Con
la polémica ruptura de hace unos días entre Matilla y Talavante, se ha puesto
sobre la mesa el tema del dinero de los toreros. Y en los portales taurinos y
en las redes sociales se ha hecho un mundo sobre ello. Todo el mundo se ha
escandalizado y ha sacado el látigo para arrearle a uno u a otro según sus
simpatías y preferencias personales. Y de ahí se ha pasado al que si las
figuras ganan demasiado, que si exigen mucho, al tema de los controvertidos
cachés, al que si hay apoderados que se aprovechan de sus toreros y ganan tanto
o más que ellos sin prácticamente exponer nada, etc... Diatribas y
disquisiciones varias que tienen enfrentados estos días al mundo del toro.
Yo
lo tengo muy claro. Siempre lo he tenido. Y lo he tenido porque, aunque a veces
me cueste, me gusta aplicar el sentido común en todo lo que pienso y hago. Y en
este tema no iba a ser menos. Y es que si partimos de la premisa de que la
única fuente de ingresos que tienen los festejos taurinos es la taquilla y la
televisión -esta última en muy contadas ferias-, no es muy difícil aplicar la
lógica y darle una solución eficaz a todo este lío de los dineros.
Vuelvo
a repetir que ser torero y jugarte la vida cada tarde nunca estará lo
suficientemente bien pagado. Pero la realidad dice que todo en la vida tiene un
precio. Incluso el ser torero y torear. Y es por ello que siempre he pensado
que los integrantes de un espectáculo taurino, principalmente toreros y
ganadero, deberían ganar según lo que generen en taquilla. Es más. Yo
particularmente lo haría tarde por tarde. Independiente. Un día. Un cartel.
Tantos toreros. Un ganadero. Un empresario. Tanto dinero en taquilla al acabar
la corrida. ¿Hay televisión? Sí. Mejor. Más dinero a repartir según audiencia
de la corrida. ¿Que no hay televisión? Peor. Menos dinero a repartir.
Únicamente la taquilla. Y con todo ello, un reparto equitativo donde todos
ganen si aquello salió bien o todos pierdan si aquello queda como Cagancho en
Almagro. Y como decían los toreros antiguos, el último duro para el empresario,
porque si este no toca el billete otra vez va a organizar festejos Rita la
cantaora. Simple. Fácil. Quizá demasiado fácil para que sea puesto en práctica.
Porque ya saben que lo que realmente nos gusta a las personas es complicarnos
la vida.
Un
torero o un ganadero deberían ganar según lo que generen en taquilla y en el
caso de que la hubiera, en la televisión. Pero sobre todo en lo que generen en
taquilla. Y aunque parece algo imposible, eso ya se ha hecho. Figuras de otras
épocas anteriores a la actual han ido a tal o cual pueblo y han cobrado según
la taquilla que han generado. Si algunos de esos toreros hablaran...
Y
en el trasfondo del asunto, otro aspecto a tener en cuenta y que no vendría
nada mal: el precio de la entrada a los toros debería ser según la calidad del
cartel que se ofrece. Y es que con todos los respetos a todos los toreros y
ganaderos, hay carteles mejores y carteles peores. Carteles de muy alta calidad
y carteles de relleno, por supuesto en base al momento que estén atravesando
los anunciados. Eso de los precios únicos para todos los festejos debería pasar
a la historia. Que el aficionado que quiera ver un cartel caro y de postín que
pague lo que realmente vale ese espectáculo. Y en esos carteles de producción
más barata que también se vea reflejado el bajo coste en el precio de las
entradas.
Parece
muy fácil pero no lo es. Te aseguro que no lo es. Y no lo es porque dar un
espectáculo taurino hoy en día es poco menos que una odisea, principalmente por
la burocracia que conlleva y la excesiva cantidad de dinero que hay que pagar
en concepto de impuestos al Estado. Pero contra eso es difícil luchar y más si
los que dirigen el país no sienten un especial afecto hacia la Fiesta Nacional.
Por tanto, tan sólo nos queda actuar y poner remedio donde sí podemos ponerlo.
Y se puede. Claro que se puede. Miremos por el bien de este espectáculo y sobre
todo por su perdurabilidad. Creo sinceramente que no es tan difícil.
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