martes, 3 de marzo de 2015

Se necesitan taurinos...

Se necesitan urgentemente taurinos de los de antes. De los genuinos. De los auténticos. De esos que anteponían la Fiesta a los intereses económicos. Se necesitan taurinos como Canorea padre o Manolo Chopera, que miraban más por el enriquecimiento de la Tauromaquia que por el suyo propio. Hoy, por ejemplo, hay empresarios que no dan novilladas porque dicen que no son rentables económicamente. Lo dicen y se quedan tan anchos. Con toda la cara. Y hasta cierto punto lo puedo entender. Pero es que taurinos como los que he nombrado antes también perdían dinero montando novilladas en los años ochenta y noventa y no por ello dejaban de darlas. Sí, me podrás decir que quizá las novilladas de hace veinticinco años no tenían el atractivo que tienen ahora. Está claro que los Ponce, Jesulín, Chamaco, Manolo Sánchez, José Ignacio Sánchez, Finito de Córdoba o Manuel Caballero podrían tener algo más de tirón que los de hoy en día y que en consecuencia se llenaban más las plazas. Pero también es cierto que en aquella época algunos novilleros cobraban bastante más que los de ahora, los cuales salen en cada novillada comidos por servidos. (Si es que no tienen que pagar por torear). Aquella generación de empresarios apostó por los novilleros aun perdiendo dinero. Eran empresarios sí, pero ante todo buenos taurinos y excelentes aficionados capaces de sacrificar parte de su beneficio por el bien del futuro de la Fiesta. A ellos les debemos gran parte de las figuras del toreo que hemos tenido en los últimos veinte años. Cuentan que don Diodoro Canorea murió poco menos que medio arruinado y que Manolo Chopera acabó algo mejor pero tampoco le sobró el dinero. Su filosofía era esa: sacrificar parte de sus beneficios -a veces demasiados-, por garantizar un futuro de continuidad. Y todo ello por algo muy simple: eran aficionados de verdad. Hoy en día, la mayoría de los empresarios taurinos -no todos-, sólo miran por su beneficio. Son empresarios en el más estricto sentido de la palabra. ¿Qué es eso de promocionar la Fiesta si con lo que me ahorro al no montar una novillada me puedo ir una semana a Las Vegas? Créeme que algunos taurinos piensan así. La Tauromaquia en los últimos tiempos se ha mercantilizado tanto que para muchos es un simple negocio. Y cuando el negocio no funciona, pues se cierra el chiringuito. Así de simple. ¿Dónde está el espíritu romántico de los empresarios de antaño? Sencillamente ya no existe... Y para un par de ellos que pensábamos que iban por ese camino del empresario comprometido con la afición y con su afición, ahora se han unido a un multimillonario para que ponga la pasta y no pierdan tanto. Todo ello sin hablar de los que como digo, no montan ciertos espectáculos “porque pierden dinero”. (Conste que no critico cualquier aportación externa que reciba la Fiesta, y menos si es de alguien que tiene el dinero por castigo y que en vez de invertirlo en construir casas o en comprarse un barco, lo mete en el toro). Pero una cosa es el amor a la Fiesta y otra el amor al dinero que se puede sacar de ella. Como ves, son dos conceptos totalmente distintos...

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