miércoles, 24 de enero de 2018

En tierra de nadie

Me llama poderosamente la atención el momento tan difícil por el que atraviesan algunas ganaderías que en otras épocas han estado en todas las ferias más importantes de nuestro país. Se han diluido. La afición las ha diluido. Los extremos las han diluido. Porque lo queramos o no, el momento de extremos por el que atraviesa nuestra sociedad actual también se ha trasladado al mundo taurino.

Hay demasiadas ganaderías que se han quedado en tierra de nadie cuando otrora fueron pilares básicos de cualquier feria. ¿El porqué? Muy sencillo: no encajan en ninguno de los polos supuestamente opuestos en los que hoy en día el aficionado divide a la fiesta de los toros. ¿Que de qué polos estoy hablando? Muy sencillo también: el torismo y el torerismo. Porque lo queramos o no, la mayoría de los aficionados ve hoy en día dos fiestas muy diferenciadas: torismo y torerismo. Torerismo y torismo. Y aunque si bien es cierto estamos una buena tropa que no distinguimos una de la otra y que nos asomamos a este balcón sin prejuicio alguno con la única intención de emocionarnos o no independientemente de la ganadería o el torero que esté en la arena, la norma general entre el aficionado es que o se es de un bando o de otro. Esos extremos a los que antes hice alusión son precisamente estos. Y esos extremos son los que se han llevado por delante a tantas ganaderías importantes.
Esas ganaderías de las que ya casi no se acuerda nadie no se encuadran en ninguno de esos dos extremos que rigen la Fiesta hoy en día. Muchas de esas ganaderías han sido literalmente borradas del panorama taurino precisamente porque no se encuadran ni en el torismo ni en el torerismo. Porque su toro no es tan fiero ni encastado como los de las ganaderías consideradas duras o toristas. Porque su toro no es tan enclasado y noble como el de las ganaderías del gusto de las figuras. Y en el fondo de todo la bravura; ese concepto que casi nadie conoce y muchos menos saben definir. Porque en medio de un extremo y otro debe estar la bravura, y no lo está por pura ignorancia. Jamás el desconocimiento de un concepto tan importante ha hecho tanto daño: el daño de la casi desaparición de grandes ganaderías.
No citaré encastes ni ganaderías porque estoy seguro de que en estos momentos tú estarás pensando en las tuyas. Dios me guarde de desviar tu pensamiento. Lo mejor de todo es que esto es evitable. Nadie debería tener en su cabeza una lista de vacadas que se han ido al limbo. Que viven en el más completo ostracismo. Y el camino debería ser renegar de las etiquetas. Ver este grandioso espectáculo sin ningún tipo de cortapisa. Que los propios taurinos produjeran y ejecutaran un espectáculo no encasillado en ningún extremo. Y que el aficionado lo contemple sin ninguna regla matemática por muy simple que esta sea. Con amplitud de miras. Con sus dos ojos bien abiertos. Con las emociones puestas al servicio del mejor espectáculo de cuantos existen. Y es que no estamos para perder más de lo que ya hemos perdido.




No hay comentarios:

Publicar un comentario