni cartón, desnudo, verdadero. A Indalecio llevo dos años sin verlo, desde el día que debutó en mi pueblo como becerrista. Aquel día me gustaron sus maneras y en este tiempo me han seguido hablando muy bien de él. Estoy seguro de que no me decepcionará. Los atracos en las corridas de los pueblos vecinos podrán esperar. Además, no creo que se me eche mucho de menos. Iré a Cuenca, a Albacete, incluso a Madrid en otoño, plazas donde salvo muy contadas excepciones se ven espectáculos serios y económicamente baratos, aptos para cualquier bolsillo. Me sigue sin entrar en la cabeza cómo los que dirigen el timón del mundo de los toros no se dan cuenta que la salvación pasa por abaratar los precios de las entradas para que la gente vaya a los toros, porque no hay mejor publicidad para nuestra fiesta que ver una plaza llena y no el deprimente cemento vacío que tanto abunda hoy en día en las plazas de toros. Si en los pueblos no se pueden traer figuras no se traen. Y punto. Si es necesario contratar a toreros más baratos de mitad del escalafón se contratan. Así ha sido siempre. No nos olvidemos que lo importante aquí es el toro, no tanto el torero y si hay que gastar es preferible hacerlo en el toro, que es la fuente auténtica de emoción en nuestra fiesta. Siempre será más fácil que nos engañen con las figuras que con el toro íntegro.

1 comentario:

  1. me a encantado el articulo llevas muchisima razon en todo lo dicho, espero que estas cosas cambien algun dia...

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