Eso en cuanto al toro. Si echamos mano de los informes sobre los números de la
Fiesta entonces ya nos perdemos. Varias decenas de estos se han publicado en
los últimos tiempos. Curiosamente desde que la Fiesta está más atacada y
cuestionada que nunca. Y todo por la terca idea de demostrarle al mundo que la
Tauromaquia no es sólo lidiar y matar a un animal en una plaza de toros. O la
de que un hombre pueda crear arte -las menos veces- , teniendo delante una
supuesta fiera con dos pitones que te pueden mandar al otro barrio en lo que
dura un segundo. Reitero: que si patatín, que si patatán...
Ya está bien de estar todo el puñetero día justificándonos. La Tauromaquia existe desde tiempo inmemorial. La lucha del toro con el hombre y de este con aquel es casi tan antigua como la misma humanidad. Dejemos de ponernos de rodillas ante los que cuestionan la moralidad de nuestra más preciada afición. Basta ya de pedir perdón. Basta ya de justificaciones. Nuestra Fiesta no entiende de números. Nuestra Fiesta entiende de emociones. De sensibilidades. Y el que no lo quiera ver que mire para otro lado.
Entiendo que la Tauromaquia sea algo difícil de comprender en nuestros días ante una sociedad aborregada que piensa que la sangre es tomate y que la muerte no existe. Entiendo que las nuevas generaciones se estén criando a base de mimitos paternales y videojuegos. Entiendo que los jóvenes adolezcan de personalidad y valores propios robados por el gigante de Internet y las redes sociales. Lo entiendo porque las sociedades evolucionan y, con ello las mentalidades. Pero una cosa es entenderlo y otra muy distinta compartirlo. Y por supuesto yo no comparto esta nueva cultura del no al sufrimiento y a la muerte. De ahí precisamente es de donde viene el rechazo visceral de la mayoría de las nuevas generaciones a la Tauromaquia.
Pero repito: al que no le guste que no vaya. Dejemos de intentar convencer a los que nunca vamos a convencer. Dejemos la túnica de santos que no somos y mostrémonos tal cual. ¿Que ser aficionado a los toros se considera pecado hoy en día? Pues que nos castigue el Altísimo, aunque bien es cierto que siempre han dicho que es taurino. Un día le preguntaron a Sebastián Castella que qué le diría él a un antitaurino para convencerle de que la Fiesta no era tan mala. Y su respuesta fue una de las más brillantes que he escuchado en ese sentido: “Yo a un antitaurino no le diría nada, porque ni yo lo voy a convencer a él ni él me va a convencer a mí”. Rotundo y muy inteligente. Loquillo, otro ilustre aficionado taurino, parafraseando su canción “Feo, fuerte y formal” habría dicho eso de “para qué discutir si puedes pelear”. Eso mejor para el fútbol. Es mejor mirar para otro lado, dejar de dar explicaciones vanas que caerán en saco roto y seguir a lo nuestro. Esto es muy grande y no siempre se encuentran las palabras exactas para poder explicarlo. Quizás porque la Fiesta no es cuestión de palabras, sino de sentimientos. De emociones a flor de piel. Loquillo en el fondo es un sentimental...
Ya está bien de estar todo el puñetero día justificándonos. La Tauromaquia existe desde tiempo inmemorial. La lucha del toro con el hombre y de este con aquel es casi tan antigua como la misma humanidad. Dejemos de ponernos de rodillas ante los que cuestionan la moralidad de nuestra más preciada afición. Basta ya de pedir perdón. Basta ya de justificaciones. Nuestra Fiesta no entiende de números. Nuestra Fiesta entiende de emociones. De sensibilidades. Y el que no lo quiera ver que mire para otro lado.
Entiendo que la Tauromaquia sea algo difícil de comprender en nuestros días ante una sociedad aborregada que piensa que la sangre es tomate y que la muerte no existe. Entiendo que las nuevas generaciones se estén criando a base de mimitos paternales y videojuegos. Entiendo que los jóvenes adolezcan de personalidad y valores propios robados por el gigante de Internet y las redes sociales. Lo entiendo porque las sociedades evolucionan y, con ello las mentalidades. Pero una cosa es entenderlo y otra muy distinta compartirlo. Y por supuesto yo no comparto esta nueva cultura del no al sufrimiento y a la muerte. De ahí precisamente es de donde viene el rechazo visceral de la mayoría de las nuevas generaciones a la Tauromaquia.
Pero repito: al que no le guste que no vaya. Dejemos de intentar convencer a los que nunca vamos a convencer. Dejemos la túnica de santos que no somos y mostrémonos tal cual. ¿Que ser aficionado a los toros se considera pecado hoy en día? Pues que nos castigue el Altísimo, aunque bien es cierto que siempre han dicho que es taurino. Un día le preguntaron a Sebastián Castella que qué le diría él a un antitaurino para convencerle de que la Fiesta no era tan mala. Y su respuesta fue una de las más brillantes que he escuchado en ese sentido: “Yo a un antitaurino no le diría nada, porque ni yo lo voy a convencer a él ni él me va a convencer a mí”. Rotundo y muy inteligente. Loquillo, otro ilustre aficionado taurino, parafraseando su canción “Feo, fuerte y formal” habría dicho eso de “para qué discutir si puedes pelear”. Eso mejor para el fútbol. Es mejor mirar para otro lado, dejar de dar explicaciones vanas que caerán en saco roto y seguir a lo nuestro. Esto es muy grande y no siempre se encuentran las palabras exactas para poder explicarlo. Quizás porque la Fiesta no es cuestión de palabras, sino de sentimientos. De emociones a flor de piel. Loquillo en el fondo es un sentimental...
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