miércoles, 17 de febrero de 2016

Beneficencia 4.0

Leo en varios medios de comunicación que el cartel de la corrida extraordinaria de Beneficencia de Madrid ya está hecho. Muy mal. Pero mal no sólo este año, sino todos los que se lleva anunciando este cartel cuando la temporada aún no ha echado a andar. Beneficencia fue siempre una final. Una final entre los toreros que habían triunfado en el San Isidro de ese año. Y además, con la ganadería en mejor forma de esa temporada. Ahí estaba el aliciente. La sorpresa. El agradable hecho de ver en algunos casos cómo algún torero que al inicio de temporada estaba tieso como una regla ahora entraba por méritos propios en el mejor cartel del año. El más cotizado. Durante mi infancia y primera juventud tuve la suerte de vivir esa tarde en múltiples ocasiones con la expectación de una final entre los mejores toreros del mayo isidril. Aquello era otra cosa. Allí había competencia. Por si era poco, además se retransmitía la corrida en abierto por Televisión Española. Era todo un acontecimiento a nivel taurino y social. En mi retina permanece indeleble aquel mano a mano mítico entre Ortega Cano y César Rincón con toros de Samuel Flores en 1991. La del 93 con Joselito como único espada con distintas ganaderías. O la del 99 con Pablo Hermoso de Mendoza, César Rincón, José Tomás y Miguel Abellán con toros de El Pilar. Recuerdo con la ilusión que me sentaba a ver aquellas corridas. Había algo en juego: la supremacía entre los toreros más destacados. El puñetazo en la mesa. El salir disparado de allí como figura del toreo indiscutible, si es que alguno de ellos no lo era ya. Ahora todo eso ha cambiado. Ahora se mete Beneficencia en medio del abono y lo que pase después de ella ya no importa. Beneficencia siempre debió de ir al final de la feria. Repito: como la final que siempre ha sido. De unos años a esta parte hemos asistido a beneficencias insulsas y sin sentido entre las figuras de turno. Algunos años además, en ese cartel han participado figuras que habían pegado auténticos petardos en sus anteriores comparecencias en Madrid. Vamos, un sin sentido. Aunque no esté de acuerdo con que ya se sepa el cartel de la edición de 2016, al menos he de decir que tiene mucho más sentido que el de otros años. Están el triunfador del San Isidro 2015 y uno de los toreros revelación de la pasada temporada. Bien. Aun así, yo no habría cerrado tan pronto el cartel. Y menos lo había dejado en un mano a mano. Ese tercer puesto que queda lo habría dejado libre a expensas de lo que pase en San Isidro 2016. Y evidentemente habría puesto el cartel al final del serial. Quién sabe: puede haber otro u otros toreros que peguen un zambombazo fuerte durante la feria y merezcan entrar en Beneficencia. Incluso un cartel con cuatro toreros al estilo Méjico no habría desentonado siempre y cuando tuviera razón de ser. Puestos a soñar, en dicho cartel pondría a la ganadería que mejor juego hubiera dado en la feria. Sé que no hay toros en el campo y que muchas divisas sólo disponen de una única corrida para Madrid, cuanto ni menos para venir dos tardes. No obstante, las hay -pocas pero las hay- que no tendrían problemas para traer otra corrida, avaladas por su gran juego en una primera comparecencia. No voy a hablar de pliegos ni de exigencias de la Comunidad de Madrid con respecto a la corrida de Beneficencia. No me importa. Aquí entre todos se han cargado una fecha que siempre ha sido santo y seña de la temporada taurina. La sensibilidad con respecto a la corrida de Beneficencia se ha ido perdiendo hasta que se ha quedado reducida a la nada. Tampoco voy a hablar del carácter “benéfico” que siempre tuvo esta corrida. Eso es harina de otro costal y tampoco me importa. Sólo diré que de unos años para acá, el que la torea sale bien huntado. Demasiado bien, diría yo. ¿Merecido? Por supuesto. Esos tíos se juegan la vida. Nada que objetar. ¿La solidaridad? Ahí ya sí que me pierdo...

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