jueves, 7 de enero de 2016

¿Quién es el culpable?

Los aficionados nos quejamos constantemente de que las figuras sólo matan dos o tres ganaderías. Nos quejamos también de que cobran mucho. Criticamos que no promocionen más la Fiesta. Se nos llena la boca diciendo que su presencia en los medios de comunicación es más bien escasa. Que prefieren la tranquilidad y el retiro de sus fincas. Eso es cierto como la vida misma. Pero habría que pensar el porqué de todo esto. Quién es el que ha impuesto esa manera de hacer a la Fiesta de nuestros días. Yo lo tengo claro: José Tomás... He de admitir que el diestro de Galapagar ha sido siempre uno de mis predilectos. De esos dos o tres toreros que todos admiramos por encima de los demás y que remueven nuestro interior. He sido y sigo siendo un defensor a ultranza de su toreo, no tanto así de su manera de llevar su carrera y lo que rodea a la misma. Creo sinceramente que es uno de los toreros más puros que he visto nunca y por supuesto el de más valor con el permiso de mi paisano Dámaso González y de Paco Ojeda. Sigo guardando en mi memoria faenas superlativas de José Tomás entre los años 1996 y 2002 -especialmente en el trienio del 96 al 99-. Le he visto hasta en siete ocasiones en directo y me sigo acordando de cada detalle de cada una de esas tardes, en especial la de las cuatro orejas en Madrid el 5 de junio de 2008. Como ves, podría estar hasta mañana hablando de las virtudes de tan gran torero. No acabaría nunca. Pero he ahí que a pesar de todo sigo conservando un sentido crítico de las cosas que por fortuna aún no me ha abandonado y espero que no lo haga nunca. Y es que a José Tomás también le he criticado y le sigo criticando cosas, algunas de ellas casi imperdonables. José Tomás es el que impuso la moda -o mejor dicho costumbre-, de que las figuras mataran sólo dos o tres ganaderías. Todos los toreros anteriores a él que han mandado alguna vez en la Fiesta han matado casi de todo. Ahí están los casos de Espartaco, César Rincón, Enrique Ponce, Joselito... Incluso él mismo en sus primeros años de matador abría más el abanico de ganaderías. Pero fue llegar a la cúspide y terminar con esa “mala” costumbre. Hay que decir también que el apoderamiento de Enrique Martín Arranz tuvo mucho que ver, no sólo en las ganaderías que lidiaba, sino también en otros hechos más peliagudos e igualmente nefastos como por ejemplo el no dejarse retransmitir por televisión y el cobrar auténticos “pastizales” por torear. Que conste que jamás he discutido ni un céntimo del dinero que ganan los toreros, pero también es cierto que todo tiene que estar en una justa proporción. Como digo, José Tomás ha sido y es muy grande en el ruedo pero nefasto en lo que concierne a muchos aspectos de lo que le rodea. Lo malo no es que él haya llevado su carrera de esa manera. Cada cual hace con su vida lo que quiere. Lo realmente negativo es que su ejemplo ha sido copiado por otros toreros que mandan actualmente en la Fiesta. Se puede decir que varias de la principales figuras del toreo actuales tienen en mente ser como José Tomás -no en la forma de torear, claro-. Y lo peor de todo es que lo están consiguiendo. Así que cuando critiquemos el inmovilismo ganadero de El Juli, Morante de la Puebla, Manzanares o Talavante, por ejemplo, acordémonos de que aquellos barros trajeron estos lodos. Cuando digamos que cobran demasiado acordémonos de José Tomás. Cuando nos quejemos de que viven demasiado en su mundo -sin llegar a tanto misticismo como él llega-, acordémonos del genio de Galapagar. Repito: idolatro a José Tomás delante del toro, aun con sus limitaciones, que las tiene. Le critico por todo lo que le rodea. Por tanto, siento mucho condenarle a la hoguera por ser el causante de varios de los males que sufre la Fiesta en nuestros días. Eso sin entrar a valorar lo poco que torea al año y los motivos por los que no se prodiga más vestido de luces. Ahí ya hay otro tema digno de oposición. Y es que si me pongo a analizar eso si que no acabo hasta el lunes de la semana que viene...

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