A
ver cómo te explico esto amigo. He pensado hacerlo en modo cuento para
niños, no con la intención de infravalorarte ni menospreciar tu
capacidad de entendimiento, Dios me libre. Decido hacerlo así porque lo
que he de contarte
es más propio de un cuento fantástico que de la realidad taurina que
nos rodea, -inexistente por cierto-. Me santiguo. Que Dios reparta
suerte. Vamos allá...
Erase una vez un grupo de toreros que estaban en desacuerdo
con todos los taurinos y con todo lo que rodeaba al mundo del toro.
Ellos, tan amigos todos y comandados por una cabeza bien visible que en
ese momento -y ahora también-
se creía el dueño de esta Fiesta, decidieron crear un grupo unido
(jamás será vencido), al que tuvieron por gusto llamarle el G10. Durante
el invierno de 2011 prepararon su estrategia de cara a la temporada del
año siguiente. Todo iba a salir a la perfección.
Entre otras cosas, -algunas positivas-, reivindicaban su derecho a
negociar el destino de los dineros provenientes de su imagen en
televisión. Con una agencia deportiva de asesoramiento integral en
derechos de marketing, se montó todo un entramado para conseguir
su fin tan ansiado. Pero aquello fracasó. Y lo hizo estrepitosamente.
Varios de aquellos toreros se quedaron fuera de muchas ferias de
relevancia (Valencia, Sevilla y Madrid) y de otros las empresas
directamente pasaron olímpicamente. Todo por defender su
postura. La mayoría de ellos, viendo la estocada en todo lo alto que se
les venía encima decidieron abandonar el barco. Poco a poco. Con
temple. Uno a uno. Sólo quedó el cerebro de la operación. Pero no se
rindió. Su casta torera se lo impedía. Como en una
película de suspense, fue tramando poco a poco un plan que vengara el
fracaso de su proyecto anterior y puso su punto de mira en los taurinos
que a parte de ser apoderados son también empresarios. Ellos tenían la
culpa de todo y había que aniquilarlos. Así,
la cabeza pensante fue invitando cortésmente uno a uno a aquellos
amigos del antiguo grupo especial que no tenían apoderado independiente
para que en un breve espacio de tiempo lo tuvieran. La unión haría “su”
fuerza. Y los resultados no se han hecho esperar.
Pero esto no es todo amigo. Ese grupo de toreros independientes
pretende ir más allá. Precisamente con la escusa de su independencia y
de su “tirón” en la taquilla -tirón relativo por cierto- quieren imponer
una serie de cosas que hagan de la Tauromaquia su
cortijo particular. Según mis informaciones, este grupo pretende
oficializar la etiqueta “el toro debajo del brazo” en una serie de
carteles mano a mano donde ellos van a actuar. Se de buena tinta que
esto ya se hace en muchas corridas donde torean las figuras,
pero al menos hasta este momento se hacía semi bajo manga. Ahora se
quiere hacer “legalmente” y a la vista de todos. Vamos que poco menos
que quieren llevar un carro enganchado a la furgoneta con los toros que
van a lidiar determinadas tardes si no todas.
Se pretende por otra parte también una modificación del reglamento
taurino que permita que un torero novel de su predilección abra cartel.
Eso de matar primero y cuarto no le gusta a más de uno y otros que por
antigüedad ya se acercan a ello quieren allanarse
el camino por si las moscas. Con el precedente reciente del lío por la
apertura de cartel del festival de Sevilla del 12 de octubre pasado
sinceramente no creo que los aficionados permitan tal capricho. A lo
mejor los políticos sí. Pero los buenos cuentos
tienen intriga y este lo tiene. Tápate con la sábana hasta la cabeza
que aquí viene el terror de verdad: se quiere quitar la primera fila de
las tablas del callejón de Las Ventas para que el toro parezca más
grande y en consecuencia bajar así el trapío del
toro de Madrid. No se si te lo he explicado bien. Vamos, que se quiere
bajar a toda costa el volumen y la seriedad del toro y disimularlo con
la eliminación de la primera fila de tablas del callejón. ¿Qué te
parece? Inquietante ¿no? Pero el escarnio no termina
ahí. Supuestamente se quiere borrar del mapa al periodista taurino de
Canal Plus Manuel Molés por culpa de sus comentarios “hirientes” y poco
propicios hacía algunos toreros de la cumbre y sustituirlo por uno del
gusto y predilección de los que “llenan” las
plazas y mandan en esto. Al parecer, el año pasado dos toreros
importantes fueron a Canal Plus a pedir su cabeza y eso que dicho
periodista nunca ha sido duro en sus valoraciones con las supuestas
figuras del toreo. Creerme si os digo que aún hay algunos comunicadores
y colaboradores mucho más condescendientes que el señor Molés. Todos
los cuentos tienen un final y este no sabemos cómo acabará. Lo mismo
hasta incluso acaban todos juntos siendo felices y comiendo perdices.
Chicha para el banquete la hay y mucha. Reconozco
que más que un cuento esto parece un chiste. O un cuento para no
dormir. Incluso un cuento chino...
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