jueves, 29 de octubre de 2015

No vendan humo

A lo largo de esta temporada que acaba de finalizar se han montado varios escándalos por parte de cierto sector de la prensa taurina y de la afición por el hecho de que determinados Presidentes no han concedido la segunda oreja a ciertos toreros que, casualmente, son figuras del toreo. Dichos sectores han puesto el grito en el cielo poco menos que culpando a esos Presidentes del fin de la Fiesta. “Es que no estamos para ir robando orejas”, “la Fiesta no está para ponernos tan rigurosos”, “con esta actitud se echa a la gente de las plazas” o “la Fiesta en estos momentos necesita más triunfalismo y menos rigurosidad”, son algunos de los argumentos que se han ido esgrimiendo cada vez que desde un palco se negaba la segunda oreja pedida por la mayoría de la plaza. Se me vienen a la cabeza los casos de El Juli en Bilbao y el de Alejandro Talavante en la recién concluida Feria de Zaragoza. En primer lugar, es bueno recordar que según el Reglamento Taurino, la concesión de la segunda oreja es potestad del Presidente. Que sí, que éste debe de tener en cuenta muchos factores como por ejemplo la petición del público, pero en este caso, a diferencia de la concesión de la primera oreja, la petición mayoritaria y enfervorecida del público no es determinante. Si un Presidente no concede la segunda oreja sus motivos tendrá. ¿Que se puede equivocar? Por supuesto. Pero él es quien tiene la máxima autoridad y como tal tiene el poder y la obligación de decidir. Como digo, se pueden equivocar y se equivocan, pero en absoluto son ellos los culpables de la decadencia de la Fiesta. Es amoral e indigno señalar a un Presidente como el causante de todos los males de la Fiesta cuando no le concede la segunda oreja a la figura de turno. Y el caso es si cabe más flagrante porque cuando esa segunda oreja no concedida es a un torero de segunda fila no se arma tanto revuelo ni se demoniza en exceso a los Presidentes. ¿Cómo es eso entonces? ¿Cuando se lo hacen a una figura del toreo sí y cuando se lo hacen a un modesto no? Me lo expliquen por favor. El doble rasero, que diría aquel. Por tanto, no vendan humo señores. No tiren piedras contra nuestro propio tejado. Los Presidentes rigurosos no van a acabar con la Fiesta. Ellos no son los culpables de que a esto vaya por mal camino. Tranquilos: la Fiesta no se va a extinguir. Ya en su día algún que otro Papa y algún que otro Rey la prohibieron y el pueblo llano la volvió a resucitar. Si señora Carmena: ese pueblo llano y obrero, de ideología progresista y comunista mayoritariamente, los cuales han sido los auténticos salvadores de la Fiesta Nacional, no esa derecha que tanto odia y a la que responsabiliza de la continuidad de un espectáculo tan culto como el de los toros. No me quiero desviar del tema. Perdón. Como digo, la Fiesta no se va a acabar porque un Presidente no le conceda la segunda oreja a una figura del toreo. La Fiesta acabará cuando no vaya gente a las plazas. Con esto no minimizo la responsabilidad que tienen los Presidentes cuando por la mañana en los corrales aprueban una corrida indigna para una determinada plaza -como ha pasado precisamente en Zaragoza estos días con alguna que otra corrida-. Aún así también habría que preguntarse quién o quienes son los culpables de estas cosas. Las presiones y los chantajes por parte de los apoderados y las empresas hacen que los Presidentes sean a veces marionetas al servicio de los interesados. Pero de todos es sabido que los presidentes por las mañanas están atados de pies y manos si esa tarde quienes torean son las máximas figuras del toreo. Los ganaderos también. Así esta esto. Así seguirá. No obstante, repito: tranquilos. Esto no se va acabar. Ni por culpa de un Presidente ni por culpa de un apoderado o empresario corrupto. No mientras quede una sola persona en el mundo capaz de ponerse delante de un toro y otra capaz de presenciar esa lucha heroica y única.

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