martes, 21 de abril de 2015

El miedo a Las Ventas...

Es algo que no entiendo, que me cuesta comprender. Todos los años, cuando salen los carteles de la Feria de San Isidro, siempre me faltan varios novilleros punteros en el serial. ¿La explicación por parte de la empresa? Pues siempre la misma: esos novilleros en cuestión no han querido venir porque según sus apoderados es demasiado pronto para ello. Este año en concreto no van a actuar en San Isidro los probablemente tres novilleros con más expectación a día de hoy que hay en el escalafón, a saber, Álvaro Lorenzo, Varea y Ginés Marín. Llegados a este punto, yo me pregunto varias cosas: ¿cuándo se supone que un novillero está preparado para ir a Madrid? ¿Acaso Lorenzo, Varea y Marín no lo están? ¿Por qué se empeñan algunos apoderados, que, casualmente llevan o han llevado a grandes figuras del toreo, en cuidar tanto a determinados novilleros? ¿No se dan cuenta de que por Madrid pasa todo, de que Madrid es la plaza que más da y que ya quita poco? ¿No entienden que Madrid es la plaza que puede poner en figura a un novillero e incluso que este puede salir disparado con un buen triunfo allí hacia una alternativa de relumbrón con las principales figuras del toreo actual? ¿En serio no ven que actuar en Madrid tiene más pros que contras? Sinceramente no lo entiendo. Y no me vale eso de que es pronto y de que el novillero en cuestión no está preparado para ir a Madrid. En el caso concreto de estos tres novilleros que he citado, no tengo ninguna duda de que están más que preparados para ir a San Isidro. Incluso más que otros que sí que están anunciados. Pero claro, ahí ya entra la valentía de los apoderados, y algunos de ellos son bastante cautos y miedosos. También es cierto que tanto Lorenzo como Varea y Marín van a matar un buen puñado de novilladas este año sin necesidad de tener que reivindicarse en Madrid, cosa que otros no van a hacer ya que sus apoderados no tienen tanto poder. Porque al final todo se resume en lo mismo: según el apoderado que tengas así va a ir tu carrera. Y no es el mismo caso el de un chaval que tiene que jugarse su futuro a una sola carta en Madrid para poder entrar en otras ferias, que aquel que ya ha entrado en casi todas por el poder de sus apoderados y los consabidos cambios de cromos que tanto se estilan en el mundillo taurino. Una pena. Una pena porque estos tres novilleros interesan al aficionado y este quería verlos en Madrid. Sinceramente creo que con esa estrategia de cuidar tanto a ciertos novilleros lo que se está haciendo es perjudicarles. Un chaval no puede ir tan cómodo por la sencilla razón de que este mundo es duro y cuanto antes vean esa dureza mejor. ¿Que van a Madrid y pegan un petardo? Pues no pasa nada. Esas cosas siempre han ocurrido. Es más: es preferible estar mal en Madrid de novillero que no de matador, porque de matador sí que te pueden enterrar para los restos. El toreo no es un camino de rosas como se les está haciendo ver a algunos chavales. Tampoco es siempre el novillo cómodo, noble y de un sólo encaste. También es el novillo fiero que te pone en un aprieto con el cual no puedes. Es el novillo de otros encastes que te lo pone complicado y con el que tienes que resolver la papeleta. Es el utrero al que hay que darle fiesta cuando nadie da un duro ni por él ni por ti. Y si al final toca ruina, pues ruina. Seguro que ya habrá otra oportunidad para desquitarse. A veces también es necesario ver novilleros superados por las circunstancias. Eso siempre ha ocurrido. Hoy es muy raro porque lo primero que aprenden es una técnica anti-novillos malos, y eso en parte le resta emoción a las actuaciones de muchos chavales. Por no haber, a veces no hay ni volteretas, las cuales las ha sufrido todo torero que se precie. (Y con esto no digo que quiera verlas, sólo que se ha perdido la emoción de ese novillero volteado que no se mira y que se va, unos con calma y otros con rabia, a la cara del novillo de nuevo). Como digo, no entiendo las ausencias de ciertos novilleros punteros de la Feria de San Isidro de Madrid. También entiendo que casi siempre no es culpa de ellos, porque seguro que más de uno iría sin dudarlo. Al fin y al cabo ellos son simples barcos de papel sin poder alguno a los que la tremenda corriente de sus apoderados arrastran unas veces a la orilla y otras veces al fondo del mar. Los novilleros interesan, y los que están en buen momento todavía más. Pero nada. No hay manera de que todo el mundo lo entienda de la misma forma. A veces pienso que es cierto eso de que lo que piensa el aficionado nunca va a ser lo mismo que lo que piensan los taurinos poderosos. Y es que deberíamos remar todos hacia el mismo lado y no unos en contra de los otros. Ahí reside el mayor problema que existe dentro de la Fiesta: en la dirección del barco. De todos depende que se hunda o de que llegue a puerto sano y salvo, pero sobre todo de los taurinos importantes. Como diría la canción, que no les embriague el aroma del mar...

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