Llevamos
tiempo viendo y, en esta Feria de San Isidro en concreto con más regularidad,
como tarde tras tarde hay polémica con respecto a la concesión de los trofeos,
en especial de la primera oreja. Y es que esta y, según el Reglamento de
Espectáculos Taurinos, debe ser concedida por el Presidente siempre y cuando
haya petición mayoritaria del público. Y eso hay días que se cumple y otros que
no, con la consiguiente polémica que ello suscita y conlleva entre aficionados
y público. Si tenemos en cuenta así a groso modo que mayoría significa la mitad
del aforo más uno, en teoría debería estar todo claro.
Entiendo
que haya diferentes criterios a la hora de valorar una faena y su posterior
estocada entre unos aficionados y otros. Entre aficionados entendidos y público
general. Entre el público general mismo. Lo que a mi por ejemplo me parece de
oreja o incluso de dos a ti no te lo puede parecer. Y a la inversa. Cada
aficionado, cada espectador que acude a una plaza de toros tiene su criterio
taurino. Y absolutamente todos son respetables. Desde el más exigente al más
benévolo con toros y toreros. Una plaza de toros no deja de ser un espacio en
el que confluyen muchas opiniones distintas pero cuyo denominador común debe de
ser el respeto y, llamémoslo así, la democracia. Y la democracia se basa en las
mayorías. Yo puedo no considerar una faena como merecedora de una oreja, pero
debo respetar al que sí le ha parecido una labor de trofeo. Y si resulta
que si a los que esa labor les ha parecido de trofeo son mayoría -recuerdo:
mitad más uno-, el Presidente no tiene más remedio que conceder el trofeo por
mucho que yo y otros como yo no estemos de acuerdo.
No
debemos criticar que un Presidente haya concedido una oreja pedida
mayoritariamente por el público solo porque a nosotros no nos haya parecido
faena de oreja. Tenemos derecho a sacar o no sacar el pañuelo blanco, a valorar
mejor o peor una faena y su posterior estocada. Pero también tenemos la
obligación de respetar el Reglamento. Y si no que lo cambien y dejen la
concesión de la primera oreja al criterio del Presidente y sus asesores.
Ganaríamos mucho en paz y tranquilidad.
Todos
los días vemos disputas encendidas en los tendidos de las plazas de toros y en
las redes sociales entre aficionados y público por este tema. Y precisamente es
un tema que tiene solución. Tan sólo hay que buscarla y dejar nuestros egos a
parte. Lo que no se debe permitir es que un Presidente le niegue la oreja a un
torero pedida por la mayoría o se la de sin que haya habido esa misma mayoría.
Como tampoco puede ser que se le pida y se le de una oreja a un torero tras una
buena faena y un pinchazo y a otro que ha hecho exactamente lo mismo no.
Entiendo que haya debilidades entre el público, pero en este espectáculo más
que en ningún otro lo que debe de haber es justicia. Así de simple. Y eso que
sólo hablamos del primer trofeo. La concesión del segundo merecería un artículo
aparte.
Debemos buscar soluciones a los problemas que tienen
soluciones. Debemos aplicar el sentido común y anteponer el respeto a todo. Y
es que si no nos gusta el Reglamento y no lo respetamos tenemos un problema.
Primero con nosotros mismos y luego con el espectáculo en sí. Y si no que
cambien el Reglamento y nos quiten toda oportunidad de decisión por el hecho de
pagar una entrada. Quizá al fin y al cabo nos lo merezcamos por ser tan tercos.
Y, quién sabe, quizá sea lo mejor para todos.
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