Cuando un
periodista taurino o un aficionado se sienta frente al ordenador a escribir la
crónica de una corrida está sólo ante el papel digital. Y en esa soledad no hay
nadie que le frene. Se siente libre de escribir lo que le dé la gana. Es
entonces cuando puede salir lo mejor o lo peor del susodicho porque entre otras
cosas va a hablar de otras personas.
Cuando un
periodista taurino o un aficionado se sienta frente al ordenador a escribir la
crónica de una corrida lo más sencillo es ser subjetivo. Extremista. Dejarse
llevar por sus gustos particulares. Por sus amistades con tal o cual ganadero.
Con tal o cual torero. Lo fácil en ese caso es descargar toda tu rabia
acumulada por tal o cual circunstancia en el torero de turno. Y digo torero
porque normalmente estos suelen ser el blanco de todas las críticas habidas y
por haber. Rara vez esa rabia se dirige contra un ganadero. Los toreros en
general son los que mataron a Manolete.
Estoy
cansado de leer que todo está mal. Que todas las ferias han tenido un balance
negativo. Que estamos en caída libre. Y estoy cansado de leer todo eso porque
es mentira. Por suerte o por desgracia veo muchos espectáculos taurinos. Veo
ferias en directo y por televisión y no todo es tan negro como mucha gente se
empeña en decir. Es muy rara la ocasión en la que en un espectáculo taurino no
veo algo positivo. También negativo, está claro. Pero no me quedo sólo con lo
peor. Lo malo lo digo, evidentemente, pero intento hacer crítica constructiva
desde el respeto. Quizás sea una cuestión personal. La de ver el vaso medio
lleno o medio vacío. Y ahí amigo entras tú y tus circunstancias.
Lo fácil al
escribir o al hablar de toros -y de la vida- es ser radical. Negativo. Todo
está mal, y como todo está mal lo voy a decir de la peor forma posible. Hay que
ser extremista para llamar la atención. Para que quien nos oiga diga: "oh,
qué crítico, cuánto sabe de toros". Y es que a las personas que no tienen
ningún criterio ni en los toros ni en la vida, lo que les gusta es oír hablar
negativamente de todo y si es de forma radical mejor. Para ellos todo está mal.
Pero que lo diga otro porque yo no me atrevo.
Qué difícil
es ser objetivo en cualquier aspecto de la vida. Y en esto de los toros más
todavía. Cuánto nos cuesta reconocer las cosas. Qué pronto nos dejamos llevar
por los traumas de la infancia y por los complejos que todos tenemos para
atacar al que se ponga por delante. Para desahogarnos del peso que nos corroe
día a día. Eso sí, toda esa mierda que tenemos en nuestro interior y que
sacamos hacia fuera constantemente cuando nos sentamos a escribir tiene que ir
dirigida no a cualquier persona. Esa mierda tiene que ir hacia quienes son más
que nosotros. hacia quienes tienen mucho más dinero que nosotros. Hacia quienes
hacen lo que nosotros nunca seríamos capaces de hacer: ponerse delante de un
toro y jugarse la vida. Porque no te confundas amigo. Ante lo que hacen los
ganaderos en el campo y los toreros en la plaza sólo hay dos formas de
reaccionar posibles: con admiración o con envidia.
Hay que ser
crítico. Exigente. Pero ante todo objetivo. Repito: objetivo. Lo sé. Es lo más
difícil. Pero se puede lograr. Si una Feria ha tenido cosas negativas se dice.
Pero si ha tenido aspectos positivos se dice también y no pasa nada. Se me
viene a la cabeza la recién concluida Feria de Albacete. ¿Ha habido fallos? Sí.
¿Ha habido aciertos? También. ¿Ha habido interés? Por supuesto. Si no la gente
no hubiera ido en masa a la plaza día tras día. ¿Que ha bajado el toro los días
de la presencia de las figuras del toreo? Sí, como baja en la práctica
totalidad de las plazas donde se anuncian. Pero este hecho no es motivo para
decir que todo está requetemal y que
para esto mejor que no haya nada. Por ese pitón yo al menos no tengo ni uno.
Por si acaso, a mí siempre me gusta recordar que cualquier toro, repito,
cualquier toro, puede ocasionarle al que se pone delante un amplio abanico de
desgracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario